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Anteayer me llamó Antoni Putin desde Cabo Cañaveral (Florida, EEUU) para ponerme al día de sus últimas vicisitudes. Estaba quejoso: lleva más de un mes trabajando sin descanso y con agotadores viajes. Como algún lector recordará, el exespía ruso ejerce en la actualidad como comisario jefe de la policía secreta del Gobierno sanchista. Y en la Moncloa manda en la sombra su íntima amiga la vidente Remedios de los Dolores Magín (Reme, en adelante), gran aficionada al anís del Mono, quien ocupa el puesto de gerente de La Oficina de Prospectiva y Estrategia de País a Largo Plazo. En realidad, es la pitonisa privada de Pedro Sánchez.
El primer viaje fue a Zaragoza para recoger a Brahim Ghali, líder del Frente Polisario, y llevarlo a Logroño, ciudad muy unida a El Aaiún. Al parecer, el presidente del Gobierno, siempre humanitario, acogió al guerrillero enfermo cambiándole su identidad. Nadie contaba con que un celador riojano, confidente de los servicios secretos marroquíes lo delatara y, claro, la embajadora de Mohamed VI anunció venganza. Mientras, Ghali, en sus puntas de fiebre, gritaba en el hospital, "amnistía, autodeterminación y referéndum para el pueblo saharaui". A continuación, Antoni fue enviado a Madrid para boicotear la campaña electoral de Ayuso. Contactó con Tezanos, presidente del CIS, quien le aseguró que tenía unos sondeos por los que ganaría la izquierda con total seguridad. No obstante, según el sociólogo, los votos de la derecha iban a aumentar dado el carácter tabernario de los madrileños. Por otra parte, Iglesias atesoraba un algoritmo que le otorgaría la victoria. Al final, arrasó la derecha y el líder de Podemos, cariacontecido, dimitió, y sentenció que los resultados eran una tragedia nacional.
Sin apenas descanso, Antoni tuvo que marcharse a Ceuta, adonde en tropel llegaban los jóvenes marroquíes más educados para unir nuestros tradicionales lazos de amistad. Allí coincidió con Pedro Sánchez, y acordaron que había que ser tolerantes con esa excelsa chavalería. En consecuencia, el presidente manifestó a la prensa que somos el mejor aliado de Marruecos en Europa y mandó un abrazo a ese gran pueblo hermano.
Ante el deterioro de la imagen de Sánchez, Reme sacó el informe España 2050, un optimista refrito de ideas fantásticas y el político socialista lo expuso pomposamente en el Museo Reina Sofía de Madrid. Esa noche casi todos los españoles durmieron felices al saber lo bien que estará nuestra patria a mitad del siglo XXI. A los pocos días, Putin fue a Toledo para la inauguración de una planta de hidrógeno, y pudo oír al estadista de la Moncloa, como programador del Bien común, proclamando que España será el polo industrial de la energía verde en Europa. Antoni aventuró que los tratados sobre Historia de la Economía fijarán un nuevo plazo para los planes de desarrollo: el sanchista de 29 años (2050-2021). Los franquistas de 3 años y los soviéticos quinquenales quedaron anticuados.
De regreso a Madrid, Reme recordó al doctor Sánchez que tenía pendiente el indulto a los políticos presos catalanes. Por tanto, enviaron a Putin a la cárcel de Lledoners para charlar con esa tropa. Tras acreditarse en la prisión preguntó por estos condenados independentistas y resultó que solo van al trullo algunas noches sueltas para descansar de su ajetreada vida en Barcelona. Antoni se interesó por los dos borricos autóctonos que regaló a Rull y a Turull en otra anterior visita carcelaria. Y en el patio central acarició con emoción a los pollinos, Quím y Oriol, que rebuznaron alegres al verlo. A media mañana del día siguiente llegó Putin al palacio de la Generalidad con espíritu conciliador pero encontró al President, curiosamente apellidado Aragonés, con la misma cantinela del líder saharaui: amnistía, autodeterminación y referéndum. Los condenados, también presentes y nunca arrepentidos, reiteraron que volverían a montar otro procés. Acto seguido, Antoni se acercó a Badalona para comprar una caja de botellas en la fábrica de anís del Mono. Tuvo mala suerte: la han cerrado y la van a trasladar al Puerto de Santa María.
Ahora Putin se encuentra en Cabo Cañaveral por una sencilla razón: Iván Redondo ha comunicado la creación de la Agencia Espacial Española (AEE). Y no será para 2050. Porque ya está Antoni en el principal centro de la NASA apalabrando la compra unos cohetes de segunda mano. Le acompaña el posible próximo director de la AEE: Pablo Iglesias. El podemita tiene mono de cargo.
La verdad es que Reme y Antoni no paran de trabajar. Seguro que este verano los veré de vacaciones en el Puerto de Santa María. A Reme le pone mucho el Mono
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