Juan Carlos Rodríguez Ibarra

El bando de estorninos

La tribuna

En un partido socialista nada tiene que ver el puesto que cada cual ocupe. Se tiene el mismo derecho a opinar siendo ministro o militante de una agrupación local

El bando de estorninos
El bando de estorninos

11 de octubre 2023 - 00:30

Nunca jamás, a lo largo de sus 143 años de historia, el PSOE ha tenido el menor parecido al comportamiento de los estorninos; ya saben, ese bando de pájaros, de pequeño tamaño, que sincronizados vuelan y vuelan sin que se llegue a saber lo que pretenden cuando van en manada. Ni la Patrulla Águila de exhibición aérea de San Javier, Murcia, son capaces de perfeccionar esos vuelos con sus constantes cambios de dirección. Donde va uno van todos. Si el líder de la formación gira a la izquierda, la masa de estorninos gira a la izquierda como si en lugar de cientos fuera solo una masa volando al ritmo y velocidad que impone el primero. Constantemente giran y giran a derechas, a izquierda, para arriba, para abajo. Los científicos no han sido capaces de averiguar las razones de semejante gregarismo. Los más piensan que al tratarse de aves tan pequeñas deciden unirse en grupos enormes para despistar a las rapaces. Se sabe que si algún estornino gira en sentido contrario al del grupo, su muerte está anunciada.

Incluso al poco tiempo de que un 2 de mayo de 1879 se fundara el PSOE, Pablo Iglesias, elegido secretario general, ya tuvo discrepancias con miembros de su reducido grupo fundador. Y pocos años después, en 1921, en el III Congreso extraordinario del PSOE, seis mil afiliados abandonaron ese Congreso para fundar el PCE por no estar de acuerdo con los nueve mil restantes que decidieron no entra en la Internacional comunista. Pablo Iglesias escribió poco después que su partido, el PSOE, era un partido democrático, socialista, anticomunista y desobediente.

No digo nada de las divisiones en tiempos de la II República cuando algunas disputas entre largocaballeristas y prietistas llegaron a saldarse a tiro limpio. Y yendo a tiempos más cercanos, en las elecciones de 1977, el PSOE (r) (renovado) de Ramón Rubial, Felipe González y Alfonso Guerra tuvo que competir con otro PSOE (h), el histórico, procedente de las filas de los exiliados de Toulouse. Jamás se nos ocurrió insultarles o faltarles al respeto por su edad o por su visión del socialismo en la nueva España. Y en el referéndum sobre la permanencia o no de España en la OTAN, los socialistas tuvimos enfrente no solo a los enemigos de la entrada de partidos de izquierdas, sino que también tuvimos que remar contra la entonces activísima corriente de opinión, Izquierda Socialista (IS), que propugnó el no públicamente, sin que nadie los acusara de fascistas o desleales.

Los estorninos saben que juntos son menos vulnerables. Para ellos, lo importante es no separarse del grupo. Y hacen bien quienes no aspiran a influir en la sociedad y en el partido en el que militan. Lo peor para el partido y para sus dirigentes es que algunos sigan aferrados al modo de ejercer el poder con un líder que acumula legitimidad rodeado de un grupo de ejecutivos leales que intentan mantener al partido cerrado a opiniones o interpretaciones de otras sensibilidades. La tarea de un líder consiste en conformar su opinión en base a las distintas percepciones existentes en el seno de su organización. El liderazgo es la síntesis de las visiones confrontadas. Si no hay opiniones diferentes, el liderazgo se debilita.

La edad para jubilarse del trabajo es una cosa y la eutanasia política para matar las ideas y la libertad de expresión es otra. Ser presidente del gobierno de España tiene su mérito, y yo se lo reconozco a Pedro Sánchez. Ser ministro o ministra del gobierno ya tiene menos mérito. Da poder pero no autoridad y menos, sabiduría para saber qué y cómo tenemos que defender al partido socialista quienes llevamos cincuenta años haciéndolo y ganado elecciones una tras otra. Quienes están ahí porque les han puesto deben saber que mañana puede ser que no estén donde están. Habrá desaparecido su poder, pero yo les seguiré reconociendo su derecho a opinar libremente tratando de influir en las decisiones que se tomen en su partido. En un partido socialista nada tienen que ver el puesto que cada cual ocupe. Se tiene el mismo derecho a opinar siendo ministro o militante de la agrupación local más pequeña y alejada de cualquier centro de poder. Las Nuevas Tecnologías de la Comunicación permiten que el líder pueda saber al instante qué piensan los afiliados y la sociedad de sus propuestas. Y es obligación de quienes nada queremos ni nada tenemos que ganar o perder hacernos oír cuando lo consideremos pertinente.

La maldad humana existe y cada día se confirma tal aseveración cuando asistes al intento de volar fuera del bando de los estorninos. No guardo ningún tipo de rencor a quienes me insultan; sé que lo hacen porque me consideran. Se consideran mejores que yo y, desde luego, más guapos, más jóvenes, más listos, más inteligentes y más simpáticos que Felipe González, que Alfonso Guerra y que yo. Si se miran en nuestro espejo se ven feos y, por eso, quieren romperlo.

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