Debí tirar más fotos

La tribuna

10721074 2025-02-04
Debí tirar más fotos

02 de febrero 2025 - 03:11

Nunca podría haber imaginado que mi hijo cantaría salsa, y hasta que se le movieran los pies, como ya tampoco me podría haber visto canturreando un reguetón. Lo de moverme lo dejo en suspenso, de momento. A este paso, y si sigue escuchando el último disco de Bad Bunny, no descarto descubrirlo escuchando al gran Rubén Blades, que su Pedro Navaja es un himno que atraviesa y atravesará la frontera de los tiempos.

A veces sucede, cuando menos lo esperamos, con quienes menos lo esperamos, sobre todo en la música, artistas con un talento especial que se convierten en algo parecido a un Caballo de Troya. Es lo que sucede con el último trabajo del puertorriqueño Bad Bunny, donde fusiona todos los ritmos y estilos con los que ha convivido a lo largo de su vida con los sonidos urbanos, de los que es uno de los más claros representantes y exponentes. Debí tirar más fotos es el título de este álbum, que bien puede entenderse como una obra integral, conceptual, que desarrolla una idea en torno a la memoria, las emociones acumuladas a lo largo del tiempo y como nuestro paso por este mundo lo transformamos en una maleta que nos define y construye.

También la añoranza se intuye tras esta colección de canciones; añoranza de la tierra, del origen, del ser. Un trabajo bizarro, fronterizo, híbrido, en el que los estilos y sonidos de la música latina, de las últimas décadas, se entremezclan y fusionan al servicio de la particular voz y personalidad de Bad Banny. Como un Dylan latino, el puertorriqueño ha creado un sonido diferente, plagado de referencias, y que suena a pasado y a presente, a calle y a estudio, a homenaje y a rebelión, a sentimiento y golferío, tamizado por su propia identidad.

Nadie desafina como Dylan, dicen que dijo un célebre crítico musical, y puede que nadie pronuncie peor las “erres” que Bad Bunny. O es una nueva “erre”, esa que sabe a humo y maleta maltrecha en su nuevayol.

Mi amigo Juan Ramón, cada vez que viaja al extranjero, me envía una postal. La última me ha llegado, precisamente, desde Nueva York, esta pasada semana. Mi amigo envía lo que le gustaría recibir: postales, que colecciona desde hace años. Postales que son mucho más que misivas sin sobre, ya que esconden un “me acuerdo de ti”, desde la distancia, en la lejanía, que es la verdadera colección de Juan Ramón, y no me puede parecer ni más bonito ni más emocionante. Bad Bunny nos insta a algo similar en su portentoso disco: rellena la memoria, conserva los momentos, toma más fotografías, que todos esos instantes hermosos permanezcan, haz que perduren, cuídalos. También es el álbum de Bad Bunny un alegato de la música como parte esencial de nuestras vidas. Es mucho más que los sonidos que nos acompañan en nuestros días. Esos sonidos, que escogemos, que nos entusiasman o emocionan por los más diferentes y diversos motivos, hablan de nosotros, nos construyen, forman parte de nuestro ser, de una forma sensorial, pero también desde lo físico, desde lo primigenio que nace en las entrañas.

Camarón de la Isla y Paco de Lucía fusionaron el flamenco con el jazz. Enrique Morente lo hizo con el rock, en el fastuoso Omega. Rocío Márquez dio el paso más lógico, abrazándolo a la electrónica. Rosalía lo ha latinizado. Rubén Blades, y también Willie Colon, contextualizaron la salsa en los 70 y 80, con los ritmos propios de aquellas décadas. La banda sonora de un éxodo.

Bad Bunny creció escuchando Siembra o Pedro Navaja, y a Lana del Rey, y rap, trap, rock y cumbias y reguetón, claro, y esa digestión de años tiene como resultado Debí tirar más fotos. Una interpretación de su tiempo, la ubicación de una nueva marca en la geografía de la música latina. Demostrando que la música, como cualquier otra disciplina artística, es un elemento vivo, en permanente evolución y crecimiento. Pero para ello requiere de comprensión, de libertad, de talento, de homenaje desde la transformación, que es lo que hace Bad Bunny en su último trabajo. Una obra que perdurará, como una referencia, como un recuerdo, como una señal en el camino.

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