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En este enconado enclave del mundo, una de sus reliquias vinculadas al fútbol es la camiseta histórica de Palestina de 1931, correspondiente a los años del Protectorado Británico. Bajo la misma zamarra se agrupaban Israel, Palestina y Jordania. Era blanca, con cuello y bocamanga azules, y lucía un escudo circular con la letra P en el centro. La FIFA de antaño reconoció la Asociación Palestina de Fútbol (APF) como miembro de pleno derecho (de entre sus quince miembros fundacionales sólo uno era árabe y el resto judíos).
El marginado fútbol árabe de clubes acabó creando su propia Asociación General Palestina (AGP). Fue disuelta con la Gran Revuelta Árabe de 1936. Tras la guerra contra Egipto, Siria y Jordania y el nacimiento del Estado de Israel en 1948, la APF se reconvirtió en la Asociación Israelí de Fútbol. Ningún país árabe aceptó jugar contra la selección israelí por puro protocolo: ni un solo estado árabe reconocía al Estado de Israel.
Israel vivió situaciones competitivas insólitas. En 1964 se proclamó campeón de la Copa de Asia (lucía su camiseta blanca con adornos azules y la Menorá como escudo, el hermoso candelabro de los siete brazos). Tras la Guerra del Yom Kipur (1973), Israel fue expulsada de la Confederación Asiática de Fútbol. Halló abrigo durante años en la lejanísima Confederación de Oceanía. Sólo a partir de 1994 Israel formó parte de las federaciones europeas y del ámbito de la UEFA.
Por su parte, los palestinos reconstruyeron su liga en 1977. Los hinchas y clubes palestinos no podían trasladarse de Gaza a Cisjordania y viceversa por las leyes israelíes. De modo que se crearon dos ligas distintas en tan ceñido territorio. Hasta finales de los años 90 la selección de Palestina no fue aceptada como miembro de pleno derecho por parte de la FIFA que regía un futuro corrupto: Joseph Blatter. En 2015, tras la guerra de 2014 entre Israel y Hamas, el propio Blatter amenazó con expulsar a Israel de la FIFA. Hoy, el organismo que preside el untuoso Gianni Infantino, ofrece distante frialdad respecto al conflicto palestino.
Más juego histórico dan los clubes palestinos y los pocos israelíes que suelen disputar torneos europeos (el Maccabi Haifa se enfrenta en la Europa League al Villarreal). El Al-Wehdat Sports Club es el equipo-espejo del nacionalismo palestino, creado en tiempos en el principal campo de refugiados de Amán, en Jordania. Adoptó los colores de la bandera palestina y lució la imagen de la mezquita de Al Aqsa para reivindicar Al-Quds (Jerusalén en árabe). Hasta 1995 (tras aquel apretón de manos entre Arafat y el asesinado Rabin), el Al-Wehdat no pudo viajar a Cisjordania y Gaza (su historia deportiva, además, está jalonada por violentísimos episodios contra hinchas de equipos jordanos).
Los clubes israelíes de la liga ha’Al, en cuanto a su tronco diverso y a la vez común (Maccabi, Hapoel y Beitar), deben su origen a la forja que alumbraría el Estado de Israel y la identidad israelí (más allá de la heteróclita consideración como “pueblo judío”). Bajo el primer gobierno de Ben Gurion, el legado del pionerismo –agrícola, industrial, cultural, militar– ocupó un lugar central (la fractura secular-religiosa de Israel data de sus inicios). La creación vertebral de Israel se hizo a través de divisiones sectoriales según los distintos estamentos de la sociedad, lo cual dio pie a un crisol de instituciones sindicales, cajas de salud, movimientos juveniles, sociedades culturales, clubes deportivos, cooperativas de producción y hasta bancos (el Banco Obrero, Bank HaPoalim, fue el primer gran banco israelí).
El Maccabi Tel Aviv, sin olvido del Maccabi Haifa, es asociado al liberalismo conservador y remite etimológicamente a los macabeos (histórico movimiento de liberación israelí). Equipos como el Hapoel de Tel Aviv, el de Haifa y el de Beersheva se deben a sus orígenes obreros y socialistas y a su vinculación con el Histadrut (sindicato de trabajadores). Por su parte, el Beitar Jerusalem (como todos los que llevan el nombre de Beitar), remite más a la esfera derechista radical del actual Likud (Netanyahu es seguidor del equipo). El Beitar Jerusalem (1936) está asociado al ideólogo extremista Zeev Jabotinsky (sus seguidores fundarían el grupo terrorista Irgún contra árabes y británicos). Su historia deportiva es harto deficiente, pese a que es el equipo más popular de Israel (el fútbol tiene estas deliciosas paradojas). Es tal vez el club más racista (no admite jugadores árabes en sus filas) y el más peligroso en cuanto a hinchada. Sus ultras se hacen llamar La Familia, en español, y sus cánticos han supuesto decenas de multas y sanciones al club.
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