Sin miedo a lo nuevo

La tribuna

8916856 2024-10-06
Sin miedo a lo nuevo

06 de octubre 2024 - 03:08

En 2020, todos confinados en nuestras casas, después de entregar mi última novela, El lenguaje de las mareas, tras más de tres años sin escribir ficción, decidí que todos los días realizaría un ejercicio creativo. Literario, pero también gastronómico, fotográfico o musical. Algo que pusiera a prueba mi imaginación, que la hiciera funcionar. No quería volver a caer en otro periodo de secano, sin ideas, en un páramo mental. Un tiempo que justificaba, me justificaba, diciendo que había leído mucho, había visto muchas películas y escuchado mucha música, como si mi depósito cultural se hubiera vaciado y necesitara llenarlo hasta arriba. Eso me decía, y eso me intentaba creer. Me lo creí. Día a día fui dejando que mi creatividad, mi imaginación o como se quiera llamar, se destensara, como la cuerda de un arco que nadie usa, olvidado en el sótano de los trastos inservibles. Me costó mucho escribir El lenguaje las mareas, me sentía como ese deportista que ha perdido el fondo físico y contempla a los adversarios, y hasta a sus propios compañeros, como si fueran veloces gacelas, mientras que él siente que sus pies son de plomo. Así me sentía. Cada párrafo me costaba, pero sobre todo me costaba sacar de mí nuevas ideas, situaciones, personajes, giros. Conforme avanzaba en la narración de la novela, las ideas comenzaron a multiplicarse. Como si el óxido que cubría mi imaginación hubiera empezado a caer. Una vez finalizada la escritura de El lenguaje de las mareas me comprometí, conmigo mismo, a realizar esos actos creativos diarios, que antes he comentado. Llegó la pandemia, el confinamiento, y a la vez muchas horas de escritura. En esos meses se gestó mi única novela juvenil hasta el momento, Los populares del Magik, resultado de cumplir mi promesa y de pasar todas las horas junto a mis hijos, que me prestaron sin saberlo su forma de expresarse y su visión del mundo.

En ese tiempo, llegaron muchos libros leídos, entre ellos El infinito en un junco, de Irene Vallejo. Un relato apasionante y apasionado de la evolución del libro, pero también de cómo las historias nos han ido llegando a través de multitud de superficies y espacios. En una piedra, en una cueva, en un papiro, en arcilla, en papel, en pantallas y, por qué no, en las redes sociales. De este modo, cruce de mi propia promesa creativa y de la lectura del luminoso texto de Irene Vallejo, surgieron mi hilos en la red social ahora llamada X, entonces Twitter, como la mayoría la seguimos conociendo. El último día de confinamiento severo, el 1 de mayo de 2020, publiqué mi primer hilo, protagonizado por el perro Lucas, siempre cerca de sus propietarios, desaparecidos misteriosamente en la historia. Ahí comenzó todo. Cada cierto tiempo, cada dos o tres semanas, he seguido publicando historias en la misma red social, que cada vez han contado con más y más lectores. Desde el principio, tuve claro que estas historias tenían la posibilidad de adaptarse a otros formatos, siendo el germen o la raíz de nuevos proyectos. Una intuición que estaba apoyada en la cantidad de propuestas que recibía para transformar mis hilos, especialmente en cortometrajes.

Y llegó la propuesta de Sony Pictures. Y lo reconozco, fue una gran sorpresa, porque no la esperaba. Aunque lo que yo ansiaba era una propuesta como la de Sony. Y algo más, ya que viene acompañada de un acuerdo de colaboración con la Escuela de Artes y Cine de Madrid (TAI) para que personas muy jóvenes pero de un talento desbordante se encarguen del rodaje de estos cortos. Como se suele decir, la cuadratura del círculo. ¿Y por qué en Tik Tok? En los años 90, cuando David Lynch filmó la majestuosa Twin Peaks recibió la crítica de multitud de compañeros y actores que proclamaron que nunca participarían en una serie de televisión, por aquello de un supuesto desprestigio. Algo parecido sucedió cuando Scorsese o Cuarón rodaron películas para plataformas. Los detractores hoy filman series y películas para plataformas. Explorar, avanzar y arriesgar son elementos esenciales de la cultura para que siga progresando. Y la cultura debe adaptarse a los canales y superficies que más utilizan las personas. De la misma manera que la palabra, la ficción, se ha acomodado a la piedra, la arcilla, un papiro, una hoja o una pantalla de ordenador, como nos ha contado Irene Vallejo. Ese es el espíritu de Los Hilos del Miedo: sin miedo a lo nuevo. Nada más gratificante que renovar la cultura y formar parte de tan emocionante proceso.

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