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Muface no tiene quien le escriba
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La llegada de un presidente a la Casa Blanca siempre abre una etapa de nuevas expectativas. El retorno de Donald Trump viene acompañado de incertidumbre y preocupación. Es lógico, EEUU sigue siendo la potencia hegemónica en el mundo y las decisiones de su presidente producen efectos internos e internacionales. Hay un hecho indudable: la victoria de Trump ha sido tan contundente como concluyente ha sido la derrota Kamala Harris. Pero también una victoria democrática, no solo a través de los votos de los delegados estatales sino también por el voto popular ciudadano. Desde los años 80 solo con George W. Bush, en 2004, los republicanos ganaron en votos populares al Partido Demócrata.
Por varias razones, EEUU no ha dado el paso de elegir como presidenta a una mujer negra. El racismo y el sexismo todavía tienen mucho arraigo en la sociedad americana. Pero también la percepción negativa sobre la gestión del presidente Biden; los efectos de la guerra de Gaza; el elitismo de la izquierda woke y la gestión de las políticas identitarias pueden explicar la derrota Harris. Por el contrario, Trump ha sabido utilizar los resortes necesarios para movilizar a sectores de la sociedad estadounidense. Trump es un maestro de la desinformación en las redes sociales; la utilización del miedo al inmigrante como arma política; la supuesta pérdida de la “hegemonía blanca” y su áurea de pacificador de las guerras actuales. Yo creo que, por sus antecedentes, Trump será un presidente mentiroso, misógino, autoritario y delincuente, pero es evidente que la mayoría de los votantes no lo ha percibido o no le ha importado que sea así .
Como presidente, Trump dispondrá de un poder inmenso: la Presidencia, el control del Senado y posiblemente de la Cámara de Representantes así como de una mayoría favorable en el Tribunal Supremo. ¿Cómo ejercerá este poder? Trump no es una persona comprometida con los principios de la democracia. Ya en 2020 rechazó los resultados electorales e impulsó la violencia para revertirlos. ¿Puede EEUU derivar hacia una “democracia iliberal”? De entrada cuesta asimilar esta posibilidad, pero el llamado Proyecto 2025, el programa del Partido Republicano, es considerado por expertos como un proyecto que “socavaría el imperio de la ley, la separación de poderes y las libertades civiles”. Pero también, a lo largo de la campaña electoral, Trump prometió doblegar a periodista y lideres civiles y desplegar al Ejército contra “los enemigos desde dentro”, es decir, contra los propios ciudadanos. EEUU no está exento de una deriva autoritaria y populista con la ruptura de los consensos básicos de una sociedad democrática.
La victoria de Trump favorecerá la “ola de autocratizacion” y la normalización de la extrema derecha en Europa. Esto quiere decir que habrá dificultades graves para avanzar en el proceso de integración y unidad europea y la pérdida de capacidad geopolítica en el sistema internacional. Yo no he observado durante estos años respeto y empatía de Trump hacia sus aliados europeos y la UE. Probablemente su política exterior será aislacionista y unilateral: lo comprobaremos con las medidas arancelarias sobre la exportación de los productos europeos. También en relación con los conflictos de Ucrania y Oriente Medio. Con la amenaza de cortar la ayuda militar a Ucrania, Trump tratará de forzar a Zelenski a un acuerdo, lo que fortalecerá las aspiraciones de Putin, amenazará la integridad e independencia de Ucrania y dificultará la seguridad del flanco oriental de la UE. Y cualquier acuerdo que se perciba como una derrota de Ucrania será también una derrota de la credibilidad política y de la confianza puesta en la autonomía de la UE.
En Gaza, Trump se va a encontrar con el trabajo casi terminado: Hamas y Hezbolá eliminados e Irán debilitado sin el “eje de resistencia”. El Plan de Trump ya lo conocemos: rechazo a Palestina como Estado; soberanía de Israel sobre todo el territorio ocupado; legalización de los asentamientos judíos; “encapsulamiento” de Palestina por los acuerdos de Abraham con los estados árabes y apoyo a la política de apartheid de Israel. Así el conflicto podrá terminar, al menos por un tiempo. Solo por un tiempo.
Según los analistas, Trump apareció como un líder duro que podía alcanzar la paz. En mi opinión es un líder disruptivo y autoritario porque no se trata de conseguir cualquier “paz”. La paz en Ucrania no solo es un asunto entre EEUU y Rusia y la paz en Oriente Medio tampoco es solo un asunto entre Trump y Netanyahu.
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