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El calendario se va acercando al mes de septiembre y junto con la brisa de finales de agosto, nos llegan los aromas de la vuelta al cole. Quedan pocos días para que los anuncios publicitarios y noticias de prensa empiecen a bombardearnos con materiales escolares, uniformes y presupuesto medio que gastará las familias andaluzas por cada descendiente en el inicio del nuevo curso académico. Sin embargo, son menores las informaciones que se vierten sobre lo que debe preparar e incluir el profesorado para tener su maleta lista e iniciar un año académico más.
De nada sirve tener uniformes impolutos, cuadernos dispuestos a ser escritos o lápices deseosos de ser afilados si no contamos con profesorado rebosante de ilusión y creatividad. Y, aunque es época de revuelo en lo que se refiere a la política y al sistema educativo, aunque las circunstancias no siempre soplan a favor del docente, emprender acción y reforzar el pensamiento de que “hacer las cosas distintas está en las manos de cada uno”, puede ser esencial para la creación de un contexto de enseñanza-aprendizaje exquisito y prometedor para todo el alumnado y sus familias.
El verano sirve para disminuir el ritmo de activación cerebral, para reducir el cortisol propio del estrés que respiramos durante el curso, para disfrutar de los pequeños placeres de la vida y para llenar nuestras reservas de neurotransmisores esenciales para sentirnos bien (dopamina, serotonina y oxitocina). Pero también esta época se convierte en una oportunidad maravillosa para reflexionar y reiniciarnos, para buscar maneras diferentes de construir y conseguir cosas extraordinarias dentro y fuera del aula. Estos días inmersa en mis pensamientos, he conectado con el papel tan importante que tenemos las personas que formamos parte de la enseñanza y todo lo que podemos transformar la sociedad si vamos sumando pequeñas acciones y dejando huellas profundas.
Yo estoy comprometida en preparar mi maleta sin olvidarme de incluir en ella las gafas que me hagan ampliar más la mirada a la diversidad, la inclusión y a las circunstancias personales de cada uno de mis discentes, la ilusión para que ejerza de gasolina y permita afrontar cada día como una oportunidad de aprender y enseñar, la humildad como un recurso valioso que me posiciona al mismo nivel de las personas que me rodean, permitiéndome llevar a cabo una comunicación eficiente y efectiva, la creatividad como lección que me apoyará a tocar los sueños con la punta de los dedos y acercarme al reto personal de conseguir aprendizajes que duren para toda la vida, la empatía para adaptarme a los esquemas mentales de cada estudiante, de cada compañero/a y familia, la perseverancia para seguir aprendiendo y mejorando como persona y maestra y las diversas maneras de ser como asignatura transversal que conseguirá que las progr-AMA-ciones se puedan acercar a la excelencia, al ser hiladas con competencias, capacidades y corazón. ¿Cómo prepararás tú la tuya?
Es probable que incluir todo ello en nuestra organización, mantenga durante mayor tiempo a nuestro sistema nervioso afinado, optimizando nuestros propios recursos, así como sacar mejor provecho al presupuesto invertido por cada familia en el mes de septiembre. Es posible que se amplifiquen todos los procesos de enseñanza-aprendizaje, consiguiendo hacer eco en el aula y resonando con fuerzas dentro y fuera de ella. Todo ello nos hará soñar despiertos con una Educación de Calidad que en realidad empieza por los pasos que podemos dar todas las personas que formamos parte de ella: alumnado, familias y profesorado, pues parafraseando a D. Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
Está claro que enriquecer y optimizar el sendero de la educación es una tarea compartida. Yo estoy dispuesta a enmarcarme en un paradigma responsable reinventándome, afinando mis conexiones neuronales, agudizando mi mirada y resonando mi corazón ¿Qué eliges hacer tú?
Inicia un nuevo curso, venimos con vibraciones favorecedoras y con nuestro organismo reparado. Es momento de tomar en nuestras manos este regalo, disfrutarlo, vivirlo y brindar a la sociedad nuestro compromiso con y para la educación.
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