Belalcázar recupera la histórica Cruz de Palo: ¿Cuál es su significado?
Los Pedroches
Contaban que bajo su peana se encontraba enterrado parte del tesoro del convento de Santa Clara de la Columna robado durante la Guerra Civil
En un cruce de caminos en lo que era el antiguo condado de Belalcázar, en Los Pedroches, vuelve a erigirse la histórica Cruz de Palo, un monumento de origen incierto, pues se desconoce la existencia de documentos o referencias históricas, pero al que se le presumen varios siglos de antigüedad. La Asociación Turdulia Belalcazarensis, en colaboración con el Ayuntamiento, acaba de recuperar este crucero, ya bendecido, que sirve de nuevo de guía para llegar a la villeta de Santa Clara, compuesta por las casas de las familias que daban servicio al propio monasterio de Santa Clara de la Columna.
A diario y desde tiempos inmemoriales, cuentan desde Turdulia, los frailes franciscanos que habitaban en el monasterio de los Cinco Mártires de Marruecos transitaron el camino del Marrubial que llevaba hasta Santa Clara para oficiar el servicio litúrgico en este emplazamiento regido por monjas de clausura. Era justo en esta cruz donde paraban a realizar una oración antes de alcanzar su destino.
Según la tradición, al iniciar de nuevo su marcha desde la Cruz de Palo, el sacerdote movía su farol en la oscuridad de la noche para avisar a las monjas de su llegada. La madre Discreta, oportunamente situada en una ventana del sobreclaustro de la fachada principal del convento, era la monja encargada de dar el aviso al resto de novicias para que comenzaran a disponer los elementos litúrgicos necesarios para el inicio de la ceremonia eucarística.
"La austeridad y pobreza franciscanas se simbolizan en esta cruz, sencilla y humilde en sus elementos constructivos, y emblema de la orden que desde hace siglos se ocupa sin descanso de cuidar la fe cristina en Belalcázar, a la cual no pocos descendientes de la propia familia condal belalcazareña se unieron para profesar su fe", añaden desde Turdulia.
Los elementos de construcción de la cruz consistían en una tosca peana cilíndrica de granito sobre la que se asentaba una cruz realizada con palos de madera. La peana era de aproximadamente unos 50 centímetros de altura por 95 centímetros de diámetro, con un orificio redondo en la cara superior para la sujeción del madero de la cruz. La parte visible de dicha peana que emergía sobre el terreno se encontraba labrada toscamente, no así la que se hundía en el suelo.
La leyenda del "tesoro" escondido bajo la Cruz
Según Turdulia, existen evidencias orales –contrastables aún por los más mayores de la población– que sitúan la desaparición de la Cruz de Palo con posterioridad a la Guerra Civil. Se cuenta incluso como, años después de la contienda, una noche estuvo detenido en su emplazamiento durante horas un coche con las luces encendidas mientras los perros del entorno no dejaban de ladrar.
A la mañana siguiente, se observó como la tierra de los alrededores de la cruz se encontraba removida, signo inequívoco de que alguien había estado cavando con herramientas para profundizar lo suficiente. No tardó la gente del pueblo en comenzar a aventurar que ahí debió haber permanecido enterrado parte del tesoro que fue robado del monasterio durante su ocupación por las milicias republicanas, y que esa noche alguna persona cómplice del robo y conocedora de su escondite se hubiera podido apoderar de él.
Siendo o no cierta la historia del robo, lo que sí permite conocer esta historia, explica Turdulia, es que la cruz aún existía y era de sobra conocida por los habitantes de la población hasta hace relativamente poco. Los palos que la conformaban desaparecieron por completo en los siguientes años, probablemente a principios de los años 60, debido a la podredumbre de sus maderas.
Con motivo de la actividad desarrollada estos últimos años por la Asociación Cultural Turdulia, una vecina particular, María Dolores Torrero, actual propietaria del terreno donde se levantaba originalmente la cruz, quiso emprender su recuperación, para lo que cedió parte de su parcela. Más tarde se supo que otro vecino, Rafael Cabanillas, había conservado la peana para evitar su expolio. El párroco de Belalcázar, Fray Jesús, ha bendecido la cruz este martes, coincidiendo con el Día de Todos los Santos, en una ceremonia a la que han acudido el alcalde, Francisco Luis Fernández; religiosas del cercano convento y numerosos vecinos.
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