Belalcázar, el pueblo de Córdoba con 117 yacimientos arqueológicos y 263 elementos patrimoniales
Los Pedroches
La Carta Arqueológica de Riesgo, redactada por la empresa Salsum TUR, evidencia que el Norte de la provincia es "el gran olvidado" de la investigación histórica
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Las estelas de guerreros de la Edad del Bronce, dólmenes, el complejo megalítico del Cambrón... Así, hasta un total de 263 elementos patrimoniales, entre ellos 117 yacimientos arqueológicos, componen la Carta Arqueológica de Riesgo de Belalcázar, un documento que acaba de ser entregado al Ayuntamiento por la empresa Salsum TUR tras un arduo trabajo que se ha prolongado durante dos años. Belalcázar se convierte de esta manera en la primera localidad de Los Pedroches y en una de las pocas de toda la provincia que poseen una carta arqueológica; otras son Almedinilla y Priego de Córdoba.
El proyecto se remonta a 2020, por iniciativa de la Asociación Cultural Turdulia Belalcazarensis y la Asociación Amigos de Belalcázar, Villa de Monumentos, que actuaron como promotores privados de esta iniciativa ante lo que consideraron “la apremiante necesidad de establecer una correcta tutela del patrimonio arqueológico del municipio ante el incesante expolio y destrucción detectados en las últimas décadas”, con la preocupación por la “pérdida irreversible de gran parte de la historia local”.
La acción a emprender pasaba, inevitablemente, por adquirir un conocimiento global del patrimonio existente en el conjunto del término municipal, no solo en el casco urbano, con motivo de acometer su sistematización conjunta e identificarlo, evaluarlo, diagnosticarlo y normalizarlo.
La redacción definitiva, con un total de 263 elementos patrimoniales, constata la “relevancia arqueológica de la zona, sobre todo para la época prehistórica”, y pone de manifiesto que “el Norte de la provincia de Córdoba es el gran olvidado en lo que a investigación arqueológica se refiere, pese a que posee un gran potencial a explorar”, según subrayaron durante la presentación de los resultados los arqueólogos Manuel Cobo Aguilera y Antonio Criado Algaba.
Pero, ¿en qué consiste en concreto una Carta Arqueológica de Riesgo? ¿Para qué sirve? Desde Turdulia explican que se trata de un “documento de carácter informativo, analítico y de propuesta que, imbricado en las figuras de planeamiento previstas en la normativa vigente, tiene como objetivo primordial el conocimiento y protección del patrimonio arqueológico e histórico de la población, por lo que se convierte en un instrumento fundamental para su tutela y gestión por parte de las administraciones públicas”. Es, además, “un documento vivo y abierto”, pues “el patrimonio es cambiante y siempre pueden aflorar nuevos yacimientos o elementos arquitectónicos reseñables, cuya incorporación sea necesaria”.
Más allá de símbolos evidentes como el Castillo de Sotomayor y Zúñiga o el convento de Santa Clara, la Carta descubre ahora que la riqueza arqueológica y patrimonial de Belalcázar “tiene su mayor exponente en la época prehistórica”, un momento del que atesora sus hallazgos “más destacables y la diferencia de otras comarcas de la provincia, en las que la romanización borró un mayor rastro de civilizaciones previas”.
En esta línea, la Asociación Cultural Turdulia subraya que, con la entrega al Ayuntamiento del documento, “además de asegurar la protección de estos elementos patrimoniales y arqueológicos que conforman el patrimonio arquitectónico y cultural de Belalcázar”, pretenden que el mismo se convierta en un “elemento catalizador de futuras acciones de investigación y puesta en valor del patrimonio local que incentiven el desarrollo económico de la región, ensalzando el potencial turístico que sus elementos más significativos puedan comportar”.
Esta propuesta, de hecho, era uno de los proyectos fundacionales del colectivo, que ve así cumplida una de sus reivindicaciones históricas más importantes. Para los integrantes de Turdulia, es un “orgullo” haber alcanzado por fin “este hito”. Al tiempo, han reclamado la finalización de las obras en el edificio que albergará la Colección Museográfica de Belalcázar, pendiente todavía de inauguración. En este inmueble está previsto que se recojan y protejan todos los bienes con elevado riesgo de expolio que existen en la actualidad en el término municipal. Pretende ser, además, un “nuevo punto de interés turístico dentro del casco urbano para el visitante”.
Yacimientos sin estudiar
Entre los bienes incluidos en la carta se encuentra el complejo megalítico del Cambrón, datado en el Neolítico, entre los años 5500 y 3000 antes de Cristo. El elemento principal y más característico del conjunto es el extraordinario megalito, cuyo relieve se yergue dominante sobre el terreno y que se encuentra absolutamente repleto de petroglifos de cazoleta. Se trata de una gran roca que surge sobre el terreno como afloramiento natural granítico, con gran cantidad de pequeñas hendiduras de diferentes tamaños en forma de cuenco repartidas por la práctica totalidad de su superficie y en un número que bien podría superar el centenar.
También es sobresaliente el complejo megalítico denominado Belalcázar I, compuesto por un conjunto de al menos diez dólmenes, dos círculos de piedra, dos túmulos y un menhir, así como por gran cantidad de restos de mampostería esparcidos por todo el entorno que, dada su extensión, hacen sospechar de un asentamiento sólido y continuado en el tiempo. Es algo más moderno que el del Cambrón, y Turdulia lo sitúa entre el Neolítico final y el Calcolítico, entre el 3500 y el 2200 antes de Cristo.
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