Caballos sobre piedras santas
La capital histórica de las Siete Villas vive los tradicionales Piostros, una cita que se convierte cada año en una de las mayores concentraciones equinas de Andalucía y cuyas raíces suman siglos de antigüedad
Alardes y cabalgadas. Caballos, yeguas, jacas, rucios y mulos de todo porte se unen en Pedroche para honrar a la Virgen de Piedrasantas, patrona de la capital histórica de las Siete Villas de Los Pedroches, el corazón de esta comarca natural cordobesa. Quizá lo de Piedrasantas le venga a la virgen por la presencia de las rocas de granito tan frecuentes en la zona, quizá por ello los caballos cabalgan por estas piedras, quizá la cabalgada es una forma de bendecirlas. Son decenas de jinetes con sus mejores galas. Pero quienes esperen ver a mujeres vestidas de flamenca o a caballistas con traje corto se equivocan. Al menos en esencia. Los Piostros son una tradición que nada tiene que ver con el tópico andaluz. Es cierto que de un tiempo a esta parte han proliferado los caballeros de traje corto y que se ve alguna flamenca, pero lo típico, lo de verdad es que el hombre vaya vestido con decoro y sencillez. Con camisa blanca, pantalón a estreno y fajín y pañuelo. La mujer que acompaña al hombre en una segunda cabalgadura luce sus mejores galas de fiesta.
Uno de los elementos que más llaman la atención de esta fiesta y de su ritual son las jamugas. Se trata de la silla donde va sentada la mujer a lomos de la bestia. Del ronzal tira el hombre. La cabalgada recorre buena parte del pueblo. Al ser previo de festivo, el día de ayer fue esplendoroso. A ello ayudó también el buen tiempo, puesto que hay años en los que septiembre juega una mala pasada a la fiesta.
Como cada año, los piostros, como se denomina a las cabalgaduras, se reúnen en la zona de El Ejido y luego se dirigen a la casa del mayordomo. Desde allí, y una vez reunidas las autoridades, parte el cortejo, que se dirige al santuario de la Virgen, un lugar de una belleza incomparable. Los caballistas no sólo son de Pedroche, sino que llega gente de todos los puntos de la comarca de Los Pedroches, aunque la mayoría son de Pozoblanco, Villanueva de Córdoba, Añora, El Viso, Dos Torres Alcaracejos y Torrecampo. El día, por tanto también es buen momento para la hermandad comarcal.
Al final del recorrido aparece el arroyo Santa María y su presencia se traduce en frescor, aunque sus aguas a estas alturas de año y con la sequía son más bien escasas. No hay romero que no se emocione cuando pasa por este entorno, un lugar único por el que desde hace muchos siglos, quizá desde finales del medievo, se viene repitiendo un ritual anclado en el tiempo. Junto a la ermita, unos bancos recuerdan las reuniones que mantenían allí los alcaldes de las Siete Villas. Cada banco lleva grado a fue el nombre de la localidad. Hoy, los tiempos han cambiado.
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