Cayetano Martínez de Irujo: "Acabaré en la cárcel, pero no permitiré una megaplanta solar en la mejor finca de España"

Entrevista

El empresario se suma a la rebelión de los vecinos de la aldea cordobesa de Morente, donde gestiona un terreno de 210 hectáreas heredado de su madre sobre el que sobrevuela una expropiación forzosa

"El tema es de una gravedad ilimitada, y las administraciones han actuado con ligereza", afirma el integrante de la Casa de Alba

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Cayetano Martínez de Irujo, ante el Ayuntamiento de Bujalance. / Miguel Ángel Salas

Con Cayetano Luis Martínez de Irujo (Madrid, 1963) sobran las presentaciones. El IV duque de Arjona y XIII conde de Salvatierra, Grande de España, asegura que lo dejó todo para fundar la empresa agrícola con la que gestiona las dos fincas que heredó de su familia, la Casa de Alba: una en Carmona y otra en Bujalance, llamada El Hierro. Sobre esta última planea una expropiación forzosa en caso de que la Junta de Andalucía declare de utilidad pública el proyecto de una megaplanta solar que ha sublevado a los vecinos de la aldea de Morente, cuyas casas quedarán a apenas 500 metros de los paneles. De manera imprevista, Cayetano Martínez de Irujo se ha sumado a esta rebelión. "Acabaré en la cárcel si tengo que acabar... Hasta ahí estoy dispuesto a llegar. Por mi cadáver no entra una máquina ahí", dice en conversación con El Día.

-Acaba de reunirse con la alcaldesa de Bujalance, Elena Alba. ¿Cómo ha llegado hasta aquí?

-El tema es de una gravedad ilimitada. Primero, porque es insólito que tengamos que defender la propiedad privada ante otro particular en un país de la relevancia que tiene España y en pleno siglo XXI. Esto no es Venezuela ni Mozambique, esto no es el tercer mundo. Por otra parte, la situación que estamos viviendo es comparable a la especulación inmobiliaria de los fondos buitre. He tenido la suerte de heredar dos fincas, una en Carmona y esta. Vendí mis propiedades en Salamanca para invertir aquí y poner en marcha una empresa agrícola que ahora mantiene a 40 familias directamente y a otras 12 indirectamente. Y eso porque me di cuenta de que son las mejores tierras de España. Y ahora nos encontramos con toda esta situación que deriva, sin duda, de la mala praxis con la que se ha tramitado el proyecto.

-Si se declara de utilidad pública, le expropiarán parte de la finca. ¿Su enfado es económico?

-Expropiarían 90 hectáreas de un total de 210, pero todo quedaría destrozado porque partirían la finca por la mitad. Ofrecerían un precio que está un 35% por debajo del mercado básico, pero mi oposición no es por un asunto económico. Yo soy agricultor, mantengo a muchas familias, y pienso también en los pueblos de alrededor. En Pedro Abad, en Morente y en Bujalance. Está todo el mundo en contra porque es un clamor, incluidos los cuatro vecinos afectados. Son unas tierras de regadío en las que han hecho un gran desembolso, y ahora todo se encuentra en peligro.

-Por su manera de hablar, parece que también hay algo sentimental en la necesidad de conservar esta finca...

-Sí, eso además. El disgusto más grande de la vida de mi madre fue la planta solar que puso mi hermano en El Carpio, donde ella en su momento había construido un chalecito en el que pasaba mucho tiempo. Allí se arrancaron cientos de olivos centenarios, una barbaridad. Teníamos una marca de aceite que había creado yo, hay un molino antiguo que es una joya, con el río Guadalquivir que pasa al lado... No hay por dónde cogerlo, pero allí sí se hizo porque mi hermano es lo opuesto a mí y lo opuesto a mi madre. No lo quiero calificar de ninguna manera. Yo pasaba allí todos los fines de año, y tenía el asilo de caballos, salía a darles zanahorias... Ahora no puedes ir a aquel chalet porque las placas te reflectan en la cara. Insisto: aquello fue el disgusto más grande de la vida de mi madre, porque mi madre amaba la naturaleza, amaba el campo y amaba a los animales y el medio ambiente. Y siempre, y son testigos todos los pueblos con los que tenía relación, accedía a cualquier petición que le hicieran al respecto. Ella tristemente ya no está, pero yo quiero conservar su espíritu. No solo eso, es una forma de ser innata en mí. Y esto que se plantea ahora es un sacrilegio. He manejado fincas en Extremadura, en Salamanca, en Ávila, en Sevilla... Y mira que es buena la finca de Carmona, pero esta es mejor todavía.

Cayetano Martínez de Irujo, en el restaurante Casa Villena de Bujalance. / Miguel Ángel Salas

-¿Qué le da ese plus?

-Solo tienes que ir a verla, cómo crece el trigo... La Campiña cordobesa es la yema del huevo. Ahora mismo tenemos girasol, trigo, colza, garbanzos, guisantes... Lo que está ocurriendo es como si quisieran cargarse la Catedral de Sevilla para construir un supermercado. ¿Estamos locos? Por esa finca me han ofrecido 4,5 millones de euros, y ni lo he escuchado. Y con la expropiación darían una mierda, no he hecho el cálculo y no lo quiero ni oír, porque es que no hablamos de dinero. Y lo más acojonante es que a mi hermano le han denegado otro proyecto de planta solar muy cerca por el impacto medioambiental que causaría.

-¿Cómo ha ido la reunión con el Ayuntamiento?

-La reunión ha ido bien. Han escuchado y se han comprometido a estudiar bien el asunto.

-¿Hasta dónde está dispuesto a llegar para frenar el proyecto?

-Si tengo que subir a mis hijos en tractores y a todos los empleados para no dejar que entre ninguna máquina, lo haré. Y acabaré en la cárcel si tengo que acabar... Hasta ahí estoy dispuesto a llegar. Por mi cadáver no entra una máquina ahí. Y es que en la vida hay cuestiones por encima del dinero: están la humanidad y los principios. Antes que nada están mis hijos, mi familia y las 40 familias que mantengo. ¡Y como están los tiempos...! Me piden trabajo diez veces a la semana, y ojalá lo pudiese dar. He tenido a una familia Siria que salvé del desastre, he tenido a dos familias africanas, a otra de Afganistán, salvé la vida a tres niñas porque si no las vendían en los mercados. Ahora nuestra gente necesita ayuda. Y por encima de mi cadáver se cargan esa finca.

-Habla con pasión de la agricultura...

-Paré mi carrera deportiva para dedicarme a la agricultura y llevé toda la Casa en los últimos años de la vida de mi madre porque ella me lo pidió, es algo que se sabe. Cuando llegó el momento de la herencia, de las ocho fincas que la Casa tenía en la zona, me tocó la de Bujalance. Era la más pequeña, pero para mí es la más bonita, la más rica y la más valiosa. Y con eso me vale. He invertido en este proyecto todo lo que tengo y lo que no tengo. Estoy de créditos hasta aquí [se lleva la mano a la frente]... Pero creo en ello, porque la principal necesidad de España es la agricultura. Es que hay jóvenes que no tienen tierras para cultivar, y ahora nos queremos cargar los mejores cultivos de España para que un señor haga dinero con mi propiedad y con mis familias para vender el resultado a inversores extranjeros a través de un portfolio. ¿Estamos locos?

-¿Lo que define es una forma de especulación?

-No sé cómo llamar a que uno tenga que estar con este desgaste y con este esfuerzo defendiendo su propiedad privada frente a un usurpador que quiere hacer dinero con ello y venderlo fuera de tu país. ¿Nos hemos vuelto locos? E insisto. Hay un montón de pequeños agricultores que no tienen tierras para cultivar. Le estamos vendiendo la yema del huevo, la estamos destrozando, para que alguien gane dinero en el extranjero.

-¿Ha mantenido algún tipo de contacto con el otro empresario?

-No. Y lo alucinante es que nos hemos enterado de todo el proyecto por el BOJA. ¿En qué país vivimos? ¿En qué nos estamos convirtiendo? Por eso decimos que hay muchos puntos de mala praxis... El informe de impacto ambiental, por ejemplo, lo presentaron en junio del año pasado y fue aprobado porque, para salir adelante, bastaba con publicarlo en el BOJA y que nadie lo recurriera. Y nosotros no estamos todos los días leyendo el BOJA, ¿lo hace alguien? Utilizaron ese resquicio legal. Nadie nos avisó. El tema es muy grave. Y en noviembre nos mandan un burofax para advertirnos de que el proyecto entra en la fase de declaración de interés público, y eso implicaría la expropiación forzosa. Como en Venezuela. No hay precedentes en España de un caso así.

-Se ha referido al informe de impacto ambiental, ¿qué echan en falta?

-Lo ha redactado una empresa privada e, impensablemente, Medio Ambiente lo ha dado por bueno. Es otra incógnita. Yo, que he manejado 28 fincas de la Casa de Alba en cuatro comunidades y he tratado con Medio Ambiente cientos de casos y de problemas, porque la agricultura y el medio ambiente van de la mano, aún no doy crédito. O lo han pagado, o lo han comprado, o algo raro hay detrás, algo extraño... Es insólito que se haya validado porque el contenido es muy deficiente. Falta, por ejemplo, hacer un seguimiento de las aves durante un ciclo anual completo, porque solo han estado allí tres días. Y en ese poco tiempo han confirmado la presencia de 41 especies, pero faltan todas las importantes. El sisón, la avutarda, el aguilucho cenizo, las grandes rapaces, las rapaces nocturnas... Precisamente, la Consejería las está censando allí. Y el informe lo obvia todo, es de juzgado de guardia. Lo hemos pedido y estamos esperando desde hace dos semanas. Es para llevar a los tribunales a quien lo haya validado. Ya lo hemos avisado, y están acojonados. Por decirlo de alguna manera, ha habido ligereza en la tramitación ambiental.

-¿Hay lince en la zona?

-Solo incursiones ocasionales, pero no presencia estable. Pero hay otras especies que sí están catalogadas por las cuales han denegado la planta que quería poner mi querido hermano muy cerca de ahí. Aquel proyecto se denegó por presencia de aves esteparias en 2019, pero como al Hierro solo han ido tres días no las han visto.

Cayetano Martínez de Irujo, en Bujalance. / Miguel Ángel Salas

-¿Algún punto de este caso se ha llevado ya ante la Justicia?

-Ese sería el último paso, y esperemos no llegar ahí. Confío en que las administraciones lo estudien bien, porque esto no tiene precedentes en España y es de una gravedad enorme.

-Dado su extenso patrimonio, entiendo que no es la primera vez que se enfrenta a una expropiación...

-En una finca de naranjas que tenemos en Sevilla, magnífica, nos quitaron diez hectáreas para hacer la SE-40. La he tenido que reconstruir entera y he plantado olivos, me ha costado 700.000 euros y encima me partieron por mitad un cortijo. Pero no dije nada porque entendía que la carretera era de interés público. El caso de Bujalance es diferente.

-¿Han mantenido contactos con la Junta por la megaplanta solar?

-Hemos tenido conversaciones y reuniones a nivel de viceconsejería y delegaciones, y también con los ayuntamientos. Ahora estamos en el momento de presentar alegaciones a las autorizaciones administrativas previas y de construcción. Lo recurriremos todo. También se ha pedido al Ministerio de Industria que declare nulo el proyecto por tratarse claramente de una fragmentación de una megaplanta para evitar la intervención estatal. El mismo empresario, que está detrás de todas, ha troceado el proyecto en cuatro para que ninguna supere los 50 megavatios, pues entonces pasaría a ser competencia del Ministerio y no de la Junta, y los procesos se ralentizarían. El inversor, con este resquicio legal, nos ha tomado la delantera a todos. Y las administraciones han actuado con ligereza.

-Sorprende que haya tantas administraciones tan despistadas al mismo tiempo...

-Cuando ha habido un caso como los ERE en Andalucía, pues no causa tanta sorpresa. Yo cuando entré a gestionar las fincas de Andalucía decía mucho que esto es como África, pero con más ingenio y más mala leche, porque no daba crédito. ¡Cómo funcionaba esta región en la época anterior...!

-¿Y esa sensación se le ha quitado ya?

-Me la está quitando este gobierno, pero todavía hay resquicios. Están muy nuevos, llevan gobernando poco, pero pondrán a Andalucía donde le corresponde y van a parar la barbaridad de cómo funcionaba aquí todo. Eso sí, todavía hay personajes de la época anterior que se conocen las artimañas.

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