La historia de 'Fighter', el cachorro de galgo rescatado moribundo junto a un vertedero de la Campiña de Córdoba
La Rambla
Las protectoras advierten de que el abandono de perros y los casos de maltrato se siguen produciendo pese a la esperada reforma legislativa que considera a los animales seres sintientes y no cosas
Hay vidas que terminan en un vertedero. Lo sabe bien Ana Gutiérrez, portavoz de la protectora La Rambla Es Su Voz, que más veces de las soportables ha tenido que acudir al complejo medioambiental de Montalbán, donde de las basuras se alimentan aves carroñeras, alimañas y perros abandonados. Algunos pueden pasar del sofá del piso o de la parcela con piscina a sobrevivir entre despojos. Terminan allí tras días o semanas de caminata entre olivares y tierras secas, llamados por el olor de la comida en descomposición, y Ana los rescata exhaustos, deshidratados, carcomidos por los bichos y los parásitos.
Cuando llega con su coche la miran desde lejos con las orejas gachas, el rabo entre las patas, la boca abierta. Fighter, un galgo de dos meses, ni siquiera sintió miedo: el 1 de junio lo arrancó moribundo de la tierra, como una bolsa de basura más escupida de un contenedor.
“Con su edad debía alcanzar los cinco kilos, pero solo pesaba dos”, dice. La avisaron los trabajadores de un cortijo cercano: “Hay un cachorro que necesita ayuda”. Al día siguiente: “Ha muerto”. Y una tercera llamada: “Parece que se mueve”. Fighter, luchador en inglés, era un amasijo de pellejo, huesos y vísceras comido por los hongos, un superviviente de no se sabe qué guerra. "Estaba muy flojito, pero vino hacia mí. Me dejó el alma rota", recuerda Ana. Con cuidado lo metió en su coche y lo llevó al Hospital Veterinario de Puente Genil: “Yo lloraba de impotencia mientras conducía. En la protectora hemos visto muchas cosas, pero nunca tanto sufrimiento. Lo que ha tenido que pasar hasta llegar a ese extremo. Esto no es cosa de un día”.
El animal llegó catequético, deshidratado, infestado de pulgas, con un absceso en la zona lateral del cuello y la zona frontal de la cabeza, con lesiones por todo el cuerpo compatibles con un proceso fúngico, advirtió el veterinario en su primera exploración.
Ana, dj de profesión, se mueve desde hace años al ritmo de los ladridos y de los beats que pincha por la noche, que al final no son tan distintos. Ambos son breves pulsiones de vida, descargas que invitan a moverse. Y Fighter, que posiblemente nunca había ladrado hasta ahora, recupera fuerzas tras pasar por el hospital y pronto tendrá la posibilidad de estar con una familia. Ana advierte de que su caso, aunque extremo, no es aislado: "El año pasado recuperamos en el vertedero a una mamá con ocho cachorritos, Erika, una border collie que ahora está felizmente adoptada en Suiza. No se salvan ni los de raza".
Y ello pese a la reforma del Código Civil ya emprendida por el Congreso de los Diputados para que los animales sean considerados seres sintientes y no cosas y al endurecimiento del Código Penal para los episodios de maltrato animal.
Es "el pan nuestro de cada día"
Los avisos desde La Rambla y los municipios de alrededor, de hecho, son "el pan nuestro de cada día". "El mismo día que cogimos a Fighter me llaman desde Santaella, que habían encontrado a cuatro cachorros metidos en una bolsa en el arroyo. Los rescatamos. Y entre Santaella y La Rambla otro animal abandonado en la carretera. Literalmente un día de perros", intenta bromear. A veces dejan a camadas enteras junto a un contenedor, como basuras camino del vertedero, cuando no abandonan a animales de cualquier edad en un camino y los dejan a su suerte.
Actualmente, en la protectora rambleña, con siete años de experiencia, esperan a ser adoptados una veintena de perros, la mayoría de los cuales, sobre todo los galgos y los podencos, terminan en Barcelona y Alemania gracias a los lazos existentes entre los colectivos animalistas, como Pura Alma o Pfotenhilfe Andalusien. Son, aparte de la ayuda de 2.700 euros del Ayuntamiento, su principal vía de financiación. También colaboran particulares con aportaciones económicas o de pienso, lo que más se necesita, a los que les conmueven historias como la de Fighter, porque cada uno de los animales que llega a este pequeño salvavidas de la Campiña de Córdoba arrastra una pesada carga: "Hay un galgo que lleva con nosotras desde enero y en los dos primeros meses no quiso acercarse a mí del miedo que tenía. Ibas a acariciarlo y se meaba".
Su principal consejo antes de llegar a estas situaciones es la castración. "Que consulten con el veterinario o contacten con protectoras, en casi todos los pueblos trabaja alguna. Y que pidan ayuda antes de abandonarlos. Siempre hay una solución", dice. Y, a la hora de ampliar la familia peluda, que piensen antes de todo en la adopción.
Temas relacionados
No hay comentarios