Fuente Obejuna pide ayuda para salvar de la ruina el camarín de la Virgen de la Soledad, joya del rococó de Andalucía
Alto Guadiato
Las humedades y el paso del tiempo han desprendido parte de las yeserías, que datan de mediados del siglo XVIII
Un recorrido en fotografías por el camarín de la Virgen de la Soledad
Ana Paula Montenegro, una dama de Fuente Obejuna de mediados del siglo XVIII, quiso enterrarse en un lugar privilegiado, rodeada de querubines, dorados, espejos y mármoles. Así que financió un lugar a medida: un grandioso camarín de estilo rococó, a la moda de la época y único en toda Sierra Morena, que mandó construir en 1765 unos pasos por encima del altar mayor del convento de San Francisco. Ana Paula falleció el 2 de agosto de 1782 y, según era su deseo, fue sepultada en el interior de la capilla, bajo una espectacular cúpula que simulaba ser un cielo de ángeles y santos.
Su tumba fue profanada durante la Guerra Civil española y su venerada imagen de la Virgen de la Esperanza desapareció. Desde entonces, el camarín ha corrido una suerte desigual, y los periodos de esplendor y deterioro se han sucedido de acuerdo a los vaivenes de la historia, aunque los daños nunca han llegado al nivel que presentan ahora, como advierte a El Día el párroco de Nuestra Señora del Castillo Pedro Jesús del Pino Díaz. "Necesitamos ayuda para salvarlo, las yeserías se están cayendo y el estado general es lamentable. Hemos tenido que sacar a la Virgen para protegerla y el acceso se ha restringido", lamenta el sacerdote, que lanza un mensaje de auxilio para involucrar a las administraciones públicas y a las entidades privadas en la restauración.
La factura para restaurar el camarín asciende a 70.000 euros, un presupuesto "muy alto" para un municipio del tamaño de Fuente Obejuna donde hay que mantener siete templos, pero relativamente bajo -compara- para esta joya arquitectócnica y artística que es una auténtica rareza en toda Sierra Morena. "La mayoría de los trabajos que aquí se hacen es por el esfuerzo de las hermandades", agradece, mientras confía en que la ayuda solicitada al Grupo de Desarrollo Rural (GDR) reciba luz verde. Aun así, contar con una colaboración más amplia "es imprescindible", llama.
Propiedad del Obispado y sede de la Hermandad de la Soledad, el camarín carece de la protección como Bien de Interés Cultural (BIC) pese a que se trata de una obra "de gran interés histórico-artístico", como expone la restauradora Ana Infante de la Torre, autora del proyecto de recuperación, firmado en noviembre. El estudio identifica numerosos daños en las yeserías, diagnosticadas de humedades, grietas y fisuras, roturas, deformaciones, ampollas, perforaciones, pérdida de piezas ornamentales y eflorescencias salinas, un conjunto de males que se aprecian a simple vista y que distan mucho de la grandiosidad con la que se concibió.
Como una "aparición milagrosa"
Y es que todo el conjunto arquitectónico fue diseñado para que, desde el suelo de la iglesia, el espectador contemplara la imagen de la Virgen como una "aparición milagrosa" con el fondo del camarín como un cielo de yesos y molduras. A lo largo de la historia, algunos autores han empleado el adjetivo de "grandioso" para calificarlo, aunque nunca faltaron las críticas y otros lo consideraron "deleznable" y pasado de moda. Sea cual sea la opinión, sí hay unanimidad en que su autor encontró inspiración en el sagrario de la Cartuja de Granada, que fue construido por Francisco Hurtado Izquierda, y en el de la igleisa de San Francisco de Priego de Córdoba, dos obras maestras indudables del barroco andaluz.
Las escaleras que permiten el acceso al camarín desde la planta baja de la iglesia, donde se halla la sacristía, están realizadas en mármol rosado procedente de Cabra, aunque en dos de los peldaños se empleó un tipo de piedra casi idéntico al anterior y que fue extraído de una cantera situada cerca del arroyo de Majavacas y a dos kilómetros y medio de Fuente Obejuna si se sigue el camino hacia La Granjuela. Y todo el pavimento es de mármol.
Su planta tiene forma de dos rectángulos que se cruzan y que alcanzan una longitud de aproximadamente cinco metros, cubierta por una cúpula semiesférica muy ornamentada y con varios óculos laterales, y otro inferior en el que se encuentra la sacristía de la iglesia de San Francisco. En la parte superior hay una torre de pequeñas dimensiones y dispuesta a modo de "airosa" linterna, en palabras de algunos autores.
El profesor Manuel Rivera Mateos, una autoridad en la materia, describió que la decoración del conjunto es "exquisita" a base de rocalla, tarjas, ángeles, flores o símbolos marianos, así como unas cartelas en las que van apareciendo las letras de las palabras "Ave María". Las yeserías están enriquecidas por el color y van acompañadas de infinidad de molduras de madera policromada, incrustaciones de espejos y "magníficos" marcos de pan de oro. La tribuna abierta a la capilla mayor presenta una rica celosía de madera de estilo rococó. Y en los frentes del camarín se disponen hornacinas, doseles y repisas.
Uno de los elementos más destacados de todo el espacio es su luminosidad, ya que proporciona a la estancia un "gran encanto" y alcanza incluso "efectos asombrosos", pues el espacio está mucho más iluminado que el resto de la iglesia y la luz que recibe procede de dos ventanas colocadas en sus lados y de algunas aberturas practicadas en la cúpula que no son visibles desde la iglesia. El efecto, como quería Ana Paula Montenegro, es el de una "aparición milagrosa", ahora reducida a un mal sueño por culpa de las humedades y las grietas.
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