El magistrado Jorge Rodríguez-Zapata sentencia en Montilla que la crucifixión de Cristo fue un "asesinato judicial"
Campiña Sur
El jurista protagoniza la XXIX Sentencia Romana organizada por la Centuria Munda con un fallo condenatorio en el que asume que el proceso a Jesús se basó en la "inquinidad más absoluta"
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"El proceso a Jesús no se basó en la rectitud de la Justicia, que caracterizaba al proceso criminal hebreo para causas de muerte, sino en la iniquidad más absoluta, hasta el punto de constituir un verdadero asesinato judicial". Así se ha expresado este sábado en Montilla el magistrado Jorge Rodríguez-Zapata y Pérez (Montevideo, Uruguay, 1948), quien ha protagonizado la XXIX Sentencia Romana que organiza la asociación cultural Centuria Romana Munda y que, como siempre, concluye con el esperado fallo condenatorio de Cristo a la crucifixión. La lectura del fallo tiene lugar ante el Ecce Homo de Juan de Mesa el Mozo, en la parroquia de Santiago.
El jurista ha recordado que, antes de dictar sentencia, el primer planteamiento que siempre se formula es el examen de si el sentenciador que la dicta tiene, o no, jurisdicción y competencia. Así lo hizo Poncio Pilato quien, en cuanto se enteró de que Jesús era galileo, y por ello de la jurisdicción de Herodes, lo envió a aquel. Y, como entonces, Rodríguez-Zapata ha asumido que carece de toda jurisdicción en sentido propio sobre Jesús de Nazaret, y que por tanto solo puede hacerlo como "un acto de contemplación interior, previo a la Semana Santa".
Rodríguez-Zapata ha subrayado que el acontecimiento "más importante de la historia de la humanidad dependió de un proceso judicial", aunque para sus responsables fue más bien "un juicio político, que representa la negación más clara de la Justicia". Y ha recordado que la historia ha transmitido "grandes procesos judiciales", como los que precedieron a la muerte de Sócrates, la del rey Carlos I de Inglaterra, el de la reina María de Escocia o el de Luis XVI de Francia. "Fueron el resultado de juicios políticos o de juicios revolucionarios, que tuvieron gran impacto en su época. Pero ninguno, ni siquiera todos ellos juntos, han tenido la trascendencia de la condena a muerte de Jesús", ha explicado.
La provincia de Judea y la ciudad de Jerusalén eran para Roma lugares de insurrección y de revuelta, como ha contextualizado Rodríguez-Zapata, que ha sido magistrado del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional. En la época de Jesús, no había sitio donde Roma fuera más temida que en Jerusalén, "por la dominación y persecución religiosa a la que estaba sometida la religión judía, que empeoró notablemente con Poncio Pilato".
Caifás, Poncio Pilato y Judas, responsables del proceso
Durante esa dominación, las fuentes judías externas a los evangelios cuentan que los sumos sacerdotes se habían degradado en posición y en dignidad. Desde los tiempos de Herodes, su nombramiento no tenía carácter vitalicio, sino que eran designados y cesados libremente por los prefectos romanos, que obtenían de esa forma una notable fuente de ingresos. En el caso de Caifás, los autores profanos lo critican por corrupción y avaricia.
En cuanto a Poncio Pilato, ha recordado que era de sangre española, pues había nacido probablemente en Astúrica Augusta (Astorga). Su nombramiento como quinto prefecto de Judea se produjo en el año 26 para suceder a Valerio Graco. Su actitud dubitativa en los evangelios, y hasta favorable a Jesús, ha sido interpretada en parte porque en la época del proceso su valedor Sejano ya había caído; había sido ejecutado en Roma, su familia asesinada en circunstancias atroces y cancelada su memoria histórica, lo que afectaba a la estabilidad de su posición política en Judea. Esto, según el magistrado, podría explicar sus "deseos oportunistas" de agradar al populacho en el proceso a Jesús y su cesión ante el "¡Crucifícalo!", que para Rodríguez-Zapata es "una manifestación clara de cómo el fanatismo popular servía ya entonces para manipular la justicia".
Judas Iscariote, por último, se convierte en una "herramienta diabólica", que se ofrece "en forma inesperada a Caifás y las autoridades del templo". Los reproches "conmovedores" del Señor hacia Judas, que se relatan en los Evangelios de Mateo y de Lucas, provocan su remordimiento y el fracaso de los planes humanos inmediatos de Caifás, pues cuando Cristo es llevado ante el Sanedrín, Judas, el máximo testigo de cargo, había desaparecido. Esa circunstancia imprevista hizo desaparecer el testigo esencial contra Jesús.
Caifás, frustrado, pasa a la acción e insiste en mezclar a Jesús con los revolucionarios zelotes. Entonces "le acusa de blasfemia y se rasga las vestiduras, diciendo que es reo de muerte, aunque nadie podía ser condenado a una pena capital en Derecho hebreo por su propia confesión". Además, no se podía iniciar un proceso criminal sin acusación formal −que no existió− y no se informó a Jesús de la acusación, ni se le dio oportunidad de presentar testigos en su defensa.
Además, ha explicado el jurista que se aceptó el testimonio de testigos falsos buscados por los propios jueces y ningún Sanedrín podía enjuiciar casos criminales en una casa privada -como eran los palacios del Sumo Sacerdote emérito Anás, y de su yerno Caifás- fuera del recinto del templo, ni de noche. En este contexto se produjo la condena a la crucifixión de Jesús, que ha vuelto a revivirse en Montilla como anticipo de los días grandes de la Semana Santa y la Pascua de Resurrección. "La condena a muerte de Jesús de Nazaret marcó el final del mundo antiguo y su resurrección de entre los muertos el nacimiento del mundo moderno", ha concluido.
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