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Tradiciones
La noche de San Juan, la más mágica del año, es momento de historias, leyendas y conjuros, y en muchos municipios reviven tradiciones ancestrales que hunden sus raíces hasta no se sabe cuándo. En esta lucha con la memoria ocupa una posición muy especial Alcaracejos, una de las localidades cordobesas que de manera más intensa festeja San Juan.
Y lo hace, recuerda el alcalde, José Luis Cabrera, con dos tradiciones. Una de ellas consiste en poner un baño, lebrillo o palangana en el corral o patio de las casas. Se echa agua limpia, gran cantidad de flores y se forma una cruz vegetal. Es el baño de San Juan, porque se decía que por la noche el santo acudía y se lavaba en él. Al día siguiente, todos se limpiaban con la mencionada agua, que según la tradición posee la propiedad de rejuvenecer los rostros, como explica el primer edil.
La otra tradición son las enramadas, que se repiten por San Pedro, del 28 al 29 de junio. Esta costumbre consiste en la colocación por parte de los vecinos más jóvenes de ramas, hierbas o paja en las puertas y ventanas de las viviendas de otros y otras jóvenes. Y, según los árboles, varía el significado del mensaje que se desea transmitir.
El olivo significa un "te olvido"; la paja, "burra"; el árbol del paraíso, "te quiero"; acacia, "lacia"; álamo, "te amo", o moral, "enamorado". Con el paso de los años, estos significados se han ido desvirtuando y las enramás son, básicamente, muestras de amistad. El alcalde ha animado a participar a chicas y chicos en las próximas de San Pedro para que la tradición no se pierda.
En Almedinilla, lo tradicional es que, en la noche del día 23, el municipio represente la leyenda de la Encantá. Cuenta la historia que cada año aparece en la orilla del río Caicena el espíritu de una joven mora que busca desesperadamente a su amado. La leyenda se remonta a la época en que en la Bética árabe el amor entre una mora y un cristiano era imposible.
La bella joven bajaba al río a lavar diariamente, y un día se encontró con un joven cristiano que quedó prendado de ella. Enamorados, iniciaron un romance que no pudieron mantener en secreto, ya que los hermanos de ella los descubrieron y dieron muerte a él. Cuando ella halló el cadáver, se escapó para vivir el resto de sus días en una cueva cercana. Desde que sucediera tal hecho, los lugareños comentan que cada noche de San Juan se ve a la joven bajando hasta la orilla del río, de aguas ruidosas y frescas, con la esperanza de encontrarse con su amado.
Conmemorando esta trágica historia, en Almedinilla volvió a representarse en la noche del 23 de junio la leyenda, que suele empezar a las 22:00 con un pasacalles. Para evitar aglomeraciones, este año se ha sustituido por un alumbrado especial con velas.
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