La Leona de Santaella: símbolo de un pueblo
Campiña Sur
La pieza más representativa del Museo Municipal tiene tras de sí una historia curiosa e incluso cargada de intriga
Esta escultura ibérica del siglo IV antes de Cristo fue encontrada hace 50 años
Por qué es la Leona de Santaella un símbolo de este pueblo de la Campiña Sur de Córdoba? Pues las razones son varias, pero no cabe duda de que la primera de ellas es el gran valor de esta escultura ibérica. En ello coinciden los expertos y como expone el director del Museo Municipal de Santaella, Juan Manuel Palma Franquelo, “es una pieza de primer orden”. Datada en el siglo IV antes de Cristo, sobresale sobre otras obras similares de la provincia por su policromía, “que le dan una categoría y es un rasgo diferencial”.
Pero más allá de todo eso, la Leona tiene tras de sí una historia, cuando menos, curiosa e incluso con algo de intriga, pero que no es demasiado conocida por las nuevas generaciones. Recientemente, se han cumplido 50 años de su descubrimiento, una efemérides que, aunque ha pasado desapercibida para las instituciones locales, no por ello deja de tener importancia. Y el protagonista de ese hallazgo fue un agricultor santaellano, Manuel Illanes Moyano, quien casualmente la sacó con su tractor en la finca de la Mitra.
Manuel cuenta que era “un día con algo de lluvia” y que mientras araba se percató de que el apero “había enganchado una gran piedra”. Prosiguió con la labor y al volver a pasar por la zona vio una figura a la que se “le cayeron algunos terrones de barro del rostro. Pensé que era un perro, así que la cargué en el tractor y me la llevé”. Del impacto del arado, la leona aún presenta en su parte posterior una deformidad muy visible.
Tras limpiarla un poco, se percató de que podría tratarse de una pieza de valor, por lo que decidió esconderla “bien profunda en un pajar”. Una vez en Santaella, comentó lo sucedido con dos personas más de la localidad, si bien recuerda que “algo tuvo que pasar y seguro que alguien lo comentó, porque al día siguiente, cuando llegué al pajar, vi que habían forzado la puerta y habían rebuscado durante la madrugada”.
Pese a la sorpresa, se dirigió al escondite concreto “y me di cuenta de que no la habían encontrado, por lo que la saqué y la trasladé al pueblo”. Ya entonces, había un movimiento social en Santaella para la constitución de un museo local, puesto que a este hallazgo de la leona se sumaron otros previamente –como el toro de Sahornil en la década de los 50– y muchos más con posterioridad.
Manuel Illanes era uno de ellos y abogó desde un primer momento para que “su Leona” estuviera expuesta en su pueblo. Tan es así, que rechazó “ofertas tentadoras” por la escultura. “Llegaron a ofrecerme dinero, bastante para aquella época, e incluso me propusieron esconderla y, a través de fotografías, venderla en el mercado negro”, detalla.
No obstante, añade que “en aquel momento éramos muchos los que estábamos sensibilizados con la creación del museo, por lo que mi obsesión fue que se quedara en Santaella”, comenta Manuel, que a sus 85 años recuerda con nostalgia aquel episodio y se muestra orgulloso de ser el descubridor de la Leona y quien posteriormente la cedió, en depósito, al museo local.
De hecho, antes del descubrimiento de la Leona, el Ayuntamiento aprobó en diciembre de 1970 “por unanimidad la creación de un museo arqueológico municipal, que se encargará de recopilar, clasificar y conservar debidamente todas las piezas arqueológicas posibles procedentes de este término municipal”, como recoge Juan Manuel Palma en uno de sus artículos para la Asociación Provincial de Museos Locales.
Y así fueron aflorando nuevos vestigios que se depositaron en un local determinado por el Ayuntamiento, hasta que ingresa la Leona encontrada por Manuel Illanes y, algo más tarde, el león de las Cabezuelas, una pieza cedida por el arrendatario y propietario de la finca, aunque este último dirigió al Museo Provincial unas cartas en las que indicaba su intención de que el león se custodiara en el Provincial hasta que Santaella tuviera su propio museo.
Estas misivas hacen saltar las alarmas y en junio de 1972 el Museo Arqueológico Provincial pide al gobernador civil –accidental en aquel momento– que exija a Santaella la entrega “de tres leones ibéricos”. El alcalde (Manuel del Moral) respondió “la no existencia de tres leones” y tras el lío lingüístico sobre el número de piezas, se concluye que “por lo menos hay uno”.
Las comunicaciones epistolares entre las instituciones fueron constantes y cuando parece que por fin están localizados los leones (sobre todo la Leona) el personal del Provincial se desplazó a Santaella para recogerlos, con la sorpresa de que las piezas habían desaparecido sin que nadie supiese dar pistas sobre su paradero.
En este punto, Juan Manuel Palma señala a el Día que “hay que poner las cosas en su contexto” y por mucho que la voluntad del pueblo era la de tener su propio museo, la legislación de entonces dictaba que las comisiones de patrimonio y los museos provinciales eran los responsables de la gestión, “por lo que cumplían con lo que decía la ley”.
No obstante, aquella actitud de “todos a una” de gran parte del pueblo molestó a los responsables del Museo Provincial, que en otro de sus informes, en el año 1973, llegan a afirmar que “por desgracia, es cierto que ahora existe en Santaella un estado de anticívica rebeldía”.
Escondida durante años
¿Qué ocurrió entonces con la Leona? Era la pieza más valiosa de cuantas se habían encontrado en Santaella y el objetivo era evitar su traslado a la capital. Manuel Illanes, su descubridor, cuenta que “nos organizábamos” para que estuviera debidamente custodiada, ya que la amenaza de que el personal del Arqueológico Provincial la localizara era real.
“Lo preparamos de tal manera que, en ocasiones, ni yo mismo sabía en qué lugar estaba guardada exactamente la Leona”. Su escondite lo conocían “solo unos cuantos”, porque era la forma más segura “de protegerla”. Añade que “estuvo en lo lugares más insospechados, desde una lacena oculta en una vivienda de las afueras hasta en el almacén de ataúdes de una carpintería: ¿quién iba a rebuscar ahí? ¡Nadie!”, comenta con ironía.
Los años fueron pasando y la presión administrativa para localizar la leona, también. En 1986, con el hallazgo casual de la cámara funeraria de la Calva con motivo de las obras del Genil-Cabra y el descubrimiento de unos vasos campaniformes del Calcolítico, el delegado de Cultura de la Junta de entonces determinó que las piezas se quedarían en Santaella y animó a organizar una exposición que sirviera de base para el futuro museo local.
Se habilitó la Casa del Pósito y el 7 de septiembre de 1988 el espacio museístico abrió sus puertas. La pieza número uno del mismo fue la Leona de Santaella, convertida ya por entonces en un símbolo para el pueblo y motivo de satisfacción para Manuel Illanes, su depositario.
El Museo de Santaella se trasladó después, en 2016, a la Casa de la Columnas, un histórico edificio en el que esta escultura ibérica sigue ocupando un lugar predominante. “La Leona es la marca del museo porque en ella confluyen una escultura de gran valía con un movimiento social que hubo en Santaella que fue muy importante”, concluye Juan Manuel Palma. Y es que medio siglo después, la Leona sigue siendo no solo un símbolo, sino un orgullo para los santaellanos.
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