Palabra de honor de Hombres G
PUERTO DEL CALATRAVEÑO
El jefe del Gobierno andaluz pasó por Córdoba anunciando una importante inversión para turismo en Los Pedroches y reiteró que el tren de alta velocidad parará en esta comarca
Hoy me he levantado dando un salto mortal, he echado un par de huevos a mi sartén, dando volteretas he llegado al baño, me he duchado y he despilfarrado el gel, porque hooooy algo me dice que en Los Pedroches va a parar el tren. Palabra de honor de Hombre G, de Gobierno andaluz. Que sí, que para, lo ha dicho el pope del socialismo. Ese anuncio por activa o por pasiva es de los que nos deja temblando, con los ojos cerrados, a la par que se convierte para el Hombre G andaluz en el antídoto perfecto contra el ataque de las gaviotas-cocodrilo. Sufre mamón, devuélveme a mi votante o te revolverás entre el apoyo de los lactantes. Si eres del PP y no te creíste ni aún te crees que será maravilloso viajar a Los Pedroches sin necesidad de tomar el barco o el avión, la cagaste Burt Lancaster. Sí, llevas razón amigo lector, la penúltima canción que aparece en este collage de narcóticos pensamientos no es del grupo de Manuel David Chaves Summers, sino del sesentero Los Mismos, pero es normal que entre canción propia y canción propia aparezca alguna que otra versión.
La cosa promete con algo más que un par de palabras. Si ya es de por sí maravilloso dejar que las niñas de Los Pedroches se acerquen a mí (o a ti), mucho más lo será cuando se inviertan en infraestructuras turísticas de esa comarca del Norte los millones que los Hombres G del Ejecutivo andaluz han anunciado –4,5 dicen, más casi dos millones más aportados por la Mancomunidad–. Así que vamos otra vez con el estribillo de la versión de Los Mismos (de siempre): será maravilloso viajar a Los Pedroches sin necesidad de tomar el barco el avión, sólo caminando, en bicicleta o autostop... y en AVE. No, no me llores amigo popular, no me vayas a hacer llorar a mí. Dame, dame tu mano, inténtalo mi amigo, quiero verte feliz. Y mientras, los hosteleros y restauradores del lugar entonan el visite nuestro bar.
Voy a cogerme un pedo de los que hacen afición, me iré arrastrando a casa con la sonrisa puesta, mañana ya si puedo dormiré la siesta, pero esta noche no, esta noche no, esta noche algo me dice que en Los Pedroches se va a invertir bien. Bueno, vamos a ver qué encontramos en esta agendilla turística que era de teléfonos: el castillo de Belalcázar, las cruces de Añora, la catedral de Hinojosa, ¿el santuario de la Virgen de Luna se podrá visitar?, ¿no sé?, pero voy a pasármelo bien.
No obstante, lo noto, sé que falta un buen lechón, borrachuelos o jamón regados con vino de pitarra de los que no dejan un sabor amargo y roto. Noto que mi corazón, no sé, no va, cuando pasa mucho tiempo y el olor a fresca dehesa no está. Que las miradas se caen y que muere el mar [¿no va a morir?, si es que no hay]. Y es que son sueños, que son de verdad –vaya, ya está aquí la versión de El Canto de Loco (ECDL)–, me gustaría que fuera real. Son sueños, quiero llegar hasta el final y nada sirve si el AVE no está. Hasta el momento, los trenes pasan sin parar y en Los Pedroches se oye cantar como locos eso de que te sigo esperando tanto y en mí nunca te has fijado, por eso te tengo que inventar, buscar y encontrar. Y ya puestos con ECDL, con los millones del turismo, nada volverá a ser como antes y la crisis será un poco menos insoportable. Por eso, oye pequeña, ven a Los Pedroches junto a mí, conozco una manera de hacerte feliz, suéltate el pelo y luego si quieres... el sujetador. Palabra de honor de hombre g.
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