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En una ciudad como Priego de Córdoba con decenas de rincones pintorescos, plazas con encanto y espacios monumentales, es difícil decidir cuál puede ser el escenario de la mejor postal. Aunque, si hubiera que decantarse por una calle, posiblemente sería la calle Río. Jalonada por decenas de casas señoriales y con tres monumentos declarados Bien de Interés Cultural (BIC) -la Fuente del Rey, la parroquia del Carmen y la iglesia de las Angustias-, la calle Río es sin lugar a dudas una de las más bonitas no solo de Córdoba, sino de toda Andalucía.
Y en estos días, tras terminar las obras de rehabilitación integral que han supuesto una inversión de 1,4 millones de euros, luce de nuevo en todo su esplendor, revitalizada y rejuvenecida. El tráfico rodado no regresará de forma íntegra hasta el lunes 10 de abril, tiempo necesario para que fragüe el adoquinado, por lo que qué mejor momento que este para redescubrirla.
La calle Río, cuyo nombre procede del curso de agua que fluye bajo su subsuelo y que es fácil adivinar por su trazado serpenteante, empezó a configurarse en el siglo XVI, cuando el Concejo de la Villa decidió intervenir para solucionar los problemas de saneamiento del entonces degradado paraje de la Fuente del Rey, situado extramuros. Aquellas obras consistieron en la construcción de un frontispicio y en la ejecución del encauzamiento del río que surgía del caudaloso manantial de la Fuente de la Salud.
Son muchos los documentos históricos y bibliográficos conservados en Priego de Córdoba que permiten recrear cómo ha sido la evolución de esta histórica vía. Se sabe, por ejemplo, que en 1567 tenía plantados morales que fueron talados para que no afectaran a la salubridad de las aguas. Y que en 1640 el río transcurría por medio de la calle en canal descubierta.
Ya en 1794, de acuerdo a los documentos citados por la memoria incluida en el proceso de licitación, las aguas discurrían por una "acequia muy bien hecha y aseada", aunque hay que esperar hasta 1930 para que finalizara el embovedamiento del río en los lugares en los que aún permanecía al descubierto.
Concebido desde la Baja Edad Media como lugar estratégico en la frontera entre dos reinos enemigos por espacio de casi tres siglos, este carácter miliar condicionó el crecimiento urbano de Priego hasta bien entrado el siglo XVI. Esto, unido a un fuerte aislamiento de otros núcleos urbanos de importancia -unos 100 kilómetros hasta las capitales de Jaén, Granada y Córdoba- configuraron un núcleo de marcado carácter rural que, de alguna manera, se rompió con la calle Río, ejemplo de urbanismo renacentista, como explica el doctor en Geografía Ángel Luis Vera en su artículo Aproximación a la evolución urbana de Priego de Córdoba, publicado en la Revista de Estudios Andaluces.
Y es que entre 1492 y 1600, terminadas las guerras contra el reino de Granada y desaparecida la inestabilidad fronteriza, se produce la mayor transformación morfológica de la historia prieguense, de carácter "netamente expansivo y dinámico", como lo califica el doctor Vera Aranda. Es el momento en que se produce el "salto" del caserío sobre las primitivas murallas, y se extiende considerablemente la superficie urbana, que se duplica desde la Villa y la morería hasta el Palenque y el manantial de la Salud. Priego pasa de 5.000 a 11.000 habitantes.
"Sin duda, la operación urbana más importante de este siglo, y una de las que más repercusiones ha tenido en toda la historia urbanística de la ciudad fue la del manantial de la Salud y la calle Río, pues ordenó el crecimiento de las edificaciones en torno al cauce del río", explica el doctor. El Ayuntamiento compra una serie de huertos para el correcto alineamiento de las fachadas siguiendo el recorrido del meandro del arroyo, que así queda perfectamente englobado en la ciudad.
Con anterioridad, entre 1586 y 1588, se había construido el conjunto monumental del manantial de la Virgen de la Salud en la zona donde entonces había un pestilente basurero. El proceso de reordenación urbana se completó con la apertura de una numerosa red de fuentes públicas y privadas, así como con la construcción y ampliación de una red de galerías subterráneas dedicadas al alcantarillado. Esta gran obra premitió además utilizar el agua para limpiar las Carnicerías Reales y para llevar el líquido a través de la acequia de San Bernardo a un gran número de molinos, lavaderos y tintes existentes en la parte baja del núcleo urbano, aunque esta ya es otra historia.
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