Siempre quise ser Valle-Inclán
Puerto del calatraveño
El Patronato Provincial de Turismo de la Diputación pondrá en marcha en octubre una ruta por 34 tabernas en las que se regalarán libros distintos por consumir vino de Montilla-Moriles
QUE lejos quedan aquellos tiempos del Cuentamé como pasó en los que el sorbo al medio o al chato de vino era el ingrediente perfecto para iniciar una conversación con los amigos cuando los bares eran verdaderos hijos de las tabernas. Los que somos de pueblo y ya peinamos canas o calvas nos encarnamos en ese Carlos Alcántara de la serie televisiva recordando esas tascas de las que a veces había que sacar con calzador a nuestro propio padre y en las que se cerraron muchos tratos y negocios parecidos a los que ahora se apalabran en lujosos restaurantes con cartas que rozan lo alternativo.
Mas lejos quedan aún aquellos otros tiempos de mejor que te lo cuenten como pasó -porque no los viviste- en los que las tabernas [local en verdadero peligro de extinción donde se sirven bebidas] eran un paraiso etílico para intercambiar cultura regada con buen vino, centros de reunión de literatos y otros artistas de época situados a las antípodas de los cafés, en los que tampoco faltaba el sol y sombra. Cuentan que Valle-Inclán gestó sus más esperpéticas obras en esos bohemios lugares en los que confluían la razón y, como también es lógico -ya que no existía ni la Logse ni la Lode ni la Loe-, el analfabetismo de quien no había cogido en su vida un libro.
Pero, estamos de enhorabuena. Los hijos de la Logse, de la LODE o de la LOE tenemos ahora la oportunidad de volver a aquellos tiempos -sin que nos lo cuenten- a través de una ruta que debería tener como patrón a un españolizado santo catalán llamado Jorge cambiando la flor por la media botella de Montilla-Moriles para acompañar al libro regalado. Ese itinerario por 34 tabernas cordobesas, diseñado para octubre, puede ser también una forma de que completen su colección de todos los años aquellos que tienen el síndrome de la compra de fascículos postverano en los quioscos y que en esta ocasión se han quedado algo rezagados en esas adquisiciones .
También puede ser la ocasión para que el alcohol del cubata o la cerveza le deje algo de sitio en las venas al etil elemento que compone un matrimonio perfecto con un fino, amontillado o pedro ximénez. Pero, sobre todo, también puede ser la ocasión perfecta para impregnar tu vida de algo de cultura de la de verdad y no del sucedáneo al que nos ha acostumbrado, entre otras, la televisión. Todo ello en un ambiente propicio de olores y sabores que nunca faltaron en los sentidos del escritor de divinas palabras natural de Villanueva de Arora cuya pluma diseñó a Tirano Banderas. Y es que, alumbrado por luces de bohemia, yo siempre quise ser Valle-Inclán.
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