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Mikel Lejarza
Toulouse
Teatro
Las mismas piedras que un día fueron el castillo y hoy dan forma a la Torre Parroquial de Pedroche fueron testigo de excepción allá por finales del siglo XV de como los vecinos se juntaron en asonada para destruir el castillo de la villa ante los tumultos políticos de los nobles por ostentar su poder. Y anoche, la misma torre volvió a ser testigo privilegiado del recuerdo de aquella asonada con la representación teatral popular, que con el mismo nombre, vuelve a representarse tras el parón obligado por la pandemia.
Bajo la dirección de Emilio Escribano, la adaptación de Asonada, escrita por Carlos Boves, ha vuelto a unir a los vecinos de Pedroche para rememorar la historia de la villa, cuando su posesión era disputada por Gonzalo de Mejía, señor de Santa Eufemia y Alfonso de Aguilar, señor de Córdoba. Los vecinos, cansados de un gobernante abusador y ante la previsión de caer bajo las manos de otro noble no menos abusador, piden audiencia a la reina Isabel la Católica, allá por 1478, pero su orden salomónica no parece tener buena acogida en los habitantes de la Villa de Pedroche, quienes ante tal desamparo y falta de consenso, deciden destruir el que fuera el objeto de deseo para los dos nobles en liza, ante el desasosiego de caer en manos de otro noble y perder la soberanía del pueblo.
Y con esta historia, los 120 vecinos de Pedroche que participan en la representación teatral dieron voz a personajes con más o menos protagonismo en esta sucesión de acontecimientos luctuosos. Los personajes principales de Asonada repiten, tras aquella primera representación en 2018, algunos con más tablas sobre el escenario que otros, pero todos con la misma ilusión que aquel primer día, para dar voz a la historia de Pedroche. También vuelve a repetirse el cartel de entradas agotadas para las representaciones que desde la noche del 25 al 28 de agosto se suceden a los pies de la Torre Parroquial, como en 2018.
La noche del ensayo general, fueron los familiares y amigos del grupo de teatro Asonada los que hicieron de público, llenando las 350 butacas de aforo que dan cabida en la explanada de Santa María del Castillo, para ser los que infundieran ánimos a todos los vecinos que de manera altruista se calzan en las botas de finales del siglo XV para dar vida a personajes que, en aquellos tiempos fueron los que tuvieron un papel importante en la asonada, como el escribano Simón Pérez, el jurado Juan Ruiz, el sacerdote, o los señores y representantes de las que conformaban entonces el concejo de las Siete Villas de Los Pedroches, que no pudieron llegar de otra forma que no fuera sobre las jamugas tan típicas de Pedroche.
Destaca el personaje del escudado, quien hace las veces de narrador de la historia y va dando pie a la sucesión de las distintas escenas, además de ser, junto con la música y canciones en directo, quien abre y cierra la obra teatral. Pero las siguientes noches, el público de Los Pedroches, que esperaba con ganas disfrutar de esta reciente obra teatral popular, salieron contentos de ser partícipes de esta parte de la historia no tan conocida de Los Pedroches. Un pasaje de la historia de la comarca que hasta 2018 no viera la luz mediante esta fórmula en la que los propios vecinos hacen historia de su propia historia.
A los pies de la Torre de Pedroche, al amparo de Santa María del Castillo y con un suelo empedrado de granito fue el escenario privilegiado para dar vida a esta historia. Los personajes, ataviados con trajes de la época, en su mayoría vecinos humildes que hacen su vida trabajando el campo, no lucen brillos ni más adornos que cordones por cinturón, toman el escenario con todos los personajes al completo en variadas ocasiones. Los niños y jóvenes son los que dan dinamismo a la obra con sus bailes, cantos y apoyo al resto de ciudadanos que van marcando la discusión popular sobre el destino de su catillo.
La iluminación es la encargada de dar protagonista a los distintas partes de la historia, con tres escenarios principales, por donde se va sucediendo la historia: los aposentos de Gonzalo de Mejía, oscuros y de granito, la alcoba de Alfonso de Aguilar, más propia de un noble rico y el salón de audiencia de la reina Isabel la Católica, acompañada por Doña Elvira, quien da consejos y alabanzas a partes iguales a la regidora. Pero el pueblo llano tiene su sitio, que no es otro que el empedrado de granito, como no debía ser de otra manera, mientras que un escenario central circular, da juego para albergar no solo la corte de los Reyes Católicos, sino también el concejo de las Siete Villas de Los Pedroches.
Los recursos audiovisuales mediante un videomapping proyectado en la Torre Parroquial, sirven para representar la que fuera la destrucción del castillo “desde sus cimientos a sus almenas” para evitar más discusiones por su posesión y control sobre la Villa de Pedroche.
Este fue el pistoletazo de salida de una segunda edición de la obra, que se representará cuatro días en la localidad, hasta el 28 de agosto.
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