Valsequillo rinde homenaje a la familia Capilla Franco, asesinada por ETA

Alto Guadiato

Emilio, Dolores y su hija Rocío murieron en el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza en 1987

"El impacto que aquel hecho tuvo en el pueblo fue muy grande", recuerda la alcaldesa, que entonces tenía 5 años

Homenaje a la familia Capilla Franco en Valsequillo. / El Día

El 11 de diciembre de 1987, ETA atentó con un coche bomba contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza y asesinó a 11 personas, seis de ellas menores de edad, y causó heridas a otras 88, muchas de ellas de carácter grave. Este acto criminal, uno de los más cruentos en el largo historial de crímenes perpretados por la banda terrorista en la década de los 80 del pasado siglo, provocó una ola de indignación que sacó a la calle en la capital de Aragón a 250.000 personas, la mayor manifestación nunca antes vivida allí.

En el municipio cordobés de Valsequillo, a 700 kilómetros de distancia, todos recuerdan la mañana de aquel 11 de diciembre, hace ahora 36 años, cuando llegaron los datos por la radio y la televisión y los teléfonos empezaron a sonar. 250 kilos de amonal activados a distancia destrozaron gran parte de la casa cuartel zaragozana y cercenaron muchas vidas, historias y sueños, entre ellos los de la familia Capilla Franco, naturales del pequeño municipio cordobés de Valsequillo.

Murieron Emilio Capilla Tocado, guardia civil destinado en Aragón; María Dolores Franco Muñoz, esposa del anterior, y Rocío Capilla Franco, de 12 años e hija del matrimonio. Su hermano, Emilio, sobrevivió entre los escombros.

“El impacto que aquel hecho tuvo en el pueblo fue muy grande. Aquí todo el mundo recuerda qué estaba haciendo aquel día, es una historia de duelo compartida”, expresa la alcaldesa, Ana María Sánchez (PP), que cuando ocurrió el crimen apenas contaba 5 años. La familia recibió sepultura en el cementerio valsequillense y Emilio regresó a vivir al pueblo con sus abuelos.

Estos ya fallecieron, pero en el municipio del Alto Guadiato –de apenas 350 habitantes– aún residen tíos y primos y muchos amigos, y todos participan en el homenaje que el pueblo rinde a los Capilla Franco cada 11 de diciembre, cuando se avivan los recuerdos de aquella fría mañana de 1987 en la que los teléfonos sonaron y el dolor cayó como una pesada losa.

Este año, el homenaje comenzó con una misa oficiada en la parroquia de la Inmaculada Concepción que contó con la participación del coro de Valsequillo y, acto seguido, tuvo lugar un reconocimiento a las víctimas presidido por el capitán de la Guardia Civil, Daniel Díaz, y la propia alcaldesa ante el monolito en honor a la familia Capilla Franco en la plaza homónima. Porque, por muchos años que pasen, los recuerdos perviven.

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