Los agricultores de Córdoba alertan de que solo habrá agua para un "riego de supervivencia" si no llueve
El campo en Córdoba
Asaja y UPA valoran en positivo las previsiones de dotación de la CHG para el regadío, mientras COAG las considera "un maltrato" para las hortícolas, que necesitan el agua "ya"
El regadío del Guadalquivir recibirá casi un 90% menos de agua que en un año normal si no llueve
El año comienza con un 10% menos de lluvias que la media del último cuarto de siglo
La sequía y la escasa previsión de precipitaciones dibujan un escenario sombrío para Córdoba. El presente, sin descuidar el futuro, no es nada halagüeño ya en algunas zonas de la provincia, que sufren problemas para el consumo humano, como en el Norte, donde ansían el trasvase entre La Colada y Sierra Boyera, y para el campo, con la agricultura y la ganadería heridas en muchos casos de muerte, con lo que eso significa para un sector que es básico en la economía cordobesa, que ya se prepara para un 2023 catastrófico. Todo con la inercia de una última campaña que ya de por sí ha resultado ser "malísima".
Dentro ya del tercer mes del año, la situación es "desesperada"; hace falta que llueva, y mucho, en lo que resta de invierno y en la primavera, sobre todo. Los embalses de la cuenca del Guadalquivir están a apenas el 25,6% de su capacidad, con poco más de 2.000 hectómetros cúbicos de agua almacenada, casi la mitad que la media de los últimos 25 años. Según los últimos datos aportados por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, la cuenca tiene un déficit de precipitaciones del 20% y un 60% menos de aportaciones a las pantanos en referencia al último cuarto de siglo. Y a corto plazo no se intuye mejoría.
Es por eso que la CHG se ha aventurado a dibujar hasta cuatro escenarios en función de las lluvias que caigan hasta el próximo mes de mayo, cuando en una nueva comisión de desembalse -la primera, celebrada el jueves, sirvió para exponer la situación a los diferentes colectivos- fije las dotaciones definitivas para el regadío. En el "pésimo", que tiene un 99% de probabilidades de darse y que pasa por la ausencia de lluvias, como pasa actualmente, el desembalse que se maneja es de 375 hectómetros cúbicos, con una dotación máxima de 700 metros cúbicos por hectárea".
Pero hay tres más, que mejoran algo las perspectivas. En el escenario "muy seco", el desembalse subiría hasta los 425 hectómetros cúbicos, y la probabilidad de que se dé baja al 90%. En el 75% queda el "seco", con 500 hectómetros cúbicos desembalsados, mientras que el denominado "similar a 2021", con apenas un 35% de opciones de que ocurra, aumentaría el desembalse hasta los 925 hectómetros cúbicos (en aquel año, la dotación fue 2.800 metros cúbicos por hectárea). Además, hay una última casuística, con apenas el 10% o 15% de probabilidades, y es que la primavera sea récord de precipitaciones, lo que permitiría almacenar hasta 1.400 hectómetros cúbicos en los embalses; esto haría que la campaña fuera buena.
En todos los casos, las dotaciones máximas estimadas serían para los cultivos de mayor consumo; para el resto se aprobarían "dotaciones proporcionales", en función de lo que consuman, según informa la CHG. Esta situación, sea cual sea al final el escenario, provocará un recorte más que considerable en el agua que reciben los agricultores para regar sus explotaciones. Un tajo que se eleva aún más cuando se mira la dotación concesional, la que tendrían en un año normal hidrológicamente, que asciende a 6.000 metros cúbicos por hectárea; en el peor escenario, la caída sería del 88,3%, y en el más optimista, del 53%.
Las dotaciones definitivas se conocerán en mayo
¿Qué opinan de todo esto las organizaciones agrarias? Asaja incide en que "la situación es muy negativa", si bien "la única perspectiva optimista es que no se puede ir a peor, y todo lo que pueda caer de agua sería mejorar" la previsión. Quien así se expresa es José Antonio Pérez, técnico de la organización que estuvo presente en la comisión de desembalse, que valora "la posición conservadora de la Confederación", con sus estimaciones, y apunta a "esperar a mayo, porque en función de las lluvias podremos ver en qué queda la horquilla; queremos ser optimistas y esperar a ver qué ocurre en primavera".
Eso sí, Pérez matiza que la dotación máxima anunciada en la situación actual "conseguiría un riego de supervivencia" y significaría "el sacrificio total de las hortícolas, algodón, maíz...", a las que solo en parte "han salvado" las lluvias caídas durante la primera mitad de diciembre. El técnico recuerda alguna de las medidas -balsas fluviales, microembalses, pozos...- que Asaja ha propuesto a la CHG, pidiéndole algunas facilidades en las actuaciones, con el objetivo de "paliar la situación desesperada" que viene provocada porque "desde 2013 no recuperamos las aguas desembalsadas en las campañas de riego con las lluvias".
Una postura igualmente comprensiva muestra el secretario general de UPA Córdoba, Miguel Cobos, que ve "una actitud positiva" por parte de la Confederación, recordando que "es una cuestión provisional" que se puede mejorar de aquí a mayo. Cobos argumenta que, si bien la dotación mínima "no va a garantizar una campaña normal, sí puede mantener los cultivos leñosos", y va más allá, ya que "si la primavera acompaña, el olivar también se podrá defender, pero necesitaría algo más" de agua, hasta los 1.000-1.500 metros cúbicos por hectárea. Cobos hace referencia al olivar intensivo, pues "en el de secano va a ser un desastre" porque hasta la fecha apenas si se han acumulado de media "250 litros por metro cuadrado".
Con esa perspectiva de "una cosecha malísima" para el olivar, que podría quedarse en el entorno de las 150.000 toneladas, la mitad de las recogidas un año antes y muy lejos de las casi 500.000 de potencial productivo que tiene Córdoba, el secretario general de UPA insiste en que "en épocas de sequía", como la actual, "es complicado" gestionar las políticas de regadío.
Más crítica se muestra la secretaria general de COAG Córdoba, Carmen Quintero, por la situación que pasan las hortícolas, aludiendo principalmente a la zona regable del Genil-Cabra, donde la situación "es más acuciante" porque "cuando se concedieron los riegos de emergencia en octubre, muchos comuneros no pudieron hacerlo porque la situación del canal es desastrosa". "El agua la necesitamos ya, porque si no se riega ahora, cuando llegue mayo se habrán secado; el agua hay que darla ahora porque es la única manera de que los cultivos sobrevivan". "Hay mucho dinero en juego y hablamos de supervivencia", insiste.
Quintero añade que "la CHG debería escuchar a los representantes de las comunidades de regantes" para ver si varía su postura y apostilla que "hay que tener mayor control del uso que se hace del agua; no hay derecho que se acribille al sector de las hortícolas y que veamos cosas cada verano del siglo del pasado". Además, la representante de COAG pone el punto de mira en el olivar, sobre todo el súper intensivo que está en expansión: "No hay agua para tanto olivo. Se quiere un mapa monocultivo, se quiere acabar con las hortícolas, y habría que buscar un equilibrio. Están haciendo la vida imposible a los que tienen cultivos rotatorios, es un maltrato sistemático y un agravio". Todo agravado por una sequía persistente que tiene los embalses bajo mínimos y que no tiene visos de mejora en el corto o medio plazo.
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