Proyectiles y puntas de ballesta: Las sorprendentes huellas de un asedio nazarí en el Castillo de Priego de Córdoba

Subbética

Los trabajos de restauración de la fortaleza sacan a la luz los inauditos restos de un ataque organizado desde Granada en el siglo XV

Uno de los proyectiles recuperados en el Castillo de Priego.
Uno de los proyectiles recuperados en el Castillo de Priego. / El Día

Cientos de marcas de cantero, monedas, pelotas de trapo, trozos de vidrio... El control arqueológico al que se ha sometido el Castillo de Priego de Córdoba en los últimos años dentro del proyecto de restauración en que se encuentra inmerso está permitiendo rejuvenecer esta fortaleza ubicada en el corazón del bello barrio de la Villa. Los lienzos recuperan poco a poco la potencia de antaño y, al mismo tiempo, arrojan historias que ayudan a conocer cómo se construyó la fortaleza, cómo ha evolucionado hasta alcanzar la apariencia con la que ha llegado al siglo XXI y, sobre todo, está desvelando pequeñas historias de la vida de los vecinos que permanecían sepultadas por el peso de los siglos.

Como resultado del arduo trabajo de revisión de cada centímetro cuadrado de los lienzos 1 y 2 y de las torres 1, 2 y 3 con precisión de relojero, los arqueólogos han recuperado una pelota de trapo realizada con tiras de tela liadas, fechada entre los siglos XIX y XX y que algún niño que jugaba en la plaza del Llano, en un exceso de fuerza, la perdió para siempre. También se ha identificado el impacto de un balín de plomo de escopeta de aire comprimido, del siglo XX, y que los investigadores vinculan igualmente a alguna "actividad de ocio" en el Llano. ¿Alguien tirando a las palomas? Posiblemente.

Aunque, lo que de verdad ha llamado la atención de los investigadores no son estos hechos anecdóticos, sino las "evidencias arqueológicas de un episodio bajomedieval de asedio que dejó incrustados en torres y lienzos dos proyectiles de artillería de pólvora primitiva y varias puntas de flecha pertenecientes a arcos y ballestas". ¿Cuándo se produjo este ataque y por parte de quién? ¿Qué ocurrió? ¿Cómo terminó? Son preguntas a las que los historiadores intentan dar respuesta ahora y que se han abierto tras este hallazgo inusual.

Es un hecho "muy poco frecuente en cualquier estudio castellológico por su rareza", explica Rafael Carmona, director del Museo Histórico de Priego de Córdoba, en el estudio en que da cuenta del resultado de los trabajos, recientemente publicado. Un asedio, explica, suele ocupar un espacio temporal "muy limitado" (días, semanas o meses) en la dilatada vida de cualquier edificio castral medieval. En el caso del Castillo prieguense, los investigadores proponen el asedio granadino de 1406-1407 como el episodio con que relacionar estos hallazgos.

Conjunto de proyectiles y puntas recuperadas.
Conjunto de proyectiles y puntas recuperadas. / Extraída de la investigación

En primer lugar, se han recuperado dos proyectiles de hierro y plomo. El primero es una pieza artillera de pólvora, esférica, de 28 milímetros de diámetro y un peso de 77,65 gramos. En cuanto al proyectil de plomo, se encontró muy deformado por el impacto, con unas medidas de 64 milímetros y un peso de 384 gramos. En su núcleo se dispuso un canto rodado, que también se conserva. Al impactar, provocó un "círculo casi perfecto" de unos 11 centímetros de diámetro, y en este hueco quedó alojado durante siglos.

Ambos pertenecen a lo que los expertos, explica Carmona, denominan artillería primitiva de pólvora. Son "armas generalmente forjadas en hierro, toscas, poco precisas, peligrosas en su manejo y que, al menos en los modelos menos evolucionados, eran menos eficaces que la artillería neurobalística tradicional, con el trabuco de contrapeso como ingenio estrella". Así, para optimizar su eficacia era necesario disparar lo más cerca posible del objetivo, lo que obligaba en ocasiones a hacerlo, literalmente, "a un tiro de piedra de las murallas hostigadas".

Así eran los arsenales

La existencia de piezas artilleras en los arsenales de los castillos de la Casa de Aguilar a finales de la Edad Media se puede deducir de su presencia en los inventarios conocidos entre 1455 y 1518. En el caso de Priego (año 1518), constan lombardas (seis), falconetes (17), culebrinas (diez), espingardas (52), servidores de pólvora (dos), cureñas (13) y 11 cajones llenos de tiros. En otras fortificaciones se anotan, además de similares piezas artilleras, talegos con pólvora y pellas de plomo de tiros (Cañete de las Torres) o pelotas de espingarda y de ribadoquín (Carcabuey).

Los indicios más fiables en España del empleo de la artillería de pólvora se sitúan en torno a mediados del siglo XIV, cuando se usó por Mohammed IV en la campaña sobre Orihuela y Alicante en 1331, y en 1342-1344 por los defensores musulmanes de Algeciras durante el asedio de Alfonso XI, con gran espanto de sus tropas. A pesar de este temprano uso por parte de Al Ándalus, el reino nazarí quedó a la zaga del lado cristiano conforme avanzaba el siglo XV, en especial durante la guerra de Granada, cuando el dominio del arte artillero en el bando castellano sería "absoluto" y una de las claves que propiciaron y aceleraron la caída de Granada, y con ella el desmantelamiento político de Al Ándalus. Y fue desde mediados del siglo XV cuando los castillos empezaron su adaptación de manera más sistemática a los nuevos usos artilleros.

Puntas de arco y ballesta

Junto a los dos proyectiles de pólvora, los arqueólogos han recuperado seis puntas de metal que llevaban siglos incrustadas en las piedras de la fortaleza. Todos -argumenta Rafael Carmona- podrían adscribirse por tipo, forma y función a aquellos destinados a ser disparados con ballesta, totalmente extraños porque no suelen conservarse; están datados a finales del siglo XIV, fecha de construcción de las torres y murallas donde impactaron.

El análisis de su ubicación, a una altura superior a los cinco metros en el caso más bajo y casi rasante con la cota del pavimento de la terraza de la torre 2 en el impacto más elevado, y las trayectorias indican que el origen de los disparos fue "diverso" en la procedencia, distancia y ángulo de tiro. "Con ello, descartamos que se correspondan a prácticas de tiro, que se solían hacer a cotas bajas y al amparo de murallas o terreras que evitaran el siempre peligroso tiro perdido", razona el autor del análisis.

Punta de ballesta.
Punta de ballesta. / El Día

En el caso de Priego, además, casi todos los impactos están en el entorno de una aspillera, lo que apunta a que la intencionalidad del autor era penetrar por estas aperturas verticales. El caso más paradigmático, identificado como proyectil dos, impactó a tan solo 15 centímetros de la aspillera de una de las cámaras de tiro de la torre 3. "Este dato es fundamental para plantear que, efectivamente, los proyectiles se clavaron durante una agresión militar, tal como se ha documentado también en escenarios arquetípicos de la práctica de asedio, como son los castillos de Tierra Santa en el contexto de las cruzadas", expone el historiador.

¿Y qué pudo ocurrir? Priego, después de su segunda y definitiva conquista castellana en 1341 por el rey Alfonso XI, queda situado en la frontera con el reino de Granada, lo que marcó sobremanera su devenir histórico hasta la misma caída de la capital nazarí en 1492. Y lo hizo de tal modo que en una fecha tan tardía como 1480 el concejo de la villa se lamenta de la "destrucción de la iglesia de San Pedro, talas, quema y males y daños que evidentemente parecen hechos por el rey de los moros del reino de Granada, enemigo de nuestra santa fe católica". Sin embargo, los daños relacionados con este documento se pueden corresponder perfectamente con los propios de una incursión en tierras del enemigo con el objetivo de dañar las especies vegetales agrícolas, robar y tomar prisioneros que canjear por una suma de dinero.

Pero no hay referencia a un asedio o cerco de la población. La iglesia de San Pedro se hallaba extramuros y nada hace sospechar que en esta ocasión los granadinos forzaran las murallas de la villa y asediaran o cercaran el castillo desde la plaza de la Villa bajomedieval y entorno de la fachada principal de la fortificación, tal como se deduce de la ubicación de todos los proyectiles recuperados, razona el investigador.

Para 1477 consta, quizás, la que podría ser causa directa del tipo de incursiones descritas en el documento de 1480, que no es otra que la connivencia del señor de Priego (Casa de Aguilar), Alfonso Fernández de Córdoba, con los abencerrajes granadinos aspirantes al trono nazarí en oposición al rey gobernante, lo que provocaba la ira de este último, Abu-l-Hasan, quien “declaró la guerra sin cuartel a las poblaciones obedientes a don Alfonso de Aguilar".

Por tanto, los investigadores sugieren como hipótesis más probable que todos los impactos se produjeran durante el periodo de 1406-1407, cuando hubo una "clara intención" de romper la línea fronteriza por parte del rey nazarí, con el deseo de redibujar las posiciones de ambos bandos, y para ello era fundamental ganar plazas o recintos castrales al enemigo.

No lograron su objetivo

En todo caso, teorizan con que los nazaríes consiguieron expugnar el recinto amurallado de la villa, pero no el castillo. "Esto es evidente si observamos la procedencia de tiro, intramuros, de todos los proyectiles, imposible de realizar desde una posición externa a las murallas de la población", concluye el autor del estudio. De la posición y tipo de proyectil, se deduce además que los nazaríes emplearon artillería ligera de pólvora, de pequeño calibre (pella de hierro), además de arcos y ballestas. La pella o bodoque de plomo, en cambio, parece responder a fuego amigo, por lo tanto disparada por los defensores desde la aspillera de una de las cámaras de tiro de la torre 1, en una acción defensora de la puerta de entrada a la fortaleza.

En cuanto a los proyectiles de arcos y ballestas fueron disparados "desde muy distintas posiciones, a diferentes distancias y con diversos ángulos de tiro", lo que sugiere una "dispersión" de las fuerzas atacantes en torno al objetivo castral a expugnar, que hostigaba todo el sector del frente principal de la fortificación. El objetivo de arqueros y ballesteros debió ser penetrar las ranuras verticales de las aspilleras y hostigar parapeto y merlatura, a cuyo amparo se disponían los defensores. En un caso concreto, un ballestero disparó su arma casi a pie de muralla, a unos 9,55 metros del lienzo, con el objetivo de atacar, desde una posición tan ventajosa como peligrosa, los adarves de ese sector. "Este gesto es concordante con un contexto de asedio avanzado que ya está próximo a las murallas", explica el investigador.

Castillo de Priego, desde la plaza del Llano.
Castillo de Priego, desde la plaza del Llano. / El Día

"Todos estos datos son coherentes con las formas de practicar un asedio en el siglo XV, con el acoso a una puerta, el hostigamiento de artillería y la acción combinada de ballesteros y arqueros, mientras se intentaban acciones expugnatorias clásicas como el escalado de muros o minado de los mismos, así como el empleo de torres de asedio y arietes", concluye Rafael Carmona. En aquella época, hacia 1407, el reino de Granada no hacía sino desarrollar una acción expugnatoria para la que estaba capacitado, aunque en Priego de Córdoba esta incursión fracasó.

"No hay duda de que la inusual altura y fortaleza de lienzos y torres en un sector del Castillo recién construido contribuyó a ello, siendo en nuestra opinión esta baza de la defensa pasiva el argumento de mayor peso de todos", razona el autor de la investigación. Y añade: "También ayudó el hecho de que se pusiera en marcha el proceso de auxilio militar, gestionado desde la ciudad de Sevilla. Y por supuesto, contribuyó el empeño personal de Alfonso Fernández de Córdoba, señor de la villa y experto caballero en las briegas fronterizas, que no deseaba la pérdida de una de las mejores plazas integrantes de la Casa de Aguilar, otorgada a su familia en 1370, y tan próxima a Alcalá la Real, importantísima plaza fronteriza de realengo de la que él mismo era alcaide".

Aunque esta derrota en el asedio prieguense de 1406-1407 no desmotivó al reino nazarí, que probó suerte de nuevo en su esfuerzo por redibujar la línea de frontera por este sector de la Subbética, de modo que poco después, hacia 1408, en la vecina población de Alcaudete, lo volvería a intentar. Y en esta ocasión con más pormenores ofrecidos por las fuentes documentales, que citan cómo “tiraban los moros a la villa con cuatro lombardas y con muchos truenos que traían", como consta en los documentos históricos incluidos en la investigación. El resultado, sin embargo, fue similar al de Priego, al ganarse las murallas exteriores pero no el núcleo central del castillo, donde resistieron los defensores. Poco después, el bando cristiano devolvería el golpe con el asedio y, esta vez sí, conquistó Antequera en 1410.

Una construcción con raíces en el siglo VIII

Ubicado en la plaza del Llano, en el bello barrio de la Villa, el Castillo de Priego de Córdoba es una construcción casi exenta, resultado de una serie de operaciones urbanísticas recientes a través de las que se han ido eliminando buena parte de las casas adosadas. Es Monumento Histórico Artístico desde 1943 y Bien de Interés Cultural (BIC). Las distintas investigaciones realizadas permiten datar su origen con la edificación de nueva planta de una alcazaba en un momento todavía impreciso de los siglos VIII o IX, en correspondencia con la fundación islámica de Priego (madinat Baguh) a mediados del siglo VIII por el yund o ejército de Damasco (Siria). Esta alcazaba era residencia de un gobernador omeya y centro fundamental desde el que se centralizaba la islamización del territorio y se gestionaba la recaudación de recursos. Arquitectónicamente, se diseñó como un espacio de planta cuadrangular, con torres en las esquinas y contrafuertes en los lienzos.

stats