Una tamborada mundial para la Unesco

Baena

El Castillo de la Almedina celebra a golpe de baqueta la distinción de Patrimonio de la Humanidad

Judíos coliblancos y colinegros festejan la distinción durante toda la jornada

Un momento de la tamborada en el Castillo de la Almedina
Un momento de la tamborada en el Castillo de la Almedina / Sara Núñez

Los tambores judíos, los tambores roncos y numerosos baenenses en general, celebraron en el día de ayer que sus tamboradas son ya Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. El interior del patio del Castillo de la Almedina se quedó pequeño para albergar tanta emoción y alegría por lo que a partir de ahora va a significar esta distinción, concedida el pasado 29 de diciembre.

Baena celebra la declaración de las tamboradas como Patrimonio Mundial

Desde primera hora de la mañana ya podían escucharse los sones dispares de distintos judíos en una visión que aunque bella e histórica, resultaba paradójica y extraña. Una estampa que con casi total probabilidad no se vuelva a repetir en esta tierra: los cofrades baenenses ataviados con todos sus arreos y caminando orgullosos de lo que son bajo las iluminarias de Navidad.

Próximos a la celebración del nacimiento de las fiestas navideñas, Baena adelantó por unas horas su Semana Mayor y mostró al mundo que esta ciudad vive todo el año para sus tambores, para sus judíos y cofrades, para lucir cada año un nuevo complemento, ya sea un plumero, casco o pañuelo, y a pesar de la complejidad que supone poder poner al judío en la calle, fueron muchos los que en la jornada de ayer quisieron festejar esta declaración.

En los días previos a la celebración de este acto, eran muchos los que dudaban y sufrían ante la posibilidad de que no asistiera un número respetable de judíos a esta tamborada y es que resulta harto complicado ponerse, cuando aún restan cinco meses para Semana Santa, a destrenzar la cola para luego volver a trenzarla, limpiar los cascos y fondos, apretar los tambores y ponerlos a punto.

Según avanzaba la mañana, el temor quedó disipado y la emoción se hizo latente al poder observarse desde lo más alto de la fortaleza baenense tan bella fotografía: una algarabía de plumeros de distintos colores se mecía al ritmo de los movimientos de sus judíos, el contraste de las distintas colas blancas y negras todas mezcladas lucía más bonita que nunca desde esa perspectiva y los tambores roncos sonando por doquier con sus distintos sones fue un espectáculo nunca vivido.

A la misma hora, justo al mediodía, el resto de municipios que conforman el Consorcio Nacional del Tambor y el Bombo y que comparten con Baena ser Patrimonio de la Humanidad, celebraron también de forma simultánea esta declaración. España entera, de norte a sur, vibró al son de los toques de sus tambores y sus tradiciones únicas.

Varios judíos acuden hasta el Castillo de la Almedina
Varios judíos acuden hasta el Castillo de la Almedina / Sara Núñez

Además de esta actividad en el Castillo de Baena, muchos judíos de las ocho cuadrillas de la Cola Blanca y la Cola Negra, junto a los berenjenos, los cebolletas, los pimientos morrones, los enlutaos y los pitufos, como se conoce popularmente a los integrantes de las hermandades de tambores roncos, hicieron sonar sus cajas desde primera hora de la mañana hasta la media noche.

En marzo de 2016 el Castillo y la Plaza Palacio ya fueron escenario del acto central de exaltación de las XXXI Jornadas Nacionales de Exaltación del Tambor y el Bombo, las cuartas que se han celebrado en Baena tras las de los años 1992, 1999 y 2006. En esta ocasión solo estuvieron presentes los judíos pero en la mente de muchos la imagen de las jornadas estuvo presente.

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