Un baile para la salvación
fuente carreteros
Un grupo de 16 personas representa la danza de los locos, una metáfora de la lucha de las madres para evitar la matanza de Herodes
Como cada día de los Santos Inocentes, la entidad local autónoma (ELA) de Fuente Carreteros, perteneciente al municipio de Fuente Palmera, representa el triunfo de la bondad y la vida frente a los degollamientos del rey Herodes relatado en la Biblia, mediante un baile de 16 locos que protegen al infante o loquilla. A pesar de coincidir con un día donde las bromas pueden jugar una mala pasada, en esta pequeña población de menos de 2.000 vecinos se ha recuperado una tradición del siglo XVIII cuyo origen se remonta a rituales festivos de los colonos centroeuropeos llegados de Alemania, Bélgica, Suiza e Italia que repoblaron por orden de Carlos III esta zona cordobesa del valle del Guadalquivir.
El alcalde carreteño, José Manuel Pedrosa (Olivo), recuerda que se trata de "una tradición única y singular, que este año se vincula a la celebración del 250 aniversario de la fundación de nuestra localidad". Esta tradición también lo fue de localidades como La Carlota, San Sebastián de los Ballesteros y Fuente Palmera en la provincia cordobesa, y en municipios sevillanos como Cañada Rosal y La Luisiana, aunque en todos estos sitios ya se ha perdido.
Así, en la plaza central del pueblo, abuelos, padres y pequeños lucen ataviados de los trajes típicos para la ocasión: dos faldas bordadas con encaje, camisa blanca, pañuelo anudado a la izquierda y una especie de pompones con cintas de colores anudados a las castañuelas, además de bandas cruzadas y cientos de abalorios. De esta manera estuvieron ayer caracterizados los 16 danzantes de esta edición de la popular danza de los locos, un baile a ritmo de castañuelas, guitarras y carrasquiñas (instrumento de percusión realizado con cañas) en el que los bailarines representan la salvaguarda de un niño, la loquilla, de la guardia del rey Herodes, personaje bíblico que ordenó decapitar a los recién nacidos para así asegurarse que Jesucristo no podría reinar.
Al disparo de trabucos, los bailarines comienzan su danza, recuperada en una escuela municipal donde todo el año ensayan para preservar la tradición de sus ancestros, una coreografía con movimientos y cruces por partes repetitivas llamadas marías, bajo la atenta mirada del capitán de espadas, Pedro Aguilar, que va marcando los tiempos de cada paso.
Es el danzante más veterano quien dirige el espectáculo en una reproducción de los saberes trasmitidos de generación en generación gracias a la tradición oral, pues pocas son las referencias escritas al respecto, más allá de la primera, que consta en las actas capitulares del Ayuntamiento de Fuente Palmera sobre el acto de colocación de la lápida con el nombre de la Constitución de la Monarquía Española el 27 de mayo de 1820. El broche de oro de esta tradición lo pone ll baile del oso, protagonizado por un vecino que antiguamente se ataviaba con una zalea o piel de borrego y que soporta las burlas de los más pequeños simbolizando también el triunfo del bien sobre el mal. Cuentan los vecinos que existe una conexión entre esta danza y los desfiles de osos que se celebran tradicionalmente en algunas ciudades de Moldavia, donde este personaje del que los niños se zafan, un lobo o un oso, es derrotado como el antagonista de las fábulas tradicionales.
Así, cada 28 de diciembre, Fuente Carreteros convierte la plaza en una algarabía de danzantes y colores a los que se suman los tradicionales pestiños hechos por las mujeres y un cocido delicioso que hace el propio alcalde, el cual también es el encargado de hacer sonar el pandero. La jornada, muy especial, incluyó un homenaje a Antonia Soto Carrasco, de 94 años y "sonrisa eterna", y a quien la localidad le debe el reconocimiento de haber ayudado en su momento a mantener esta tradición: "Fue la encargada de hacer la ropa para recuperar la danza", dijo el alcalde. Los danzantes la visitaron en su domicilio y bailaron para ella. También hubo bailes en honor de Eleuterio García, nonagenario que hasta hace poco era el encargado de hacer sonar el pandero.
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