El campo: todo un mundo en sí mismo

Puerto del Calatraveño

El sector agroganadero cordobés hace historia unido con una macroconcentración en la que más de 5.000 tractores cortan la A-45 para exigir unos precios justos para los productores

Detalle de la concentración del pasado viernes en la A-45, a la altura de Lucena. / Juan Ayala

Defendía el pasado viernes el secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) deCórdoba, Miguel Cobos, que habrá un antes y un después para el sector del campo después de las macroconcentraciones que las organizaciones agrarias y Cooperativas Agro-alimentaras están organizando por todo el país.

Defendía ese argumento en la ya histórica tractorada que desbordó todas las previsiones después de que más de 5.000 vehículos conducidos por agricultores y ganaderos cortaran la Autovía de Málaga (A-45) a la altura de Lucena.

Como también defendía en ese mismo lugar, en este caso el presidente de Cooperativas Agro-alimentarias, Rafael Sánchez de Puerta, que con esas concentraciones la sociedad estaba entendiendo que el campo está en la UVI, un campo que agoniza y que es todo un mundo en sí mismo, algo que parece que no han entendido [¿hasta ahora?] esas administraciones que cuando aún no es demasiado tarde le ponen paños calientes al enfermo en la frente, esas administraciones que por intereses más políticos que por otra cosa lo han dejado llegar, poniéndose de perfil, al estado comatoso.

El campo, todo un mundo en sí mismo lleno de tópicos, como ese que reza que los agricultores y los ganaderos viven de las ayudas o subvenciones o –saben aquel otro que diu, que diría el gran humorista Eugenio– que los agricultores y los ganaderos están siempre llorando al más puro estilo del pastorcillo que anuncia un lobo que en este caso nunca va a llegar.

Unos tópicos –demasiados– que incluso la propia gente del sector agroganadero ha alimentado sin darse cuenta de que de esa forma le acababan restando dignidad a una profesión que es la que más puede conseguir luchar contra la despoblación del mundo rural en una época en la que se habla muy mucho de la España vaciada, en general, y de la Córdoba vaciada, en particular. Agricultores y ganaderos claman hoy en día por una dignidad y respeto que han ido perdiendo y que se les ha ido perdiendo tanto por parte de la sociedad como de las administraciones.

Unas administraciones que constantemente se han puesto de perfil, por ejemplo, mientras agricultores y ganaderos han tenido y tienen que aguantar una Ley de la cadena alimentaria que les condena a recibir unos precios injustos por sus producciones, al tiempo que cinco grandes grupos de la distribución son los que realmente se reparten el pastel; unas administraciones que no han sido capaces tampoco, por ejemplo, de diseñar unas medidas certeras que aseguren el tan necesario relevo generacional en el campo.

Año a año se cierran explotaciones de veteranos y los jóvenes que se arriesgan a intentar vivir de la agricultura o de la ganadería acaban abandonando las que han montado cuando se cumple el periodo del compromiso que les liga a las ayudas que solicitadas para esa aventura laboral.

¿Habrá un antes y un después para el campo gracias a esas macroconcentraciones, como defiende el secretario general de UPA? ¿Surtirán el efecto que busca un sector unido? Sí, unido. Parece mentira. Ya era hora de que los responsables de las distintas organizaciones agrarias se dejaran de politiqueos y abrazaran esa verdad absoluta que es la que reza que la unión hace la fuerza.

Porque, solo así habrá un antes y un después en este todo un mundo en sí mismo en el que también hay clases sociales, pero todas ellas necesarias, a excepción, obviamente, de quien acaba siendo un explotador, que haberlos haylos sin que haga falta encontrarlos, porque incluso se hacen visibles vanagloriándose de ello.

Solo habrá un antes y un después si ya que se ha dado ese importante paso que supone luchar por revivir a ese enfermo comatoso, el sector va a por todas y no se acaba conformando con cualquier plato de lentejas que le pueda ofrecer la administración, que de momento ve los toros desde la barrera esperando que la bravura de quien clama por una solución urgente torne en mansedumbre.

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