Una catástrofe en el recuerdo

La intensa riada que asoló el municipio hace justo hoy medio siglo marcó un punto de inflexión en el desarrollo económico e industrial local

Una de las imágenes de la riada de Puente Genil.
Una de las imágenes de la riada de Puente Genil.
J. M. Cabezas

16 de febrero 2013 - 05:01

Este fin de semana se cumple el 50 aniversario de la catastrófica riada acaecida en 1963, uno de los acontecimientos más importantes del pasado siglo que, de una forma u otra, ha quedado grabado para siempre en la historia de Puente Genil, ya que marcó un punto de inflexión en el desarrollo económico e industrial de la localidad.

Hablar de aquellos días supone recordar una tragedia que todavía perdura en la memoria de quienes la vivieron en primera persona, y de la que siempre se ha hablado a todos los pontanos que nacieron después de aquellos fatídicos 16 y 17 de febrero de 1963. Las inundaciones golpearon directamente al barrio de La Isla, a Miragenil y a las aldeas y núcleos vecinales situados en las orillas del río, causando cuantiosos daños. Además, se necesitó mucho tiempo para que las zonas afectadas recuperaran una estampa que, desgraciadamente, ya no fue la misma desde aquellos días. Cronológicamente, las primeras voces de alarma se dieron el 15 de febrero, fecha en la que el nivel del río comenzó a subir de forma alarmante, una circunstancia motivada por las intensas precipitaciones que se habían venido registrando durante el otoño anterior, y a las que se unió al deshielo procedente de las estribaciones montañosas. Eso hizo que el caudal del río se quintuplicara y diera paso a la catástrofe. Así, durante el día 16, las aguas comenzaron a anegar viviendas, fábricas e industrias de las zonas más cercanas al cauce del río, hasta alcanzar su máxima cota en la tarde del 17 de febrero. El agua superó el puente de Miragenil, cubrió gran parte de la fábrica de La Alianza y penetró por la calle Don Gonzalo alcanzando un nivel de más de cuatro metros de altura en la Plaza de Emilio Reina, en la calle Lemoniez y tres metros en la calle Ancha. En total, se vieron afectadas 345 viviendas de 22 calles, lo que se tradujo en unos daños valorados en más de 24,6 millones de pesetas de la época -unos 147.000 euros actuales-.

En las zonas rurales, la riada afectó a 187 viviendas con unos daños valorados en más de seis millones y medio de pesetas, alrededor de 39.000 euros. Las inundaciones supusieron un duro golpe para el sector industrial de la localidad, ya que, por ejemplo, la fábrica de aceite La Casualidad valoró sus pérdidas en más de 19 millones de pesetas, unos 114.000 euros. A todo ellos se sumaron los graves perjuicios económicos que sufrieron fábricas de carne de membrillo, cerámicas y establecimientos comerciales, que se vieron condenados a cerrar para siempre.

La riada causó graves daños en la red de alcantarillado, destrozó el firme de las calles y deterioró considerablemente edificios de notable valor histórico como la Ermita del Dulce Nombre o el Teatro Circo. De aquellos días también se recuerda la hazaña del vecino de El Palomar, José Guerrero, que al notar que se movían los raíles de la vía férrea a su paso por el Puente Hierro, cogió su bicicleta y se plantó en la estación para dar aviso de lo que ocurría, algo que impidió el descarrilamiento del correo Málaga-Algeciras en el que viajaban 200 personas y que ya estaba a punto de partir.

La repercusión de la riada fue inmediata en los medios de comunicación de la época, y así el Noticiario Español (NO-DO) desplazó un equipo de filmación que realizó varios reportajes. Días más tarde, el 25 de febrero, Francisco Franco visitó la localidad para comprobar los daños provocados por las inundaciones, pronunciando la famosa frase que quedó para la posteridad: "Todo quedará como estaba antes". Los pontanenses se sobrepusieron al desastre a base de trabajo, esfuerzo y sacrificio. Nadie olvidó lo ocurrido, y hoy, justo cincuenta años después del desastre, es necesario volver a recordarlo.

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