El cementerio francés de Peñarroya-Pueblonuevo, declarado Cementerio Singular
Alto Guadiato
La asociación La Maquinilla celebra que es un objetivo "largamente perseguido" y agradece la colaboración del Ayuntamiento y de los alumnos del instituto Alto Guadiato
Un paseo en fotografías por el cementerio de San Jorge de Peñarroya-Pueblonuevo
El camposanto de San Jorge de Peñarroya-Pueblonuevo, con su sección francesa, ha sido designado Cementerio Singular por la asociación europea ASCE, un galardón que lo convierte en el cuarto de la provincia en obtenerlo tras los de Monturque, Fernán Núñez y la Salud, en Córdoba capital. En la comunidad andaluza también lucen este distintivo los de Linares, Málaga y Setenil de las Bodegas (Cádiz).
En su informe, el comité de selección manifiesta que aunque San Jorge tiene mucho por mejorar en lo que se refiere al entorno del cementerio francés, algo que podría llegar a ser un condicionante para el mantenimiento de esta etiqueta en el futuro, entienden que "la relevancia del camposanto a nivel etnográfico, las aportaciones de la localidad a la historia de Europa y, principalmente, el impulso que la sociedad civil e instituciones le han dado a este espacio lo hacen acreedor de este reconocimiento", ha subrayado la asociación La Maquinilla, responsable de presentar la candidatura ante la Asociación Europea de Cementerios Singulares.
Para el presidente de La Maquinilla, Rubén Cañamaque, esta distinción supone, por un lado, la consecución del objetivo largamente perseguido desde hace años y, por el otro, la constatación de que "es el interés de los que vivimos aquí por lo que tenemos lo que verdaderamente cambia la dinámica de las cosas". En cuanto al equipo de gobierno actual del Ayuntamiento peñarriblense, que ha participado "de forma decisiva" en este proceso, "debe se un sentir orgullo especial por haber saldado una deuda patrimonial con el país vecino que nadie había pagado en más de medio siglo".
"Muchos de los componentes de La Maquinilla no habíamos nacido cuando el cementerio francés tenía problemas de conservación. Hoy podemos constatar como Peñarroya-Pueblonuevo ha subido otro peldaño cultural más y que nos satisface haber podido ayudar a conseguirlo", ha subrayado Cañamaque.
Reflejo del esplendor del municipio
El cementerio francés resume el momento de esplendor de Peñarroya-Pueblonuevo. Los primeros franceses llegaron a la localidad en torno a 1850 y el último se marchó en 1969. En 1879, Pueblonuevo del Terrible se dotó del primer cementerio, pero pronto se quedó pequeño y en 1908 se inauguró el de San Jorge, donde descansan los prohombres.
La mayoría de ellos, gran parte ingenieros, eran menores de 45 años. Los había con familia y solteros. A los primeros les proporcionaban viviendas jardín con todas las comodidades -siguen en pie en las calles Reina Victoria y José Le Rumeur-, y para los singles existía un hotel, ya desaparecido, que gestionaba la propia empresa. Cuando morían los enterraban en Peñarroya, pero los herederos y descendientes se los llevaban a Francia al cabo del tiempo. Con algunos, sin embargo, se rompió el vínculo y sus restos se quedaron para siempre en Córdoba. Las suyas son las lápidas que en el último año ha recuperado La Maquinilla.
Entre los monumentos funerarios que se conservan están la tumba de Eugenio Liabeuf, que fue director de la empresa hasta 1948, o la de Camille Desportes, uno de los ingenieros. También descansa en Peñarroya Basile Vovk, un ruso que había huido a Francia de la revolución bolchevique y que en los años 20 fue enviado a España. Como ingeniero de ferrocarril, pasó de Puertollano a Peñarroya, donde falleció en 1948.
La hilera de tumbas ayuda a comprender aquella época floreciente y a reconstruir cómo era la vida en el moderno Pueblonuevo del Terrible. Hay un panteón para las monjas de la Presentación de María porque los franceses se trajeron su propia educación, que encomendaron a la congregación. Entre una gran expectación, las religiosas llegaron a la localidad en 1902 para brindarles una instrucción francesa a los niños, segregados de los locales. Varias religiosas recibieron sepultura a partir del año 1917 y una de ellas, Sor Maria Saint Claudine, incluso tuvo su propio enterramiento independiente.
Otra de las historias más fascinantes es la de la falsa baronesa Costanza Bich, fallecida a los 26 años, y el único vestigio que queda del paso del creador del bolígrafo Bic en Peñarroya-Pueblonuevo.
Un trabajo minucioso
En el últimio año, la asociación La Maquinilla, en colaboración con el Ayuntamiento y el instituto Alto Guadiato, ha trabajado duro para recuperar el camposanto francés. La primera labor de este complejo proceso consistió en el picado y saneado del muro perimetral y la eliminación de la vegetación existente entre las tumbas, que era la causante del mal estado de muchas de ellas. Otros trabajos que se han desarrollado han sido la reconstrucción y limpieza de tumbas y cenotafios.
Tras la finalización de estos trabajos, se ha procedido a la limpieza y reposición de elementos metálicos (cadenas, postes y vallado perimetral de tumbas).
El Ayuntamiento peñarriblense ha colaborado en la gestión de autorizaciones y permisos de obra, pues la normativa recoge que no se puede actuar sobre las tumbas sin la autorización expresa o el silencio administrativo de sus herederos tras información pública. Además, se ha construido un acerado perimetral. El entorno, por último, cuenta ya con información turística.
Para el alumnado del instituto Alto Guadiato y sus profesores, este premio, además de un "sobresaliente que añadir en la asignatura de participación ciudadana del pueblo, es una prueba más de que la educación no solo mejora a los individuos, sino que es útil para transformar el entorno".
La Maquinilla, asimismo, ha agradecido el asesoramiento técnico de empresas como Mármoles Guadiato, Lamur CB, Talleres Cubillo, Serigrafía Moli y Bazar Ceuta para sacar adelante el proyecto y la ayuda prestada por los miembros de Protección Civil de Peñarroya-Pueblonuevo para el transporte de materiales. También ha tenido palabras para el cronista oficial, Jerónimo López Mohedano, por su "esfuerzo por desenterrar, nunca mejor dicho, las biografías de los hombres y mujeres de lejanos países que contribuyeron a crear el pueblo".
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