¿Es la ciudad íbera de Cerro Boyero la Numancia de Córdoba?

Campiña Este

El Ayuntamiento de Valenzuela espera los resultados del georradar y confía en llegar a un acuerdo con los propietarios para continuar con las excavaciones arqueológicas en este oppidum de 17 hectáreas

Zona excavada de la ciudad túrdula de Cerro Boyero, en Valenzuela.
Zona excavada de la ciudad túrdula de Cerro Boyero, en Valenzuela. / El Día

Dormida bajo los olivares de la campiña, la Historia espera a ser despertada. ¿Es el yacimiento íbero de Cerro Boyero, en el término municipal de Valenzuela, algo así como la Numancia cordobesa? Lo creen algunos historiadores, de ahí el empeño del Ayuntamiento de este pequeño municipio de apenas 1.200 vecinos en excavar la zona, aunque las dificultades para acceder, pues los terrenos pertenecen a cuatro propietarios distintos, demora la investigación.

A vista de pájaro, la superficie del recinto amurallado protege unas 17 hectáreas de superficie, como recuerda el concejal de Cultura y Deportes, Ildefonso Ruiz (PP). "Torreparedones son diez hectáreas, lo que puede dar idea de las dimensiones de lo que hay bajo la tierra", compara. En el verano de 2020, aprovechando que había un terreno baldío, se consiguió que el propietario diera el permiso para excavar una superficie de unos 100 metros cuadrados, y el resultado no decepcionó.

Esta intervención arqueológica pionera permitió documentar y restaurar un buen ejemplo de las cisternas a bagnarola (con forma de bañera) que menudean en las ciudades mediterráneas de las segunda mitad del primer milenio antes de Cristo, explica Ruiz. Además de hacer visible, visitable y patrimonializar una pequeña parte del vasto yacimiento, la excavación aportó datos científicos acerca de la evolución de la ciudad en este sector, y se documentaron en planta y estatigrafía varios espacios de naturaleza doméstica y productiva, como una estancia con molinos de mano y otra con restos de un crisol ovalado de un horno de fundición de lingotes de cobre y bronce.

Detalle de la cisterna 'a bagnerola' recuperada.
Detalle de la cisterna 'a bagnerola' recuperada. / El Día

"Se han testimoniado fases estatigráficas diferenciadas entre el bronce medio y tardío, túrdulo antiguo, pleno y tardío y romano republicano, hasta el abandono de la ciudad", explica el concejal. Y se ha fechado la muerte del sitio con series de monedas de los ases de Jano bifronte y de la serie de los magistrados latinos de la cercana capital túrdula de Ibolca-Obvlco, la actual Porcuna.

¿Por qué puede ser tan relevante esta fecha? El concejal, de nuevo, viaja hasta la hermana Torreparedones, entre Castro del Río y Baena, en la misma comarca de la Campiña Este cordobesa: "Aquel asentamiento continuó durante el Imperio romano y hasta la Edad Media, pero la vida en Cerro Boyero acabó mucho antes. Esto quiere decir que estamos ante una de las ciudades íberas más íberas que se pueden conservar, pues el Imperio, con sus grandes monumentos y sus infraestructuras, no tuvo aquí influencia. Los arqueólogos lo comparan con Numancia", explica.

Para apuntalar las teorías, el Ayuntamiento se encuentra a la espera de los resultados del georradar, que barrió unas cinco hectáreas de superficie. "Cerro Boyero es como un melón sin abrir", dice el edil, quien confía en que prosperen las negociaciones con alguno de los propietarios para que el Ayuntamiento pueda continuar con los trabajos y, finalmente, convertir la antigua ciudad en un recurso turístico. "Esta primera excavación supone solo el primer acercamiento científico y la primera área visitable de un gran yacimiento que está llamado a ser uno de los referentes de la arqueología española", se expresa convencido.

Bien de Interés Cultural desde 2018

Toda la zona, pese al gran desconocimiento de lo que guarda, fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) por la Junta de Andalucía en 2018. El expediente valida que Cerro Boyero es uno de los oppida "más relevantes de la provincia de Córdoba". "El abundante material cerámico que puede observarse en superficie y las dimensiones dan testimonio de su importancia en la Antigüedad. Esto contrasta con la escasa o casi nula atención que se le ha prestado por parte de los investigadores", recoge el mismo expediente.

La posición que ocupa el yacimiento es un accidente geográfico "realmente privilegiado", pues constituye uno de los puntos más elevados de la zona, con amplia visibilidad hacia todos los puntos cardinales, "lo que marca su importancia no solo en la Historia, sino en el paisaje actual". Está situado, además, junto a una importante vía de comunicación que desde Cástulo (Linares) y Obulco (Porcuna) bajaba hacia Iponuba (Cerro del Minguillar), pasaba por el oppidum del cerro de los Molinillos y continuaba hacia Ipagrum (Aguilar de la Frontera).

Así, las condiciones para la defensa y habitabilidad de Cerro Boyero son "inmejorables", ya que a la posición geoestratégica hay que unir sus características topográficas, consistentes en laderas con fuertes pendientes que terminan en una amplia meseta ligeramente inclinada. A esto hay que añadir la existencia de manantiales de agua en las laderas y de terrenos aptos para el cultivo.

Otra vista de la zona excavada.
Otra vista de la zona excavada. / El Día

Tal y como aparece recogido en el expediente de su declaración como BIC, los materiales en superficie revelan una ocupación humana que se remonta, al menos, hasta el Bronce Final Precolonial, aunque no se descarta un poblamiento anterior que podría alcanzar la Edad del Cobre. A la época íbera corresponden otras cerámcias decoradas también con motivos geométricos, de pasta gris. Durante esta fase de ocupación, que puede considerarse su época de esplendor, Cerro Boyero contó con un "importante cinturón defensivo", si bien en la actualidad "apenas se conservan restos". Pero, además, el oppidum debió disponer de un sistema de defensa a base de torres, que a modo de avanzadilla defendía el lugar.

De la época romana existen también "abundantes vestigios", principalmente cerámicos, restos de conducciones de agua y ánforas. Hay indicios de que la necrópolis se pudo situar en la zona del Barranco, prolongación natural del cerro, donde también existen "abundantes restos de cerámica ibérica y romana" que son como piezas de un gran puzzle que espera a ser formado.

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