Las claves de la restauración del Palacio Ducal de Fernán Núñez: cómo borrar las huellas torpes del siglo XX
Patrimonio
Varias intervenciones desafortunadas y poco rigurosas en la década de los 80 configuraron el inmueble que ahora se conoce
Una escuela taller llegó a pintar un falso almohadillado en las paredes del portal; también se perdió el empedrado del patio
Una cesión permitirá amueblar el monumento con enseres nobles traídos de Madrid
La reapertura del Palacio Ducal de Fernán Núñez da el paso adelante definitivo tras un periodo continuado de decadencia. El Ayuntamiento acaba de sacar a concurso público por un montante de 1,6 millones de euros las obras para la restauración, consolidación y puesta en valor de este edificio histórico, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) y símbolo del municipio. Las empresas tienen hasta final de mes para presentar sus ofertas y, una vez resuelta la adjudicación, el plazo de ejecución de los trabajos es de 20 meses.
Llegar hasta este momento no ha sido fácil. El Ayuntamiento lleva años haciendo pequeñas inversiones que han permitido recuperar zonas concretas del enorme complejo palaciego, como la escalinata monumental o la capilla de Santa Escolástica. De manera paralela, además, la Concejalía de Cultura ha ido restaurando la pinacoteca, devolviendo vida a obras de arte y recuperando historias que permanecían perdidas. Esta nueva inversión, la mayor de todas, es posible gracias a una ayuda del 1,5% Cultural del Ministerio de Fomento, de aporta 1.044.000 euros; los restantes 597.000 euros necesarios salen de las propias arcas municipales.
Según consta en la memoria de las obras, consultada por el Día, las intervenciones se pueden englobar en dos líneas principales de actuación. La primera busca consolidar los elementos estructurales del edificio, reparar y restaurar cubiertas, restaurar soleras y revestimientos y, al fin, dotar de las instalaciones necesarias para la adaptación del edificio al uso previsto turístico y administrativo.
El segundo bloque de intervenciones consiste en la restauración y la puesta en valor de los espacios arquitectónicos más representativos del edificio. De esta manera, se abodará la restauración de carpinterías, elementos ornamentales pétreos, lienzos de fábrica de ladrillo y pinturas en bóvedas y lienzos de los espacios más monumentales. Todo ello se aborda "tomando las medidas necesarias para la protección de los elementos decorativos y culturales" del inmueble, subraya la memoria.
El Palacio Ducal y sus construcciones aledañas fueron declarados Conjunto Histórico-Artístico en julio de 1983. Posteriormente, con la Ley de Patrimonio Histórico Español, pasó a tener la condición de Bien de Interés Cultural (BIC), la máxima protección que puede tener un monumento. El espacio palatino, con unas dimensiones totales de 2.713,52 metros cuadrados, es el resultado de una serie de construcciones y modificaciones con siglos de antigüedad pues probablemente, según los historiadores, se trata de una de las edificaciones civiles más antiguas de toda la provincia.
En su génesis, el agua y el paisaje constituyeron un elemento fundamental, pues desde antiguo el recinto se ubicó en un lugar estratégico que le permitió contar con un ingenioso sistema de abastecimiento que alimentó a la primitiva torre de Fernán Núñez, llamada de Témez, resultado de la conquista de Córdoba por parte de Fernando III.
El inmueble actual, no obstante, es resultado del terremoto de Lisboa de 1755, que fue el germen de su estilo actual, el neoclásico, que fue introducido en Córdoba a partir de 1783 por el sexto conde, Carlos José Gutiérrez de los Ríos (1742-1795), quien proyecto en él todos sus ideales ilustrados. "Su carácter es excepcional, pues fue el propio aristócrata quien actuó como arquitecto, resumiendo en su diseño toda su formación y experiencias por Europa", destaca el doctor en Patrimonio Francisco Manuel Espejo Jiménez, autor del amplio informe que servirá de base para la rehabilitación.
Si bien el sismo dañó el edificio, no se vio arruinado como tradicionalmente se ha considerado. La mayor parte del palacio permaneció funcional. Y cuando Carlos José Gutiérrez de los Ríos tomó su señorío en 1768 inicia una nueva época de modernización que devolvió el esplendor al complejo palaciego.
El "expolio progresivo" en los años 80 del siglo XX
Entre diciembre de 1982 y el primer trimestre de 1983 se llevaron a cabo los acuerdos de cesión del inmueble al Ayuntamiento de Fernán Núñez. Durante esos meses, curiosamente dos siglos después de su construcción, se produjo un "expolio progresivo" que despojó al edificio de parte de su patrimonio mueble. En este saqueo, según apuntaban las voces locales, pudo haber una "mala administración" por parte de su responsable.
En ese momento, el palacio revelaba ya una "notoria dejadez" y se necesitaba su pronta recuperación. Se estimaba que un área del inmueble estaba útil, mientras que otra necesitaba una intervención por su mal estado. Poco quedó del palacio original, advierte el doctor: "Las desafortunadas y no fundamentadas intervenciones realizadas durante los años 80 lo llevaron a una situación desoladora que lo dejó prácticamente apuntalado a partir de 1991". "En esos años no hubo una restauración propiamente dicha, sino una serie de intervenciones caprichosas y particulares, que no entraban a razón ninguna, muchas veces basadas en una intuición arbitraria que carecían, por lo común, de cualquier fundamento".
"Cómo pretendían restaurar un edificio sin conocerlo, sin escucharlo, sin comprenderlo, sin estudiar en profundidad su origen y su evolución", se plantea el experto. La actual intervención es lo que ahora quiere revertir.
Qué se va a hacer ahora
- Portal. Excepto las bóvedas, se eliminarán las pinturas murales con el falso almohadillado de las paredes, incluido por una escuela taller hace 30 años. El color de los años 80 era azul claro con doble línea granate enmarcando el vano. El resto del espacio debe conservarse tal cual.
- Cocina. Se plantea recuperar la viga maestra y travesaños. El techo es totalmente de obra reciente y esto sería un añadido interpretativo, e inventado, del anterior espacio. La parte de hornos y hornilla metálica debe conservarse y su intervención o reconstrucción tiene que ser mínima, ya que no hay información del original. Las alcayatas que se conservan en una de las paredes deben permanecer, como testigo (y por si reaparecen) algunos elementos del ajuar en cobre de la cocina.
- Patio. Originalmente estaba empedrado o enchinado y se conservan, en el subsuelo, sus restos. El actual suelo es de apenas 50 años. En el proyecto se plantea recuperar el suelo de piedra descubierto y reubicar la fuente, reintegrándole uno de los lados que componen su octágono o taza. No obstante, en torno a esta fuente no aparecen restos del suelo empedrado, por lo que se estima un suelo añadido. Esta operación debe ser reversible y objetiva, de manera que sea fácilmente distinguible la parte original y el añadido, a la vez que debe estar bien integrada en el conjunto.
- Escalinata. Se conservará tal cual, sin eliminar ni retirar nada. El color de finales del XVIII era rosa claro en los vanos y blanco en los resaltos, incluyendo la cúpula. Sin embargo, en torno a 1905 se incluye la nueva decoración, por una mano poco hábil, que es la que ha llegado a nuestros días.
- Salón grande. La decoración de esta dependencia se reduciría a los bienes conservados desde finales del siglo XVIII. Aquí se colgarían los lienzos históricos como la Muerte de don Sebastián Gutiérrez en el cerco de Sevilla y el Levantamiento del sitio de Castro del Río por Martín Alonso de Córdoba. Por último, se distribuirían, con proporción y buen criterio, algunos de los bustos depositados en el ayuntamiento.
- Habitación de la condesa. Reubicar los bienes muebles que tuvo desde el siglo XVIII a la década de 1930. Los bustos conservados que no se destinaran en las otras salas, se instalarían en esta.
- Habitación del conde. Conservar policromía del techo, chimenea, suelo y puertas de acceso a las tribunas de la capilla. La decoración se reduciría a los lienzos y piezas conservadas de 1810. Otra pieza no conservada, y de la que podría hacerse una reproducción, sería el dosel, bien simple en terciopelo carmesí o bien siguiendo el modelo de la época.
- Fachada. Habría que conservarla en su mayor integridad, pese a que las ventanas ciegas del piso bajo de las torres son un añadido caprichoso de hace apenas 30 años.
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