Cuando Córdoba tenía su propio Gran Hotel
Alto Guadiato
El Gran Hotel Santa Elisa, en Villaharta, vivió su época de esplendor a principios del siglo XX, con visitantes insignes procedentes de toda España para tomar sus aguas medicinales
En 1900 llegaron la condesa de Romanones, la duquesa de Tetuán o los marqueses de Villamediana, y en 1904 murió el obispo de Salamanca, un pequeño escándalo
Aunque a principios del siglo XX en Villaharta, localidad cordobesa de apenas 600 habitantes enclavada en Sierra Morena, llegó a haber cuatro balnearios, destacaron dos: el de Fuente Agria, propiedad de Elías Cervelló, y el de Peñas Blancas, con su Gran Hotel Santa Elisa, regentado por Elisa Velarde y que se convertiría en punto de atracción para la alta sociedad de la época. Como recuerda Santiago Rodero en la publicación Apuntes sobre el balneario de Peñas Blancas, editado por la Diputación de Córdoba, Elías y Elisa representaron la dualidad de la época, cuando en un mismo momento confluyen el hombre nuevo, funcionario de carrera, con mentalidad empresarial, y la reivindicación de los derechos de los aristócratas locales.
Fue la crónica de un desencuentro anunciado y, aunque el origen de ambos recintos termales se encuentra en la venta de los terrenos por parte del duque de Alba a Cervelló, pronto se convirtieron en grandes rivales. Y Cervelló llegó a demandar a su competidora, a quien acusó de utilizar sin permiso la denominación de Aguas de Villaharta para promocionarse, una marca que él había registrado en 1880. El enfrentamiento llegó a las Cortes tras un larguísimo proceso legal de sentencias y apelaciones varias que, indistintamente, daban en primera o segunda instancia la razón a uno u otro propietario.
Más de allá de la polémica, el Gran Hotel Santa Elisa se convirtió pronto en el gran referente para la alta sociedad de la época, escenario de intrigas y romances. Se encontraba en el valle del arroyo de las Navas del Molero, en plena Sierra Morena cordobesa. Construido a mediados del siglo XIX como una humilde fonda, en la década de los años 20 del siglo XX se reformó con una nueva fachada, torreones, una rica decoración en balaustradas, molduras y cerámica añil y una capilla independiente.
El ir y venir de personajes insignes de la política y la sociedad más conservadora de la España del nuevo siglo fue continuo, como retrataron los periódicos del momento. En la temporada de 1900, por allí pasaron la duquesa de Tetuán, el marqués de Bérriz, los condes de Esteban Collantes, el general Martínez Campos, la condesa de Romanones, los marqueses de Villamediana o la condesa de Viamanuel. Algunos repitieron en años sucesivos.
Celebraban merendillas y capeas, como la que los periódicos recogieron el 11 de junio de 1904: “Las notas salientes de la tarde fueron unos capotazos del sabio astrónomo alemán señor Phillonewsky. La fiesta resultó brillantísima, siendo obsequiados los lidiadores, la presidencia y público por los dueños del balneario de Santa Elisa con dulces, champagne y habanos”.
También la cúpula eclesiástica visitó Villaharta, y en 1904 el obispo de Salamanca, el reverendo Cámara, murió en las instalaciones, uno de los episodios más negros del balneario y que igualmente recogió la prensa, como un escándalo con gran repercusión a nivel nacional. Testigos del fallecimiento fueron un buen grupo VIP de la época: la marquesa de Monteagudo, los marqueses de Torrelaguna, el marqués de Villamediana o el conde de Cerragería. No le quedó más remedio a la dirección de la institución que compensar la nefasta publicidad generada por el fallecimiento del prelado con una campaña de divulgación de las cualidades de las aguas en los periódicos del momento.
¿Qué queda de aquel esplendor? El Gran Hotel sirvió de hospital de campaña durante la Guerra Civil y, tras la contienda, entró en decadencia y abandono, objeto de numerosos expolios. Sus ruinas, ocultas por el bosque, resisten como testigos de un momento esplendoroso. También perviven una colección de fotografías y postales de época, y tres fuentes diseminadas por el término municipal que el Ayuntamiento villaharteño quiero ahora recuperar.
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