Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
Zona Norte
La declaración del agua de La Colada como no apta para el consumo humano ha dejado en jaque a todos los municipios de la Zona Norte de Córdoba. Así, una vez que el suministro de agua potable a la población está asegurado mediante las cisternas que Emproacsa ha puesto a disposición de los 24 municipios y 14 aldeas que conforman las comarcas de Los Pedroches y el Alto Guadiato, con un reparto equitativo de cinco litros diarios por habitante, ahora la prioridad de los ayuntamientos es otra: atender las demandas de las personas mayores, impedidas o que viven solas y no disponen de medios para poder acercarse a por su garrafa de agua para el consumo diario.
En Pozoblanco, a través de la Concejalía de Servicios Sociales, se está llamando a la población mayor para preguntar si necesitan que se les suministre el agua en sus domicilios, o si disponen de familiares o vecinos que les estén atendiendo es estas circunstancias especiales.
Mientras, el Ayuntamiento de Dos Torres ha hecho público a través de sus redes sociales un teléfono de atención a las personas mayores, en un horario determinado, para que se comunique cada una de las peticiones de necesidad de agua y abordar de la mejor manera posible el poder suministrársela al domicilio.
Así, se van sumando cada uno de los municipios de la Zona Norte, poniendo a disposición de los habitantes los servicios municipales para asegurar y controlar que las personas mayores dispongan de agua potable a diario.
Las cisternas están de ruta por cada uno de los municipios, en los horarios establecidos y en puntos estratégicos de cada localidad. Sin embargo, lejos de ver largas colas de gente esperando con su garrafa, como en la tarde de este martes en Pozoblanco, los vecinos se acercan de manera sosegada y con una o dos garrafas como máximo.
En la cisterna ubicada en la plaza de Santa Catalina, en Pozoblanco, Rosario cuenta que, aunque lleva semanas “comprando agua embotellada por la mala presencia que tenía el agua”, quiere asegurarse “una cantidad de agua” para su casa.
En su domicilio convive con otras cuatro personas y, aunque dispone de alguna garrafa de agua embotellada que había comprado con anterioridad, reconoce que prefiere venir “a por el agua a la cisterna por si faltaran en el supermercado del barrio”, al tiempo que recuerda que los estantes de los supermercados estuvieron desde el lunes casi vacíos.
Ante la situación de alarma vivida en esa jornada, tras el anuncio que el agua no era apta para el consumo humano, algunos supermercados y tiendas de barrio vieron vaciarse sus lineales de agua embotellada. En algunas tiendas, como la de Iluminada en Torrecampo, se vieron obligados a limitar la venta de garrafas por persona: “Había que ser solidarios con el resto de vecinos y que todos pudieran comprar su garrafa hasta que se aclarase qué iba a suceder con el suministro de agua”.
Y es que algunas personas no dudaron en hacer acopio de agua en sus domicilios “por lo que pudiera suceder”. Así lo cuenta Pilar, de Villanueva de Córdoba, que no se lo pensó a la hora de comprar 18 garrafas de cinco litros, motivada, entre otras cosas porque tiene “dos bebés en casa que aún toman biberón”.
Desde los supermercados más pequeños ya se están haciendo los pedidos de palets de agua que aseguren que todos los clientes puedan comprar sus botellas o garrafas. Así, algunos de ellos están buscando lugares de almacenamiento extra ante la petición realizada a sus proveedores para garantizar la atención a la demanda.
En Los Pedroches la falta de agua es un hándicap que siempre ha existido. Algunos recuerdan la sequía de los años 90, cuando el suministro estaba limitado a pocas horas diarias, por lo que no resulta extraño escuchar a vecinos como Bartolomé, de Cardeña, que desde hace tiempo está bebiendo agua del sondeo de su finca, que es potable y con un análisis favorable.
Y es que, el sabor del agua es determinante para muchas familias, que desde hace años han optado por el agua embotellada o por la de los sondeos en propiedad. En esta situación está Pilar, de Pozoblanco, que expone que lleva años bebiendo el agua de su campo “que está buenísima” y le da “más tranquilidad que la del grifo”, aunque ahora tendrá que “traer más porque para las comidas sí utilizaba la de la red”.
Sin embargo, la gran diferencia de la sequía de los 90 con la situación actual es que, a pesar de poder abrir el grifo y contar con agua corriente, ésta no puede ser utilizada para beberla y preparar los alimentos. Este simple gesto supone “un engorro muy grande, además de una preparación más lenta para las comidas que se preparan para los clientes”, cuenta Laura, propietaria de un bar en Pozoblanco, que ya el lunes anunció en sus redes sociales que el agua del café era embotellada para asegurar la tranquilidad de todos.
“No hay más demanda de botellines de agua que en otras ocasiones, pero sí supone un trabajo y dinero extra tener que comprar garrafas de agua y preparar las tapas y platos con el agua embotellada”, insiste Laura, que a partir de ahora podrá contar con el suministros anunciado por Emproacsa para los negocios que tengan una demanda superior a 100 o 150 litros diarios de agua potable.
Esta situación es similar a la que desde el lunes viven las residencias de mayores. Mientras que algunas de ellas ya estaban ofreciendo a sus residentes agua embotellada o suministrada por servicios externos con dispensador para su uso, se abrían algunos interrogantes comunes para todas ellas, como el apagar las fuentes de agua fresca que tienen en las instalaciones y en las que los residentes se servían el agua a demanda, o el de tener que pasar a preparar los menús con agua embotellada.
El anuncio de Emproacsa de suministrar cinco litros de agua diaria por habitante fue bien acogido, pero desde las residencias se empezaba a calcular el número de litros que se necesitaban según el total de residentes y cómo recogerlo de las cisternas si no se les acercaba a las instalaciones. Algunas ya estaban instalando depósitos de agua de grandes dimensiones para asegurar el suministro a la cocina y a los residentes.
Aunque la incertidumbre de qué sucederá o cuándo se podrá volver a consumir agua del grifo con seguridad y garantías, la población se está adaptando poco a poco a esta situación de emergencia, con algo más de tranquilidad por saber que tiene garantizado el suministro a través de las cisternas, a pesar de la incomodidad que supone no poder cocinar con el agua que llega a sus hogares.
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