Todo depende del color del cristal con que se mire
Puerto del Calatraveño
En una misma jornada, la UPA y Asaja alertaban del desastre en el campo cordobés, mientras que los ajeros se felicitan por la buena campaña y las cooperativas por mantener su nivel de facturación anual

E N este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira. La frase es de Ramón de Campoamor y requiere de pocas explicaciones, porque es perfectamente entendible. Viene al caso esta reflexión porque hoy cerramos una semana en la que el campo cordobés ha sido noticia por distintas circunstancias y, en función de quien lo diga, la realidad que se expone es muy distinta, lo que demuestra la complejidad de este sector económico, que nos guste o no, sigue siendo clave para la supervivencia de la provincia de Córdoba y para mantener un mundo rural moderno y generador de oportunidades para las generaciones venideras.
Casualmente, en la misma jornada -el pasado martes- nos despachamos con distintas visiones de la realidad agraria cordobesa, una circunstancia que no es nueva pero que tal vez lleve a la confusión a quienes los desconocen. Así, la organización agraria UPA puso el grito en el cielo por las pérdidas continuadas que arrastra el campo en los últimos cuatro años, una situación que se cifra en 480 millones de euros que se han esfumado desde 2008 por distintas circunstancias climatológicas, estructurales, de mercado y de ineficacia de los gobernantes. Esa fue la manera de los dirigentes de esta organización profesional de plantear un cambio profundo en el sistema de los módulos fiscales a los que tienen que hacer frente los agricultores y ganaderos y el argumento que esgrimen para que el ministro Cristóbal Montoro -por si no tiene frentes abiertos ya- reconsidere esa fórmula de pago.
Aún no habían terminado de exponer su argumentarios los dirigentes de la UPA cuando por las redacciones de los medios ya circulaba un escrito de otra organización agraria, en este caso Asaja, en el que se alertaba de que, o se toman medidas de apoyo al sector ovino, o la cabaña ganadera cordobesa se irá reduciendo drásticamente.
Faltaban aún los ajeros cordobeses, que ese mismo día habían citado también a la prensa para hablar de su campaña. Todos estábamos preparados para un nuevo valle de lágrimas cuando los portavoces de los productores sorprenden a propios y extraños y dicen que están encantados, que gracias a que China -principal competidor de Córdoba- mantiene unos precios altos y que los compradores se han fijado en el ajo de Montalbán y Santaella, de manera que en apenas una semana se ha vendido todo, con unos márgenes más que respetables y logrando salvar prácticamente la campaña actual.
Faltaban las cooperativas agrarias asociadas a Faeca, que también habían decidido reunirse ese mismo día. Tampoco hubo lamentos. Es más, estas empresas agrarias lograron el año pasado mantener su nivel de facturación en 779 millones de euros, que visto lo visto, no está nada mal y refuerza el papel de unas entidades que, con sus evidentes carencias, también están demostrando su fortaleza para sortear la puñetera crisis.
Esas cuatro posturas son cuatro maneras de analizar una misma realidad y, como decíamos al principio, distintas formas de exponerla, dependiendo del prisma desde el que se enfoque. ¡Al loro, que no estamos tan mal!, como diría el expresidente del Barcelona, Joan Laporta. ¡O sí!, que replicaría el presidente Rajoy ejerciendo de gallego.
Una visión muy distinta del mundo agrario tienen otros, como los jornaleros que ha celebrado esta semana los 100 días de ocupación de la finca pública Somontes de Palma del Río, donde han puesto en práctica su particular forma de entender la explotación de la tierra. Si es que está visto que el campo da para mucho y que el que no se consuela es porque no quiere. Como diría un castizo, "la vida es asín".
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