La desaparición del lobo ibérico: El animal indeseado

Medio ambiente

La Junta activa un plan para reducir la amenaza del 'Canis lupus signatus'

El interés de cazadores y ganaderos choca con el sentimiento ecologista

Ejemplar envenenado a principios de marzo en Belmonte, Asturias. / J. L. Cereijdo / Efe
Ángel Robles

19 de marzo 2017 - 02:32

Hace años que el aullido del lobo ibérico no se oye en Sierra Morena. Lo advierten los colectivos ecologistas y, de alguna manera, lo confirma la Consejería de Medio Ambiente: "La situación de esta especie en Andalucía [y por extensión en Córdoba] es desconocida. No sabemos ni los individuos que sobreviven ni en qué lugares", explica el delegado de Medio Ambiente en Córdoba, Francisco de Paula Algar. El II Censo Nacional elaborado por el Gobierno central, con datos de 2013-2014, recogía una población de 297 manadas en toda España, pero ninguna en Andalucía. Los indicios más cercanos deCanis lupus signatus al Sur de Sierra Morena se remontan al año 2013, cuando el Centro de Análisis y Diagnóstico de la Fauna Silvestre, con sede en Málaga, certificó la recogida de cinco excrementos de lobo, tres de ellos en la Sierra de Andújar (Jaén), y dos de ellos en el continuo de bosque mediterráneo formado por las sierras de Hornachuelos y el Norte de Sevilla. "Desde esa fecha no hay otros indicios. Ni observación directa ni ningún tipo de evidencia", certifica el delegado.

Al cambio de siglo, un estudio de la Consejería constató la presencia del lobo en dos áreas aisladas de la provincia. En la zona del ya citado parque de Hornachuelos, con dos grupos familiares, y en Cardeña-Montoro y Andújar, con cinco grupos familiares. "En el siglo XX, la principal causa de la desaparición del lobo en Sierra Morena, así como en el resto de España, ha sido la intensa persecución practicada en las zonas más humanizadas y el uso abusivo de venenos", explica Algar. Los registros de mortalidad son claros: la mayoría de las muertes son responsabilidad del hombre, tanto por los efectos de la caza ilegal como por envenenamientos o atropellos accidentales, como recoge el Libro rojo de los vertebrados en Andalucía, editado por la Consejería. "Con todo, los expertos consideran que es compatible, pues el lobo tendría un efecto positivo en la calidad de la caza, pues los grupos familiares abatirían los individuos enfermos y más débiles", reflexiona el delegado. Pura selección natural, como ya enunció Darwin.

Tampoco, en teoría, debe existir "conflicto" entre la presencia del lobo y la actividad agroganadera: "Los productores pueden quedarse tranquilos. Tenemos agentes de Medio Ambiente que atienden todos estos problemas y en Córdoba no existe constancia de ataques a ganado desde hace años. En todo caso, si los hubiera, la Administración está para compensarlo económicamente", asegura el responsable provincial. El año pasado, la Junta de Andalucía aprobó el Programa de Recuperación del Lobo Ibérico en Andalucía, cuyo objetivo es "reducir las amenazas" en la comunidad y "consolidar" los grupos familiares que se detecten, pero "en ningún caso su reintroducción", insiste el delegado. Esto es: en ningún caso se van a hacer sueltas de lobo ibérico, como sí se hace con otros animales en peligro como el lince. También se ha puesto en marcha un proyecto Life que se basa en la "comunicación". Su objetivo es reducir la "enemistad" que genera esta especie y dotarla de un "perfil de amiga y favorecedora de la caza", dice el delegado.

Pero el imaginario popular es poderoso. Desde la Caperucita roja que plasmó por primera vez en papel Charles Perrault a la fábula de los tres cerditos, el lobo se ha ganado el desprecio en los entornos rurales. Y luchar contra creencias de siglos no es fácil, aunque Algar considera que ha llegado el momento de cambiar: "La convivencia con el lobo y el ganado es posible. Quizás en el siglo XIX a lo mejor había conflicto de intereses, pero estamos ya en el siglo XXI", compara.

En este debate, la patronal Asaja ha sido una de las voces más críticas y hace unos días instaba a la Junta de Andalucía a paralizar el plan del lobo y a que retire su pretensión de llevar a cabo el programa para la recuperación de esta especie que persigue catalogar a este depredador en peligro de extinción. Fuentes de la Asociación Jóvenes Agricultores explican que esta petición llega tras las reuniones que está manteniendo la Administración autonómica con pastores y ganaderos como la celebrada la semana pasada en la localidad de Espiel bajo el título El lobo en Andalucía: Cambiando actitudes.

El "desafortunado" programa plantea extender el lobo por las sierras andaluzas, advierte Asaja. Pese a las explicaciones aportadas por la Junta, la patronal agraria interpreta que, en una primera fase, el plan autonómico contempla la "recolonización" de la Sierra de Hornachuelos, la Sierra Norte de Sevilla, el Guadiato-Bembézar, el Guadalmellato y las cuencas del Rumblar, Guadalén y Guadalmena, un área que cuenta con más de un centenar de municipios que tienen en la ganadería y en la actividad cinegética "sus principales actividades económicas".

"El programa constituye una insensatez puesto que el lobo, sin necesidad de programas de apoyo ni de más dinero público, mantiene su presencia en las zonas tradicionales de Cardeña, Montoro, Andújar y Despeñaperros y está en expansión en toda la Península Ibérica, creando graves problemas en todas las zonas ganaderas y cinegéticas que recoloniza", afirma Asaja.

La organización asegura que tanto al Norte como al Sur del Duero los lobos siguen causando "estragos" en la cabaña ganadera, constituyen una "fuente constante de conflicto" y son "frecuentes" las manifestaciones de rechazo. Incluso en aquellas provincias en las que su presencia es aún testimonial, el debate se centra justamente en lo contrario, en rebajar la catalogación de la especie para evitar su proliferación. Porque, según los cálculos de Asaja, los ataques de lobos al ganado en España suponen unos daños anuales directos de más de cinco millones de euros.

Con casi 300 grupos reproductivos censados y con lobos hasta en la Comunidad de Madrid, la patronal agraria insiste en que "no se puede hablar de una especie en peligro de extinción" y apela a "la sensatez y a la cordura" de la Administración autonómica. "Le pedimos que frene este esfuerzo inútil que a nada conduce, que nada aporta y que, de salir adelante, será fuente de conflictos en el mundo rural", asevera la organización.

Con independencia del "loable" mandato de preservación de todas las especies allí donde tengan presencia, Asaja considera que reivindicar la conservación del lobo "a toda costa es una temeridad, porque el lobo causa enormes daños económicos a quienes verdaderamente mantienen el medio ambiente en el mundo rural, que son los titulares de explotaciones ganaderas o cinegéticas". "Su conservación hoy es difícilmente sostenible dado que no es posible la convivencia pacífica con la ganadería extensiva y con la actividad cinegética", insiste.

"El lobo es un carnívoro que, cuando ataca, mata varios animales, no se contenta con uno", dice categórico Antonio R., un ganadero con explotaciones de bovino, vacuno y terrenos cinegéticos en las zonas de sierra de Montoro y Andújar. Hace seis meses, varias de sus ovejas sufrieron un ataque de perros asilvestrados, aunque reconoce que el lobo nunca le ha causado problemas. "La clave es que no se nos ha tenido en cuenta para la elaboración del programa y, en la práctica, las indemnizaciones de la Administración tardan muchísimo en llegar y recuperar la producción que se pierde es muy complicado", dice el propietario. "Una cosa es lo que se nos dice en las charlas, en las que todo suena muy bonito, y otra es la realidad. El lobo no va a traernos turismo rural ni mejor actividad cinegética", contradice a los responsables de la Consejería.

La visión de los grupos conservacionistas es antagónica. "Los programas puestos en marcha por la Junta son claramente insuficientes, pues hace muchos años que deberían haber cumplido su propia normativa y clasificar la especie en peligro de extinción, pero eso habría implicado la puesta en marcha de un plan de recuperación y habría generado la polémica", demanda el portavoz de Ecologistas en Acción en Córdoba, Joaquín Reina. En la provincia, el hábitat potencial del lobo ibérico abarca Sierra Morena "en toda su amplitud", ya que hay "disponibilidad de alimento", pero la realidad es otra: "Sierra Morena se ha convertido en un gran territorio en el que se practica un manejo intensivo de la caza mayor, por lo que va a ser muy difícil recuperar el lobo". La sobrepoblación de ciervos o jabalíes y la existencia de corzos, gamos o muflones y las grandes extensiones de bosque mediterráneo constituyen, en teoría, el hábitat idóneo para esta especie, mientras que, según Ecologistas, la ganadería "cada vez es más residual" en esta zona, por lo que no deberían de surgir "conflictos" con este sector económico.

Cualquier solución, no obstante, tendría que nacer del consenso. "Con quien habría que sentarse es con los grandes propietarios, con la Federación Andaluza de Caza y con Asaja, pues el lobo como especie fundamental para el equilibrio de la trama ecológica es compatible con todas estas actividades", sostiene el portavoz del colectivo conservacionista. Reina lamenta el "rechazo generalizado" que suscita esta especie en el mundo rural, mientras que en el entorno urbano ocurre todo lo contrario, y cada vez surgen más voces críticas sobre esta situación.

Independiente de las opiniones y el debate, la realidad es tozuda, y en Sierra Morena hace mucho tiempo que dejaron de escucharse los aullidos del lobo. "En Ecologistas, hemos estado dos años con grupos de naturalistas y biólogos pateándonos muchos kilómetros, pero los resultados han sido infructuosos", zanja Reina. La conclusión es la siguiente: "En Andalucía, el lobo está prácticamente extinguido".

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