La educación, ese negocio

PUERTO DEL CALATRAVEÑO

Llega la escuela y ya se espera esa moción de IU en la Diputación que demanda la gratuidad total de una enseñanza pública en Andalucía que acaba destrozando los bolsillos de las familias

F.j. Cantador

21 de septiembre 2008 - 05:00

Sálvame Izquierda Unida, óyeme te imploro con fe, mi corazón en ti confía, Izquierda Unida sálvame, Izquierda Unida sálvame, sálvame”. Llega la escuela y, con ella, las cuentas corrientes de las familias dosmileuristas para abajo empiezan a temblar. Y mucho más en estos tiempos del terrible Saturno de la crisis –que ya no recesión económica– devorando a sus hijos curritos de sueldos medianos, bajos o muy bajos, que son los que en estos casos se hace carne eso de que a perro flaco todo son pulgas.

Llega la escuela y, con ella, la tradición dice que debe también ver la luz la moción de Izquierda Unida en la Diputación pidiendo la gratuidad total de la enseñanza pública en Andalucía. Sí, esa moción que uno no entiende hasta que no es padre con niños en Infantil o Primaria. Si no es así, lo más seguro es que el debate en el plenario provincial parezca vanal y sin sentido y más de lo mismo. Otro comienzo de curso que se discute sobre algo que no va llegar a ningún sitio. Nada más lejos de la realidad, ya que, por lo menos, debe quedar constancia de que de gratuidad nada. Y si no, que se lo pregunten, por ejemplo, a los familias de los niños del colegio Virrey del Pino de Baena que ilustran este humilde artículo.

No obstante, llega la escuela y, con ella, se nos vuelve a vender que nuestros hijos tienen enseñanza gratuita. “Oye, que a mi me ha dicho de muy buena tinta tu hermano que a su hija, que ha empezado el instituto, le dan todos los libros. Pues a tus hijos será igual”, te comentan tus suegros mientras tú les lloras que tu cartera tiene la tensión por los suelos de tanto soltar hierro [el de las monedas metálicas] en montañas de material escolar.

Bien es cierto que el cheque-libro –palabra maldita en estos tiempos en los que los bancos tienen las piernas de barro– aminora un poco ese bye bye a los puñados de cientos de euros que se escapan tal y como llegan –gracias, muchas gracias, Consejería de Educación por ese talón–. Pero también es bien cierto que ese cheque es tan sólo un parche al montante que hay que soltar. Porque, el librito de inglés gratis lleva aparejado un manual o cuadernillo en el que los pequeños sí pueden escribir y que hay que abonar en la librería de turno. Lo mismo le pasa al libro de Conocimiento del Medio, Matemáticas... Obvio, las librerías y, sobre todo, las editoriales, que eran las que se sentían más ninguneadas con la invención del cheque-libro, no pueden perder dinero hasta el punto de sentirse en el filo de la quiebra económica.

Las conversaciones entre padres e hijos se suceden entre almuerzo y almuerzo. “Papá, a tus padres también le costarían bastante los libros tuyos”, te dice tu hija cuando te ve hablando con tu mujer del asunto. A lo que tú le respondes:“sí, en los tiempos de la EGB también costaban una pasta, pero comprabas sólo los libros y no había cuadernillos suplementarios ni material escolar en cantidades industriales. Y los niños de entonces no éramos mucho más torpes que los de ahora”. Ah!, por cierto, luego está lo de vigilar al pequeño o a la pequeña para que no se le ocurra escribir con tinta difícil de borrar en el libro que has adquirido gratis gracias al talón que te facilita mamá Junta de Andalucía –no obstante y sin ningún tipo de acritud, gracias de nuevo Consejería de Educación–.

Sálvame Izquierda Unida, óyeme, te imploro con fe. Presenta de nuevo la moción para que, por lo menos, quede constancia de que la escuela se ha convertido de un negocio de los que te va preparando para pegarte ya el sablazo definitivo en la universidad.

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