Tribuna Económica
José Ignacio Castillo Manzano
La financiación autonómica, ¿Guadiana o Rubicón?
Subbética
Ordenados arroyos preludian la embocadura de Rute. Pancartas y rótulos confirman al forastero que las fragancias conquistadoras de su olfato, y por siempre inconfundibles, emanan de mantecados, mazapanes, anises y turrones. La niebla envuelve un primer puente de diciembre crucial, en años anteriores, al repetir la formidable cifra de 100.000 visitantes. Un paisaje grisáceo superado por un progreso tecnológico en la comercialización, prolongado hasta Nueva Zelanda, nuestras antípodas, donde comienzan a degustar productos navideños elaborados en el único Municipio Turístico de Andalucía ubicado en la geografía cordobesa.
Esos caudales hídricos arqueados en los márgenes del asfalto traban una autóctona metáfora con La ruta del agua. Este itinerario discurriría por las destilerías, enclavadas históricamente en el sector alto por su indispensable cercanía a los acuíferos. Las siguientes estaciones combinarían entornos naturales y ocio activo ligados al embalse de Iznájar y un repertorio de pilones antiguos restaurados por el Ayuntamiento.
La raigambre familiar, la cooperación intersectorial y la conservación de la tradición artesanal modelan la idiosincrasia del cosmos agroalimentario de Rute. Rasgos seculares irrenunciables y entreverados con la imprescindible actualización digital, alternativa vital en una época de parálisis en el tránsito.
Rute preserva el origen añejo de sus anisados y aguardientes, datados en 1630 por el archivo parroquial de Santa Catalina, y descubre ginebras atrevidas y combinaciones innovadoras de refrescos y licores. Los procesos inveterados en hornos y obradores incorporan grasas vegetales y recetas sostenibles y nuevas variedades de mantecados y polvorones acoplados a la dieta vegana.
El dinamismo y la versatilidad impregnan el flujo empresarial aderezado con anises, dulces y pastelería navideña y las chacinas. Sin traspasar el umbral de los 10.000 habitantes, esta población sí cruza fronteras internacionales, entre sellos compartidos, unificados en la web derute.es, o a través de conductos propios de distribución.
Un triángulo entre Ronda de Priego y el Paseo del Fresno anuda tres destilerías de anís. El mapa pentagonal lo completan Altamirano y La Flor del Fresno. “Esto hay que mamarlo desde chiquitito”, enfatiza José Manuel Molina, guardián de la quinta renovación del mismo apellido en la gerencia de Raza. Ambiciona “hacer llegar el anís a nuevos públicos y consumirlo de otras formas”. Las bebidas gaseosas, entre ellas las tónicas, abanderan este inevitable florecimiento. Avala que “todo el que lo prueba queda encantado”.
Atestigua José Manuel Molina que “tantas empresas como en Rute no hay en España, ni en el mundo”. Evoca que, en el transcurso de un siglo y medio, se han desplegado más de 100 factorías de este gremio y, simultáneamente, han operado hasta 53 –cuatro de ellas en la calle del Agua-. Únicamente, “el terreno montañoso” impidió la aprobación de la Denominación de Origen y la materia prima de matalahúva, en su caso, procede de latitudes antequeranas.
Anulada la exhibición de la destilación en directo, las instalaciones, remozadas, integran un polivalente despacho de venta donde refulge el anís extra seco, el "producto bandera”. Calcula la bajada del negocio, en esta campaña acotada, en un 15% y pronuncia “otro reto personal”: la consolidación en Europa.
Los alambiques de cobre, la leña de oliva, el agua y el alcohol se amparan, igualmente, a solo unos metros, en los 4.000 metros cuadrados de superficie de Anís Machaquito, firma constituida en 1860. La cuarta rama descendente de la familia Reyes macera en sus depósitos, durante meses, el icono primitivo, conviviente ahora con licores de guindas, hierbas, bellota o las guindas asentadas en las cerezas del Valle del Jerte.
Las restricciones sociales anticipan una reforma integral a cuya conclusión se inaugurará una sala del museo. Otros compartimentos se reservan a la degustación y el embotellado. El alcohol de melazas –extraído de la remolacha-, vertido a 96 grados, engendra una fórmula de la centuria pretérita.
María Sánchez, responsable de turismo en Machaquito, indica que, desde marzo, arriban a Rute expedicionarios de Bélgica, Francia y Alemania. Más adelante, en agosto, descuellan los periplos rurales y “la campaña de Navidad es mucho más de turismo andaluz”. El entramado de reparto fija en el territorio nacional un 90% de las ventas y, paulatinamente, afianzada la senda japonesa, apunta Javier Díaz, administrativo, “estamos empezando a entrar en otros mercados, como el alemán, ruso, turco o, incluso, Nueva Zelanda”, aunque, admite, que “esta Navidad está totalmente perdida, es la peor en décadas”.
En una casa contigua, erigida en 1908, permanece forzosamente clausurado el Museo del Anís, precursor español de la tematización de edificaciones singulares, en un “cambio consustancial y radical, exportado y clonado” y que ya ha seducido a viajeros de más de 70 países. Su director, Anselmo Córdoba, ciclón aventajado del vanguardismo, es Premio a la Excelencia en la Gestión Turística de la Junta. Preconiza una Rute en constante ebullición y reconversión y razona que este paréntesis ineludible “debe servir para reestructurarse, reposicionar el barco en nueva dirección y adaptarse a los formas, usos y modelos de vida del año 2021”.
Las bebidas de Destilerías Duende, entre ellas, el anís Arruza, se derraman en un patio fascinante, anualmente laureado por la Diputación y la Mancomunidad de la Subbética. Anselmo Córdoba reniega del pesimismo y abraza estelas prometedoras como el turismo de talleres, cinegético o anclado a la salud.
El belén de chocolate de Galleros Artesanos recreado en esta Navidad desde la Alsacia francesa a la Selva Negra, focalizada en el Palacio de Liechtenstein, y en las regiones nórdicas, es el atractivo de Rute que más afluencia concita. Los itinerarios virtuales eclosionan en estas semanas.
Reunificado el grupo junto a Productos Garrido, apellido que particulariza a esta estirpe, iniciada en un obrador de pan, acumula un siglo de exquisitez y distinción en piononos, frutas confitadas, alfajores, hojaldradas o turrones de chocolate.
Maestro chocolatero, Jorge Garrido Reyes reafirma que, también en este 2020, a “todo el mundo que le gusta celebrar la Navidad, además de tener un árbol, le gusta tener una mesa decorada con todos los productos y no faltarán los de Rute”, prestigiados en nuestro continente.
El Museo del Turrón y el Nacimiento de Hielo, los compartimentos cofradieros o la colección de esculturas encarnadas en los reyes de España, el papa Francisco, Rocío Jurado u Ortega Cano personifican sabores y texturas genuinos.
Idéntico germen consanguíneo, cuatro y cinco generaciones atrás, acuña a La Flor de Rute, endulzada en un Museo del Azúcar. Su responsable de Producción, Rafael Garrido, también ejerce de presidente de la Asociación Empresarial Rute Turismo, una entidad homogénea y polifacética y “abierta” a otras corporaciones locales. “Se trabaja por la vocación turística y un camino común”, recalca.
1962 inscribe a La Flor de Rute, fábrica protectora de “la calidad” -como propiedad radiante e irrevocable- “la supervisión directa y la mejora continua”. Otro emblema definitorio recae en “la respuesta directa” a los pedidos individualizados. Rafael Garrido reconoce que “hay un descenso evidente, pero se sostienen las ventas”, porque “de forma natural se ha perdido del cliente presencial y ha subido el canal de la tienda online”. El papel de seda recubre al polvorón artesano amasado por una plantilla local y mayoritariamente femenina y en una selección refinada asoman los alfajores, la hojaldrina y el bombón navideño. En las cercanas vísperas de Nochebuena, se intensifican operaciones internacionales, sobresaliendo el destino francés.
Vedadas las vías de interacción, “Rute sigue abierto a todo el mundo”, contrapone el alcalde, Antonio Ruiz (PSOE). “La modernización y la digitalización” rutilan frente al estancamiento de otras pautas consuetudinarias. En cualquier escenario, “la excelencia y la diversidad de los productos y su presentación”, certificados por la declaración como municipio turístico, han de prevalecer, argumenta el regidor socialista al sondear el aprendizaje urgente y obligatorio deparado por la pandemia.
La extensión de los beneficios económicos y laborales de la temporada Navideña a más períodos significa un desafío prominente al objeto de “que vengan los turistas en cualquier época del año porque tenemos atractivos de interior, históricos, artísticos y gastronómicos”. El aroma de la Navidad nunca acaba y siempre empieza en Rute.
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