Espiel inaugura una ruta con cinco escenas que reivindican su pasado minero: de la vagoneta al castillete
Alto Guadiato
La concesión La Luz, iniciada en 1863, llegó a ocupar buena parte de la extensión actual de la localidad debido a la calidad del carbón
Un recorrido en fotografías por la nueva ruta de escenas de la minería de Espiel
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Uno de los mayores peligros del trabajo en la mina siempre ha sido la presencia del invisible grisú, un gas incoloro e inodoro altamente inflamable y muy tóxico que se acumula en la parte superior de las galerías. Entre los siglo XVII y XIX, la única manera de eliminarlo era descomponiendo las bolsas que se creaban en las galerías a través de pequeñas combustiones. Para desarrollar esta arriesgada tarea existía un puesto de trabajo específico, conocido popularmente como el penitente.
Era un minero envuelto en manta de lana o cuero con la cara protegida por una máscara y una capucha, empapado por completo en agua, que se arrastraba por las galerías mientras sostenía con una mano un largo bastón con una antorcha encendida en su extremo, lo que provocaba pequeñas explosiones. Este trabajo, evitado por todos los mineros pese a que se pagaba mejor, se cobró la vida de numerosos profesionales hasta la invención de la lámpara de seguridad de Humphrey Davy en 1815.
Para entonces, ya se había creado un mito alrededor de aquellos mineros que penaban por las nuevas galerías, antorcha en mano, jugándose la vida de madrugada para que los frentes de trabajo fueran accesibles a la mañana siguiente. La denominación de penitentes tenía que ver con el parecido de sus ropas con las órdenes religiosas, pero además escondía una burla macabra porque, en ocasiones, el penitente terminaba siendo una víctima de la explosión.
El penitente es, desde este sábado, una de las cinco escenas inauguradas en el casco urbano de Espiel que reivindican el pasado minero de este municipio del Alto Guadiato, que vivió su periodo de esplendor en torno a la minería del carbón durante los siglos XIX y XX y que, de alguna manera, se sentía en deuda con este pasado. La figura del penitente se ubica en la plaza de San Sebastián, junto a la iglesia, y es la cuarta parada del itinerario que propone el Ayuntamiento y que arranca en la calle Santa Bárbara, junto a la escuela infantil, precisamente en la misma ubicación donde se autorizó la primera concesión minera y que rememora el descubrimiento del carbón en Espiel.
"Escenas de Minería es un homenaje a la minería del carbón por dos motivos. Primero, porque durante muchos años la actividad extractiva del carbón fue santo y seña y la locomotora de la vida sociolaboral de Espiel. La segunda es que una vez que desapareció la actividad extractiva, afortunadamente, apareció una herramienta poderosa como fueron los Fondos Miner", ha valorado el alcalde espeleño, José Antonio Fernández (PP), durante la inauguración de esta muestra permanente, que es mucho más que un recurso turístico.
Y es que gracias a estas ayudas el municipio "ha podido industrializarse". "Hemos cambiado el monocultivo del carbón por una muy importante industrialización de la localidad. Tanto es así que gracias a los Fondos Miner hemos tenido la formación del capital humano de los espeleños y las espeleñas y hemos sido capaces de generar más de 480 puestos de trabajo directos y hemos logrado tener cuatro polígonos industriales más uno de propiedad privada, que suman un millón de metros cuadrados de suelo industrial", ha insistido.
Los orígenes: la mina La Luz
Las primeras vetas de carbón en Espiel se encontraron a finales del siglo XVIII. El 15 de agosto de 1780, una Real Cédula destinada a contrarrestar la creciente deforestación del país promulgó el "carbón de piedra" como un artículo de primera necesidad. Años más tarde, en 1787, el aumento del consumo de leña en la mina de mercurio de Almadén (Ciudad Real) y la instalación de una máquina de vapor para la extracción de agua y mineral convirtieron la búsqueda por zonas cercanas en una prioridad.
Las prospecciones efectuadas en los alrededores de Almadén no dieron el resultado esperado, pero sí lo hicieron unas muestras extraídas en Espiel y Belmez. El elevado coste del transporte en mula motivó la suspensión de las primeras labores a finales del siglo XVIII, por lo que hubo que esperar a mediados del XIX a la primera gran extracción, la de la mina La Luz, concedida en 1863 y que llegó a ocupar buena parte de la extensión actual de la localidad y tuvo gran relevancia, tanto por la calidad de su carbón como por la potencia de sus capas y la proximidad a la superficie. La escena que se ha recreado puede verse en el punto exacto donde se encontraba la concesión.
A unos minutos, en la calle Ramón y Cajal, el Ayuntamiento ha reconstruido uno de los elementos más representativos del paisaje minero: un castillete. El que puede verse es una réplica exacta del utilizado como retorno del Pozo Espiel, que se encuentra en el polígono industrial El Caño II, aunque originalmente estuvo situado en el llamado pozo de Las Muchachas de la vecina Peñarroya-Pueblonuevo. Al fondo de esta réplica, se puede observar toda la cuenca minera del Guadiato.
En la plaza de Andalucía, junto al Ayuntamiento, se encuentra la escena número tres, que recrea el transporte en vagoneta y que incluye una vagoneta original, con capacidad de 500 litros, que procede del pozo San José-Cervantes, de El Porvenir de la Industria, y que ha sido cedida por el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos y Grados de Córdoba.
¿Cómo se utilizaba este aparato? Si bien el transporte del carbón se realizaba con caballerías y espuertas, arrastrado por locomotoras o por transportadores blindados, la figura más conocida era la vagoneta empujada por un minero, que es la escena que aquí se representa. El vehículo marchaba sobre unas vías de hierro que se colocaban conforme se avanzaba en la galería interior. Posteriormente, podía vaciarse en tolvas dispuestas para esta tarea o bien engancharse a trenes que acercaban la mercancía a embarques para su salida al exterior. El carbón que puede verse es natural y procede del Antolín, en el término de Belmez.
Tras pasar por la escena del penitente (punto cuatro, en la plaza de San Sebastián), el recorrido finaliza en la calle Torrefranca, junto al jardín vertical, donde se ha recreado el interior de una galería de carbón en la que puede verse a un minero picando en labor de extracción. Cada entibado recibía un nombre, que puede leerse en las maderas que lo componen; el Ayuntamiento ha agradecido que esta escena ha sido realizada por antiguos mineros espeleños, ya jubilados.
Todas las galerías -recuerda el Consistorio- debían disponer de sostenimiento o entibación, ventilación y aire fresco, electricidad, agua y aire comprimido, desagües y bombas para las filtraciones de agua subterránea, así como un sistema para el mineral y los materiales necesarios para la explotación. ¿Y cómo se trabajaba? Los mineros se distribuían en tres turnos y los ciclos se repetían; se retiraba la piedra o el carbón de la voladura realizada por el relevo anterior, se cargaba en vagones o cintas transportadoras, se entibaba la galería y se cubrían las paredes con madera para evitar desprendimientos. Así se hizo durante años en Espiel hasta que en 1993 cesó la actividad con el cierre del último pozo y la localidad inició una nueva historia.
Homenaje a Manuel Nevado
El acto de inauguración de la ruta de escenas mineras ha concluido con un homenaje a Manuel Nevado, un espeleño que emigró a Asturias y que se convirtió en fundador y secretario general de la Federación Estatal Minera de CCOO. En el acto ha participado la secretaria general del sindicato en Andalucía, Nuria López, y numerosos representantes de la organización que han recordado la gran labor de Nevado en pro de los trabajadores de la minería.
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