Desvelada la incógnita de cómo era en sus orígenes la parroquia de Santiago de Montilla
Campiña Sur
María Araceli Calvo describe en una tesis doctoral cómo ha evolucionado el principal templo del municipio desde sus orígenes y reconstruye cómo pudo ser su primera portada, de la que no hay vestigios
¿Cómo era la parroquia de Santiago de Montilla en sus orígenes? ¿Cuáles son sus raíces? ¿Cómo ha cambiado desde que se construyó? ¿Por qué se llama así? La historia del principal templo de la ciudad de la Campiña Sur cordobesa, cargado de historia, repleto de obras de arte y sitio imprescindible para comprender las figuras de san Juan de Ávila y san Francisco Solano, está también lleno de incógnitas. Son interrogantes a los que María Araceli Calvo Serrano responde ahora en su tesis El patrimonio monumental de Montilla: caso de la parroquia de Santiago Apóstol, recientemente leída en la Universidad de Córdoba y que, entre otros aspectos, desvela cómo debió ser la primitiva fachada de la iglesia, pues no se conserva ningún documento que la describa.
Y es que el aspecto actual de la parroquia de Santiago, que se alza sobre el casco urbano de Montilla con una monumental torre de ladrillo coronada por una cúpula azul, es resultado de la reconstrucción que sufrió tras el devastador terremoto de Lisboa de 1755, que dañó gravemente el edificio. En todo caso, los primeros vestigios, relata la autora, datan de la segunda mitad del siglo XIII, en la época de la repoblación de Andalucía, cuando se constituye un patronato de los señores de Aguilar sobre las iglesias en las poblaciones de su territorio, entre las que se encuentra Montilla.
Algunos estudiosos mantienen que, tras la toma del territorio, la iglesia de Santiago Apóstol fue construida sobre una antigua mezquita y consagrada al culto cristiano, aunque bien es cierto que no se han encontrado hasta el momento pruebas irrefutables al respecto. Hay autores que atribuyen la denominación al día de la toma de la ciudad, el 25 de julio de 1240, cuando afirman dijo su primera misa tras la consagración de la mezquita el arzobispo de Toledo, que acompañaba al ejército real. También hay constancia de que don Alonso Fernández de Córdoba, en 1325, habría dejado 10.000 maravedíes a la iglesia de Santiago para misas por su alma y el levantamiento de su capilla mayor.
Y poco más se conoce de su evolución hasta comienzos del siglo XV, advierte la autora. La primera referencia al templo que se tiene actualmente data de 1437, cuando el 15 de julio se lee y publica una carta del obispo de Córdoba, don Fernando González de Deza, sobre la obligatoriedad de pagar los diezmos a la iglesia.
Si bien la principal incógnita de la evolución en todos estos siglos es la fachada original del templo, cómo la veían los habitantes de la Montilla del siglo XV y anteriores, un asunto sobre el que no se han encontrado datos. Así que María Araceli Calvo plantea la hipótesis de cómo pudo ser esta portada principal con la torre proyectada por Hernán Ruiz. Para ello se fija en las iglesias fernandinas de Córdoba capital (San Miguel, San Pedro, Santa Marina o Santiago) o en edificios de otros municipios cordobeses en busca de respuesta. San Mateo de Lucena, Nuestra Señora del Soterraño de Aguilar de la Frontera, San Bartolomé de Montoro, las iglesias de la Asunción de Luque y Benamejí o el Salvador de Pedroche son los espejos en los que se reflejaría la original Santiago Apóstol de Montilla, la primera.
Y la hipótesis es que la fachada primitiva podría seguir las características de las iglesias fernandinas, con una portada conformada por arcos ojivales, con adornos de punta de diamante o diente de perro, un zócalo de sillares y resto en ladrillo y mampostería. La torre propuesta por la autora recuerda mucho a las que aún pueden verse en San Mateo, en Lucena, o en la parroquia de la Asunción de Luque.
En la gran reforma de 1624 se rehízo al gusto renacentista, aunque la documentación también es casi inexistente. De hecho, este trazo únicamente aparece en un dibujo sobre el alhorí de Montilla (levantado sobre los restos del Castillo del Gran Capitán) realizado en 1723 por el arquitecto cordobés Juan Antonio Camacho, que era maestro de obras del Ducado de Medinaceli y del Obispado de Córdoba. En la esquina superior derecha del documento se observa parte de la fachada y la torre antes de su destrucción por el seísmo, con los detalles habituales de las portadas renacentistas: hay elementos estructurales y decorativos clasicistas, con dos cuerpos y un frontón, un arco de medio punto y columnas. Araceli Calvo da una clave: "Si se compara esta portada con la del alhorí construido por Camacho, se puede entender cómo el arquitecto se inspiró en la portada del templo".
El terremoto de Lisboa, un antes y un después
El terremoto de Lisboa, el 1 de noviembre de 1755, supuso un antes y un después. De una intensidad de entre 8,7 a 9 en la escala de Ritcher actual, sus efectos alcanzaron gran parte de la Península Ibérica, sur de Francia, norte de Italia y de África. En Montilla se sintió entre las 09:45 y las 10:00, hora local, con grandes oscilaciones y ruidos muy fuertes. Quedaron 52 casas inhabitadas y muy afectados, los templos y conventos, en particular la torre y la fachada de la parroquia mayor. Así que el 26 de noviembre el Ayuntamiento puso a disposición de la población alarifes y peones para realizar inspecciones.
"Los efectos del seísmo sobre la iglesia de Santiago Apóstol fueron de gran calado, y tuvieron una gran repercusión en los años venideros", narra Araceli Calvo. La principal afectada fue la torre, que según recogen varios escritos de la época se quebró, por lo que finalmente fue derruida. Se vieron afectadas también la techumbre, la fachada y las capillas. El pueblo pidió ayuda al duque de Medinaceli, patrón del templo, y la nueva torre, la que ahora se contempla, fue inaugurada en 1789. Aunque fue el paso del tiempo, más que el seísmo, lo que terminó por borrar para siempre la imagen primitiva de la iglesia mayor de Montilla, recuperada ahora al cabo de los siglos.
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