Con flores y denuncias a María
Puerto del Calatraveño
La exposición 'Maculadas sin remedio', organizada por el área de Igualdad de la Diputación de Córdoba, lleva a los juzgados la última gran trifulca del mandato a cuenta de una imagen religiosa
Algo tan aparentemente ingenuo como una obra gráfica titulada Con flores a María en recuerdo a esa cancioncilla de iglesia (De nuevo aquí nos tienes, purísima doncella, más que la luna, bella, postrados a tus pies) ha terminado esta semana por resquebrajar la Diputación de Córdoba en una polémica que mezcla a partes iguales lo pueril, la falta de sentido del humor, las ganas de gresca, el frentismo político, las ganas de sacar tajada de unos y de otros en plena campaña por las municipales y la incapacidad para la crítica y la reflexión en una sociedad cada vez menos tolerante.
La polémica, soterrada desde la inauguración de la exposición Maculadas sin remedio el jueves de la semana pasada, estalló el lunes, cuando el diputado de Ciudadanos José Luis Vilches hizo público un escrito en el que solicitaba al presidente la retirada de un cuadro en la que la artista Charo Corrales intenta subvertir los cánones de la pintura religiosa de Murillo y plasma una imagen femenina con la túnica levantada y en actitud onanista. En pocas horas, el PP solicitó la retirada completa de la exposición, Vox puso el grito en el cielo y la Asociación de Abogados Católicos censuró que una obra de este contenido pudiera exponerse.
El martes por la mañana, el portavoz popular en el palacio de la Merced y diputado electo, Andrés Lorite, presentaba una denuncia ante la Fiscalía Provincial de Córdoba por un presunto delito contra los sentimientos religiosos, al tiempo que se conocía que el cuadro había sido objeto de un acto vandálico que obligaba a retirarlo de la galería de presidencia de la casa palacio con una cuchillada que lo recorría de arriba abajo. El remate llegó el miércoles, durante el Pleno de la Diputación, el último del mandato, con la marcha de los populares de la sesión después de que la diputada de Igualdad, Ana Guijarro, lamentara lo que a su parecer era una actitud “misógina” de Lorite por dirigirse al presidente, Antonio Ruiz, en lugar de a ella por pedir explicaciones por una muestra que había organizado su área.
La historia del arte occidental está llena de casos que, analizados con la mentalidad actual, nos harían llevarnos las manos a la cabeza y, a los más dogmáticos, acudir directamente a los juzgados. Desde la avenida de falos gigantes que acompañaba el ascenso a los templos de la isla sagrada de Delos, en las Cícladas griegas, a los capiteles con figuras grotescas y sexualizadas que adornan decenas de iglesias románicas no se sabe muy bien si animando o condenando el fornicio. Desde la Santa Teresa de Jesús tallada por Bernini con rostro orgásmico hasta las vírgenes desacralizadas de Caravaggio inspiradas por prostitutas y que también supusieron un escándalo en la Roma del siglo XVII.
Salvando las distancias, las ganas de subvertir y las reacciones provocadas sitúan a la Mácula de Charo Corrales en esa posición, aunque solo el paso del tiempo dirá qué hay de trascendencia en una obra que así, a simple vista, carece de sutilezas y que desde el punto de vista técnico se aproxima más al diseño gráfico con Photoshop que puebla las revistas del corazón que a las destrezas de un maestro del barroco.
También está llena la historia del arte de atentados contra obras provocados no por fealdad o molestia estética, sino por su significado o su capacidad para agitar el pensamiento, lo que debería dar pie a reflexionar sobre los límites de la libertad de expresión y las ofensas a flor de piel en la sociedad actual, donde faltan sentido del humor y amplitud de miras. Poco hemos aprendido. El ministro de Cultura en funciones, José Guirao, llegó a calificar de “nazi” el destrozo de la Maculada y el mundo moderno está lleno de ejemplos: Stalin echó abajo la catedral de Cristo Salvador de Moscú para construir unas piscinas públicas, en la Guerra Civil española se destrozaron numerosísimas obras de arte en las iglesias y, más recientemente, el mundo asistía horrorizado al derribo de unos budas gigantes en Afganistán a manos de los talibanes.
Aunque el ataque a la obra de Charo Corrales, por las ganas de provocar de la autora, quizás esté más cercano a ese Banksy que hace unos meses se inmolaba a la vista del público tras alcanzar unas cifras astronómicas en una subasta. Como el título de la novela de Gabriel García Márquez, era la crónica de una muerte anunciada. De una crónica, eso sí, entre la mojigatería, la provocación y los enfrentamientos.
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