La grulla 'Josefina' regresa a Los Pedroches
Medio ambiente
Se la ha visto con 'Sara', una 'amiga' de Estonia de 18 años que ha logrado sacar adelante un polluelo
En el dormidero de La Colada se han censado más de 500 grullas, y podrían ser 3.000 en la comarca
El mes de diciembre ha traído el frío a Córdoba, un poco de esperanza mezclada con cielos plomizos y nublados, las luces de Navidad y, sobre todo, ha traído a Josefina, la grulla más famosa de Europa, natural de Finlandia, que trompetea de nuevo en su paraíso de Los Pedroches. Podría parecer un titular superfluo en este otoño aciago del coronavirus, pero el regreso de Josefina, esbelta y patilarga, es una buena noticia por lo que imprime de normalidad: la naturaleza, pese a todo, sigue con sus ciclos y miles de grullas ya picotean el Norte de la provincia, de Valsequillo a El Viso y Añora.
Juan Manuel Sánchez, el agente de Medio Ambiente que hace varias temporadas resolvió la incógnita de adónde se dirigía este ejemplar tras cruzar los Pirineos, la ha vuelto a cazar con su objetivo. La cámara la pilló este jueves, 3 de diciembre, en un punto indeterminado que prefiere mantener en secreto para evitar a merodeadores y curiosos, pues estas aves son tímidas y huidizas. Es una buena noticia, pues evidencia su predilección por Los Pedroches, por las bellotas de sus viejas encinas y por sus tierras tranquilas, aunque la invernada del covid deja un regusto agridulce: “Es la primera vez que ha llegado sin descendencia, y algunos años ha traído incluso dos polluelos”, dice Sánchez.
Josefina, sin embargo, no está sola. En su dormidera se encuentra rodeada por medio millar de ejemplares de Grus grus entre las que se encuentra su amiga Sara, estona, otro ejemplar muy longevo con el que suele recorrer los 3.300 kilómetros que separan los países nórdicos de Andalucía. “Sara llevaba dos pollos en Gallocanta, pero a Los Pedroches ha llegado con uno solo”, lamenta Sánchez. Entre ambos puntos, distanciados por 600 kilómetros en línea recta, debe haber sufrido algún percance.
Pero, ¿por qué es tan especial Josefina? “Fue la primera grulla anillada que se documentó en la laguna de Gallocanta, entre Zaragoza y Teruel, durante el paso de aves invernantes en 1999, cuando solo era un pollo”, resume Sánchez, que hace varias temporadas despejó la duda de adónde se dirigía tras cruzar los Pirineos.
Porque el rastro de Josefina, cuya presencia de paso en Aragón está documentada de manera insistente durante dos décadas, se perdía ahí. “Hasta que una mañana que estrenaba un teleobjetivo en una zona de dehesa de Los Pedroches descubrí una grulla que pude fotografiar con acierto. Contento con el resultado, lo mostré en Ibergrus, un grupo de una red social donde hay un buen número de compañeros que comparten la pasión por estas aves, sin imaginar que la fotografiada fuera una de las aves más emblemáticas que ha propiciado el anillamiento europeo con colores”, cuenta el aficionado. Ahí estaba Josefina, que hasta tiene su propio merchandising en Gallocanta y una legión de fans, naturalistas y ornitólogos de toda Europa que la buscan allá donde va.
Natural de Kymenlaakso (Finlandia), a medio camino entre Helsinki y San Petersburgo, fue anillada con unas semanas de edad por Mikko Hannonen. “Con ella empezó todo, al despertar la curiosidad de personas que hasta aquel momento observaban grullas con el deleite de sus trompeteos invernales, o la espectacularidad de la salida o entrada al atardecer de los bandos a la laguna de Gallocanta”, explica.
El anillamiento brindó la oportunidad de conocer mucho más sobre estas aves, profundizar en su biología y comportamiento y de establecer contactos entre los especialistas, como así ha sido. Pronto surgieron organizaciones como la Asociación de Amigos de Gallocanta y, en 2014, Grus Extremadura, cuyos censos han servido para cruzar datos y mejorar el conocimiento de estos animales, muchos de los cuales tienen nombre propio por sus persistentes visitas: la estona Sara, Cirilo, Rita...
Se ha logrado saber que Josefina ha criado cuatro pollos en los últimos años, y que cada otoño, cuando el frío aprieta en su Finlandia natal, levanta el vuelo hasta Córdoba en busca del sol y de los frutos que las dehesas de Los Pedroches le brindan. Durante el día picotea continuamente, se alimenta de unas ocho o diez bellotas por jornada, pequeños insectos y semillas. Casi todo le gusta, como una gallina con zancos. Y, con la caída del sol, sumerge sus patitas en el agua para descansar.
El próximo 18 de diciembre, se conocerá el censo oficial de la invernada en Los Pedroches, con una previsión que puede rondar los 3.000 ejemplares. Las bandadas, en forma de V, descansan primero en los campos de regadío de Badajoz, donde son impopulares entre los productores por su predilección por las semillas, aunque Sánchez aclara que, cuando el grano ha germinado, no lo comen. Y, conforme avanza el otoño, se distribuyen por la dehesa, donde el alimento es abundante. Es el momento en que Josefina, como una privilegiada turista nórdica, se instala en Los Pedroches.
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