El infierno de Ángeles Zurera
Aguilar de la Frontera
Mañana se cumple un año de su desaparición · La familia relata las últimas horas de su hija y el drama que viven desde que iniciaron su búsqueda desesperada
"La vida es una mierda. Nunca pensé en tantísimo dolor como iba a pasar. Quisiera volver para atrás, pero con mis hijos, porque es lo mejor que tengo. La vida la ha tomado conmigo". Meses antes de su desaparición, Ángeles Zurera Cañadillas escribió sus pensamientos en un cuaderno en el que también apuntaba recetas de cocina y guardaba pequeños recuerdos de un niño saharaui que acogió durante tres veranos. "No lo entiendo. Según das, así recibes, ¿no? Pues yo no creo que merezca tantísimo dolor".
Es el testimonio de una mujer destrozada, angustiada, que estaba en tratamiento psiquiátrico, pero que poco a poco estaba viendo la luz al final del túnel. De hecho, pocos días antes de su desaparición el médico que la trataba le dijo que iba a darle el alta y acababa de comenzar una nueva relación sentimental. "Estaba rehaciendo su vida", resume su hermano, Antonio Zurera, desde el salón de la casa de Ángeles. "Por fin empezaba a ser feliz", relata desde el chalet en el que Angelines, como así la conocen en Aguilar de la Frontera, desapareció sin dejar rastro. Mañana hace justo un año.
El sábado 1 de marzo de 2008, Ángeles Zurera vivió un día normal. Según el testimonio de la familia, la mujer pasó el día en Córdoba con la novia de uno de sus hijos y unas amigas. Compró ropa para Semana Santa en las tiendas del centro y llamó a su madre. "Mamá, he comprado una chaqueta preciosa", relataba ayer la madre de Angelines, que reproduce la conversación telefónica. En Córdoba, cena con unas amigas y ya casi de madrugada regresa a Aguilar de la Frontera con su propio coche. Deja las cinco bolsas de ropa en una salita, se pone el pijama y se acuesta. A partir de entonces, es imposible seguir los pasos que siguió, según la familia.
Al día siguiente, "las bolsas de ropa estaban donde ella las dejó", explica Antonio Zurera, "y la cama apenas está deshecha; tan sólo en un piquito", agrega. Esto hace sospechar a la familia que su desaparición se produjo de madrugada y descarta la primera hipótesis. Uno de los dos hijos de Ángeles aseguró a la Guardia Civil que en la mañana del domingo escuchó un claxon y luego a su madre despedirse, un relato que ahora ni el propio muchacho sostiene como cierto.
Y después de esa madrugada, nada más. Ángeles Zurera se marchó sin nada. Ni las gafas, ni las lentillas, ni el DNI, ni el bolso con dinero, ni el móvil, ni su coche, ni las llaves de su casa, "ni un par de bragas para cambiarse, que es lo que más necesita una mujer", explica su madre, muy entera. "Se dejó una lavadora puesta y ropa en una secadora lista para tender", añade su hermano, quien insiste en que "alguien que decide irse de manera voluntaria no se va de esta forma".
La familia no denuncia la desaparición hasta el lunes por la mañana. Las compañeras de un taller de empleo en el que participaba la mujer la echan de menos y llaman a su hermano. A las 12:00 de la mañana comienza su búsqueda desesperada. El pueblo de Aguilar de la Frontera se vuelca en unas batidas por todo el término municipal en el que participan más de 400 personas. Pasan los días y siguen sin encontrar pistas. El caso salta a los medios de comunicación a nivel nacional. Se imprimen 40.000 carteles con el retrato de Ángeles que se reparten por toda España. Algunos testimonios sostienen haber visto a la mujer hasta en California, pero ninguna pista se sostiene. Poco a poco, la esperanza de encontrar con vida a la mujer disminuye.
"Estamos casi seguros de que está muerta", mantiene el padre de Ángeles Zurera, que tiene dos dedos vendados desde el miércoles, cuando tuvieron una "trifulca" con el ex marido de su hija, Manuel Reina. "Pero no podemos perder la esperanza", asegura la hermana de Angelines. Por eso, "seguimos poniendo carteles por toda la provincia", zanja Antonio Zurera.
A partir de abril, la familia tiene que convivir con la hipótesis de que su hija ha perdido la vida. La Guardia Civil busca un cadáver. Se utilizan perros especiales, se dragan balsas de alpechín, los buzos del instituto armado, "que hoy veo en la tele buscando a Marta del Castillo en el Guadalquivir" explica Antonio, buscan a Ángeles en las lagunas. Se revisa el interior de 300 pozos de casi todo el Sur de la provincia de Córdoba. Hasta se usa una máquina georradar que da un resultado positivo en una viña que se excava con una retroexcavadora, pero nada. Ni rastro de un cuerpo.
"Ese domingo, me llama mi nieto y me dice que mi niña se ha caído por las escaleras y se ha matado, y ya está. La enterramos, la lloramos y se acaba el sufrimiento. Pero lo que estamos padeciendo sólo lo sabemos nosotros", explica la madre, que apenas ha vuelto a salir a la calle. "Un día fui a Montilla al oculista. Al salir de la consulta vi un cartel de mi hija y me caí al suelo", cuenta la mujer, entre sollozos y junto a su familia, todos cabizbajos. "En el pueblo no puedo andar diez metros sin que alguien me pregunte por mi hermana", explica Antonio, que insiste en que lo que a la familia le ha dado más fuerza es sentir el apoyo mayoritario de Aguilar de la Frontera. El pueblo está inundado de carteles de Ángeles Zurera. Muchas casas lucen lazos verdes en solidaridad con la familia y hasta ha surgido una plataforma ciudadana que recauda fondos para intentar que no se olvide el caso.
Pero la investigación está bloqueada. El viernes, a última hora, la juez de Aguilar levantó el secreto de un sumario de tres tomos y en el que la familia espera encontrar mucha luz. De momento, todo son indicios, pero no hay ninguna prueba que aclare nada. Y la relación con el ex marido se ha roto de forma definitiva.
Manuel Reina está a la espera de ser juzgado de un presunto delito de malos tratos hacia Ángeles Zurera cometido sólo 12 días antes de su desaparición. "12 días de infierno", asegura Antonio Zurera. La mujer había sufrido daños en la cara y en un brazo, y fue atendida en el hospital de Montilla. Ella le dijo a su madre que se había caído por las escaleras y al médico y a su hijo que había sufrido un percance al ir a esquivar a un perro. Pero el médico no la creyó, y en su parte de lesiones así lo hace constar. Ángeles Zurera llevaba siete años separada de Manuel Reina, que tal y como recuerda la familia "nunca participó en su búsqueda".
"Hay muchas cosas que no podemos decir porque nos llueven las querellas", sostiene Antonio, que reconoce que su familia está "desesperada". "No hay día que pase en que no nos acordamos de ella. Cuando nos despertamos o nos acostamos... ¿Dónde estará?", se pregunta su hermana. Noches en vela en las que todos sueñan con que Angelines llame otra vez a su puerta.
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