Irene Aguilera: "Si cuando termine esta etapa hay mucha gente a la que he ayudado, eso es que he cumplido"

Entrevista a la presidenta del Instituto Provincial de Bienestar Social

La psicóloga lucentina trabaja desde la delegación de Derechos Sociales de la Diputación de Córdoba por mejorar la calidad de vida de los colectivos más vulnerables

La Diputación de Córdoba pone en marcha cuatro nuevos proyectos en materia de derechos sociales

Irene Aguilera posa en el patio central del Instituto Provincial de Bienestar Social.
Irene Aguilera posa en el patio central del Instituto Provincial de Bienestar Social. / Juan Ayala

Córdoba/Irene Aguilera Galindo (Lucena, 1982) está convencida de que tiene el trabajo más bonito del mundo. Aunque la política es "difícil" y jamás pensó que este sería su gran salto laboral cuando se licenció en Psicología en la Universidad de Málaga, todo es más fácil si se mira desde la perspectiva adecuada: la de ayudar a quienes más lo necesitan. Y más desde una política que no tiene "ni izquierda, ni derecha", que simplemente "es humana". En junio de 2023, Aguilera asumió los cargos de delegada de Derechos Sociales en la Diputación de Córdoba y la presidencia del Instituto Provincial de Bienestar Social (IPBS). Un año después y tras construir importantes avances en materia de salud mental, adicciones en jóvenes, la lucha contra la soledad no deseada o la mejora de la calidad de vida de los colectivos más vulnerables, el objetivo está un pasito más cerca: "Visibilizar que cabemos todos en la sociedad".

Pregunta. Psicóloga de profesión, ¿en qué momento decidió dedicarse a la política?

Respuesta. Mi profesión sigue siendo ayudar. Siempre he tenido vocación de ayudar y por eso soy psicóloga. Nunca había pensado en dedicarme a la política, pero me lo plantearon con la idea de ayudar de verdad, pues aquí es donde puedo tomar decisiones que llegan a más personas. Donde pueda trabajar por más gente, ahí estaré.

P. No tuvo ninguna otra experiencia previa política hasta junio de 2023.

R. No. Siempre he trabajado en asociaciones como psicóloga. Esta es mi primera experiencia política y la he empezado rápido y fuerte.

P. ¿Y qué tal está llevando la responsabilidad al cargo de la delegación de Derechos Sociales de la Diputación de Córdoba?

R. Al final es trabajo. Son muchos frentes, pero la ilusión que se pone en ello y las caras que se ven después con el resultado es algo muy gratificante, aunque tenga una parte muy dura. Los que tenemos responsabilidad debemos sentir que pesa, que no es algo banal, sino que te impulsa a trabajar más duro.

P. Ha cumplido poco más de un año como presidenta del Instituto Provincial de Bienestar Social, ¿cómo ha evolucionado la institución en este tiempo?

R. Estamos asentando bases que eran necesarias asentar. Cuando se llega a una casa nueva hay que ver cómo funciona y ajustar los cambios que uno considera. Los trabajadores que tenemos aquí son increíbles. Su esfuerzo, su iniciativa… tenemos un gran equipo humano, eso es fundamental en cualquier sitio. Sin embargo, había muchas cosas mejorables y hemos querido empezar la casa desde los cimientos. Hemos mejorado mucho en estructura, en compensar equipos y en dotar de personal. Ha sido duro, pero en ello seguimos porque es la base del buen trabajo.

P. Con su equipo ya formado, ¿qué reto persigue?

R. El reto principal es el de poner a la persona en el centro, tanto dentro como fuera. Dentro por esos recursos humanos, es decir, por fortalecer el músculo del IPBS; y fuera para poner el foco en lo que las personas necesitan. La clave está en escuchar a los que saben: entidades, asociaciones, personas que nos piden… Luego hacemos un diagnóstico y así podemos contribuir. Las ayudas van cambiando mucho conforme las necesidades. Después del Covid se han descubierto necesidades nuevas. Mi preocupación va muy centrada en trabajar con discapacidad. También en la salud mental de la adolescencia, es un foco muy importante porque son nuestro presente y futuro.

Irene Aguilera Galindo posa en su entrevista para 'el Día'.
Irene Aguilera Galindo posa en su entrevista para 'el Día'. / Juan Ayala

P. Hablando de salud mental, la tasa de suicidios en España es muy alta, de casi 14 por cada 100.000 habitantes. ¿Qué políticas se podrían aplicar para reducirla?

R. Es fundamental la prevención. Ha sido un tema tabú durante mucho tiempo y debe dejar de serlo. Por suerte cada vez se habla más de ello, pero sigue siendo insuficiente. Es importante conocer y tener profesionales que tengan mucho contacto con institutos y colegios para prevenir desde la base. Tener una salud mental fuerte desde jóvenes es fundamental porque eso hará a adultos con unas posibilidades que no han tenido generaciones pasadas. Desde la unidad de Adicciones, por ejemplo, también se está trabajando en prevención. Las nuevas tecnologías vienen para ayudarnos mucho, pero se están convirtiendo en un riesgo.

P. Es clave la relación de la Diputación con los centros escolares.

R. Las administraciones tenemos que trabajar de la mano. En los centros escolares se reciben las ideas muy bien porque son profesionales que entienden lo que ocurre y van a aplicar las herramientas. Muchas veces los docentes se sienten indefensos porque no saben qué hacer cuando un alumno les dice que tiene un problema de algún tipo, es difícil gestionarlo. Pues nosotros tenemos profesionales para ello.

P. La partida mayoritaria del presupuesto el IPBS va destinada al servicio de ayuda a domicilio ¿Es el colectivo más vulnerable?

R. A julio de 2024 este servicio asiste a 9.225 personas en la provincia con un presupuesto de más de 65 millones de euros de los más de 100 millones de euros del presupuesto. Son muchísimas las personas dependientes que hay porque la pirámide poblacional se está invirtiendo. Por eso no solo tenemos esa ayuda que nos pasa la Junta de Andalucía y nosotros gestionamos, sino que contamos con ayudas propias para gente que todavía no ha tenido acceso o que presenta circunstancias específicas. Es una partida presupuestaria muy grande, pero nuestros mayores han hecho que tengamos todos los derechos actuales. Se merecen el máximo cuidado y es donde ponemos el foco principal.

P. Según Adolfo Molina (delegado de la Junta de Andalucía en Córdoba), en la lista de espera a la atención a domicilio hay más de 4.000 personas en la provincia.

R. Va a ir a mejor el dato por todos los cambios que se han hecho recientemente. Ahora se facilita que haya dos visitas en una, es decir, en la misma visita se hace la evaluación y se propone el recurso. Eso ayuda mucho a bajar esas listas, pero no podemos olvidar que cada vez hay más población mayor.

P. La población está cada vez más envejecida en los municipios más pequeños, ¿cómo afrontáis este problema?

R. Además de la ayuda a domicilio tenemos programas de mayores que se llevan a los pueblos en los que utilizamos recursos de todo tipo. Este año hemos desarrollado el programa Puerta a Puerta que acerca la estimulación cognitiva a los domicilios de las personas que no pueden salir de sus domicilios. La soledad no deseada está ahí y en los municipios pequeños es mayor. El objetivo es darles recursos que puedan disfrutar y que salgan a la calle con talleres, rutas senderistas o comidas. Es decir, darles calidad de vida.

P. ¿Cómo gestionáis la ayuda a domicilio de toda la provincia?

R. Nuestros trabajadores sociales van a los domicilios y analizan qué necesidades hay. Vamos siempre de la mano de la Junta con el objetivo de darles calidad de vida a nuestros mayores. Es un trabajo entre administraciones, porque luego los ayuntamientos de cada municipio son los encargados de licitar estas ayudas a domicilio. Algunos ayuntamientos la gestionan ellos mismos con su personal y otros contratan empresas que prestan este servicio.

P. ¿Cómo es el trabajo con tantos ayuntamientos a la vez?

R. En la ayuda a domicilio ofrecemos apoyo administrativo. La ayuda a domicilio es un tema muy complejo y suele ser el presupuesto más amplio de los consistorios. Por eso se les hace un asesoramiento con los pliegos y los costes. Ellos nos van solicitando lo que necesitan y nosotros solo somos quienes damos el dinero y gestionamos.

P. ¿El perfil que se busca en un trabajador social es el de una persona joven?

R. En servicios sociales hay trabajadores que llevan muchos años, pero se renueva con gente joven. Estamos culminando un proceso de estabilización que ha dotado de tranquilidad a los trabajadores y también nos ha permitido encontrar carencias. Es ahí donde ha entrado el personal joven, pues hemos hecho muchísimos contratos para Edusi y Next Generation.

P. ¿Es posible atender desde la política a todos los colectivos?

R. Es complicado. Ellos se acercan a nosotros y nos explican las necesidades que tienen. Tenemos también una convocatoria de subvenciones que nos facilita que, lo que necesiten las asociaciones, lo pueden pedir por ahí. Es rara la vez que vaya a algún acto y no me pare el presidente de alguna asociación. No es tanto lo que piden y muchas veces es fácil atenderlos, otras es más difícil. Son muchos colectivos, pero se van encajando poco a poco para que el puzzle pueda funcionar.

P. ¿Hay algún colectivo que sea especialmente complicado atender sus necesidades?

R. La clave es escuchar. Hace poco vino la asociación de sordos de Córdoba a hablar conmigo y se lo agradecí porque yo no puedo saber las necesidades que tienen todos los colectivos si ellos no me lo comunican. Necesitaban algo tan simple como contar con una persona que les tradujera a la hora de hacer algún trámite burocrático. Esa necesidad es clara y la cubre Diputación, pero si no nos lo cuentan, no la sabemos. Al final es un trabajo conjunto.

P. ¿Qué proyectos existen a medio y largo plazo para atender a los diferentes colectivos?

R. Nuestro proyecto es afianzar los servicios sociales, que haya una estructura fuerte para que toda la población tenga acceso a esos servicios y seguir estando cerca de la gente trabajando de la mano con los diferentes colectivos. Una apuesta importante de este año ha sido la de trabajar con las personas que tienen discapacidad en la cárcel. Es un colectivo en un territorio hostil en el que no se estaba trabajando pese a que desde el centro nos lo solicitaban. El foco hay que ponerlo donde haya necesidad y tenemos que ayudar a todo el mundo.

Irene Aguilera Galindo posa en su entrevista para 'el Día'.
Irene Aguilera Galindo posa en su entrevista para 'el Día'. / Juan Ayala

P. Existe un movimiento conservador desde hace años contra lo Woke, crítico con la "inclusión forzada" de los diferentes colectivos en la sociedad ¿Cree que es necesario visibilizar o vivimos con un exceso de inclusión?

R. Hay que visibilizar y es una función que tenemos todos. Si nos choca ver a una persona con cualquier discapacidad o con una característica que no sea la que uno se imaginaba, entonces hay que visibilizarlo todavía más. Hay que hacer más trabajo de fondo y visibilizar a todos los colectivos, ya tengan una discapacidad física, intelectual, sean mayores, jóvenes o tengan problemas de alimentación. Tenemos que empezar a darnos cuenta de que cada uno tiene una realidad diferente y que cabemos todos en la sociedad. La vida perfecta es lo que se nos vende y daña mucho la salud mental, por eso hay que romper con esos mitos de ser la persona perfecta, es una no realidad. Es importante que la inclusión se vea en libros, en cuentos y en películas para que nos acostumbremos. Nuestros cuentos eran ideales con la princesa rubia y preciosa y el príncipe apuesto la salvaba. Sin embargo, el príncipe puede no ser tan guapo o la princesa tener una discapacidad y el cuento sería igual de bonito. Lo importante es la historia y tenemos que empezar a verla sin estereotipos ni etiquetas que dañan a mucha gente.

P. ¿Cómo compagina su labor en la Diputación con su cargo como delegada de Servicios Sociales en el Ayuntamiento de Lucena?

R. Se compagina trabajando muchas horas y con poca vida privada (risas). El fin justifica y eso compensa. El resultado siempre beneficia. Hay detrás muchas horas de coche y ordenador. Esto es gestión, escuchar y estar con la gente. Trabajamos con la población más sensible, la que necesita más ayudas y da igual las horas que uno dé porque siempre van a ser pocas.

P. Y en lo personal, ¿cuáles son sus retos?

R. Mi objetivo siempre es el de echar una mano a quien lo necesita. Si cuando termine esta etapa miro hacia atrás y hay mucha gente a la que he ayudado, eso es que he cumplido. Mi meta está en que nuestros trabajadores se sientan felices por tener el trabajo más bonito del mundo y en que todas las personas a las que nos acercamos le podamos dar calidad de vida a través de alternativas y herramientas. Hemos venido a ser felices y no hay que buscar nada.

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