Por qué La Salchi es un símbolo cultural de Pozoblanco
Los Pedroches
La cesión a la Junta de parte del antiguo inmueble para albergar la Oficina Comarcal Agraria provoca una profunda contestación entre historiadores y vecinos
La historia de un pueblo se construye como un edificio, desde los pilares hasta el techo. Nunca se debe olvidar cuáles fueron los cimientos de una sociedad, de un pueblo, de una ciudadanía, porque fueron estos sólidos cimientos los que hoy permiten lucir una historia arraigada en la tierra, sobre la que se van sumando piedras que son los avatares continuados de una sociedad que crece, que mira al futuro, pero que no puede dejar atrás su pasado, aquello que le hizo ser quien hoy es.
La historia de Pozoblanco se ha construido así, sobre cimientos de personas emprendedoras que se organizaron para crecer, desarrollarse y crear riqueza, con ideas que en su día fueron arriesgadas e innovadoras, en otros casos tildadas de descabelladas e incoherentes. Pero son esas ideas emprendedoras las que construyeron paso a paso lo que hoy es Pozoblanco, un pueblo referente en la comarca de Los Pedroches, sin un pasado histórico de castillos, señoríos feudales y casas señoriales de nobles y reyes, pero sí con un pasado y presente basado en la industria, el cooperativismo y el desarrollo sostenible de sus recursos endógenos.
Y en este pasado tuvo su nacimiento hace casi un siglo el edificio de La Salchi, muestra del patrimonio arquitectónico industrial de un pueblo que comenzó a creer en sus posibilidades y a generar riqueza a través de la ganadería, cuando la industria textil cayó en declive. La Salchi nació en 1924, cuando un grupo de personas deciden comercializar sus productos agroganaderos derivados del cerdo, y para ello crean un matadero de ganado porcino y la fábrica de embutidos.
Así nació Industrias Pecuarias de Los Pedroches, que bajo las marcas In-Pecuarias y Salchi comercializaron jamones y embutidos, y productos envasados en latas como los hígados y riñones fritos echados en manteca. Su ubicación fue estratégica, a las afueras de Pozoblanco pero cerca de la línea de ferrocarril que unía Peñarroya con Puertallano, dos de los focos industriales y de extracción minera.
De esta forma tenían asegurada la distribución comercial de sus productos, además de dar empleo a casi 200 personas durante las épocas de las matanzas. Con el paso del tiempo y la necesaria electrificación de la fábrica, Industria Pecuarias de Los Pedroches comenzó a diversificarse con el envasado y venta de aceite de oliva, de material para instalaciones eléctricas y el suministro de electricidad, esta última, actividad principal de la empresa en la actualidad.
El edificio de La Salchi, con una superficie de 12.000 metros cuadrados y varias fincas adyacentes para posibles futuras ampliaciones, se distribuye en tres crujías regulares que dejan en el centro un amplio patio. En la actualidad no se conservan las construcciones de la parte posterior en la que se estabulaban los cerdos, tan solo la fábrica y matadero. Una de las características de este edificio, además de su regularidad arquitectónica, es la variedad de accesos tanto en la parte central como en las laterales, con un espacio interior amplio al que se suman los sótanos y semisótanos que hacían las veces de secadero.
Una muestra más del patrimonio industrial de Pozoblanco, que tras el cierre de sus instalaciones quedó en el olvido hasta que en el año 2009 fue adquirido por el Ayuntamiento de Pozoblanco como propiedad municipal, a la que se hace una reconstrucción y reparación de la techumbre para asegurar su conservación. Desde entonces, hace casi 12 años, no se ha realizado ninguna actuación sobre un edificio tan emblemático para la ciudad, aunque sí se suceden distintas ideas de usos futuros.
El germen de un proyecto cultural
Fue en 2010, cuando gobernando el Partido Popular en coalición con el Partido Andalucista, cuando se plantea la posibilidad de ubicar en este edificio la tan necesaria residencia de mayores. Fue entonces cuando surgen las primeras voces discordantes desde el seno de la asociación para la defensa del patrimonio histórico de Pozoblanco Piedra y Cal, quienes consideran que no es el lugar apropiado para albergar una residencia, proponiendo un nuevo uso cultural y patrimonial.
Juan Baustista Carpio, doctor en Historia y natural de Pozoblanco, comienza a dar forma entonces, por petición de la asociación a la que él pertenecía, al anteproyecto de La Salchi como Centro del Patrimonio Histórico que integre museo y archivo-centro de documentación. Carpio relata que el anteproyecto tuvo tan buena aceptación que fue asumido por el Ayuntamiento de Pozoblanco, que posteriormente encarga la redacción del proyecto en base a su idea propuesta.
Carpio reconoce que la iniciativa es de gran envergadura para acometerlo de forma total; sin embargo, plantea la posibilidad de ir haciéndolo por fases a tenor de los fondos públicos sin que esta gran obra perjudique a los fondos del Consistorio. Posteriormente, como concejal de Cultura durante un mandato, Carpio acomete el proyecto de remodelación y ampliación de la Biblioteca Pública Municipal, que califica como “el gran estandarte de la cultura de Pozoblanco”, por lo que el Centro Patrimonial que se sueña para La Salchi se deja apartado de momento. Sin embargo, reconoce que este sueño es compartido por todos los grupos políticos, que lo adoptan con cariño e ilusión para poder llegar a realizarlo en un futuro, sin por ello menospreciar o desatender otros equipamientos culturales que Pozoblanco necesita.
Y, desde entonces, el sueño se ha ido repitiendo en cada programa electoral por parte de todos los grupos políticos. “Lo que resulta paradójico es que fuera impulsado por el Partido Popular y sea ahora este mismo partido, quien lo deje en el camino”, lamenta.
Han pasado 11 años desde que La Salchi pasase a ser propiedad municipal, y desde su remodelación tras la adquisición no se ha acometido el plan de usos que se propuso en el proyecto compartido por todos, donde tendría cabida el archivo municipal como centro de documentación, consulta y estudio, un museo etnológico e histórico de Pozoblanco en el que se recorriese el pasado desde sus orígenes, el medio natural donde se ubica, las industrias cárnicas, el olivar y el aceite de oliva, la lana y la industria textil, los oficios, la música o las bellas artes, además de contener espacio suficiente para dotarlo de locales de ensayo para bandas y grupos teatrales, aulas de formación, salas de conferencias, entre otras.
Pero ese sueño ya no tiene sentido cuando en el recorrido museográfico que estaba perfectamente definido está interrumpido por otros usos futuros. Juan Bautista Carpio justificaba antes y ahora que “Pozoblanco necesita sentirse orgulloso de lo que somos y hemos sido, emprendedores con un pasado industrial que merece la pena rescatar, conservar y disfrutar”.
Ante la cesión de parte de La Salchi a la Junta de Andalucía, reconoce que siente “pena”. “Este edificio debería ser siempre de Pozoblanco y no perderlo, ya que forma parte de su historia y no debería perder el carácter que siempre tuvo, ya no tendrá sentido ese sueño compartido por todos”, lamenta. Ahora habrá que remodelar ese sueño, adaptarlo al nuevo uso de una de las partes cedidas y saber reconvertir el resto del edificio con un plan de usos acorde a la nueva temática adoptada.
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