Un charco, todo lo que queda de la laguna de Jarata de Montilla
Campiña Sur
El humedal, que se encuentra desaparecido, está a la espera del proyecto de recuperación anunciado por la Junta de Andalucía en 2018
Un recorrido fotográfico por el entorno de la laguna de Jarata
Un charco, el de la fotografía superior, es todo lo que queda de la laguna de Jarata de Montilla, un espacio incluido en el Inventario Andaluz de Humedales y que se encuentra a la espera del proyecto de recuperación anunciado por la Junta de Andalucía en 2018. Cuándo empezará a aplicarse es una incógnita, ya que la delegación de Desarrollo Sostenible, de reciente creación, no aporta fechas. Mientras tanto, la laguna, antaño uno de los espacios naturales más apreciados del término municipal montillano, no es más que un pequeño barrizal en épocas de mucha lluvia y que a 2 de febrero, cuando se conmemora el Día Mundial de los Humedales, ya debería de tener algo de vida.
La laguna se ubica en el llamado descansadero de Malabrigo, entre Montilla y Montalbán. De propiedad pública e integrado en la red andaluza de vías pecuarias, se encuentra clasificado y deslindado y posee una superficie de 13,4 hectáreas. Sobre la extensión de dicho descansadero se encuentra la antigua Jarata. O el charco que queda de ella.
Como informa el departamento de Giuseppe Aloisio, se trata de una antigua laguna temporal de campiña, actualmente muy colmatada de sedimentos por factores tanto naturales como en los que ha intervenido la mano del hombre, motivo por el cual "apenas almacena agua incluso tras fuertes lluvias". El vaso de inundación se estima en 8,6 hectáreas, sobre el cual hay testimonios e indicios de anteriores zanjas de drenaje superficiales. No son perceptibles a día de hoy, pero posiblemente pueden contribuir aún a que la laguna apenas almacene agua tras las lluvias. La cuenca vertiente superficial de recepción es de 164 hectáreas, con predominio del olivar. Para rematar la sequía, no posee recarga de aguas subterráneas.
En el año 2018, la Junta de Andalucía incluyó la laguna de Jarata en el Inventario Andaluz de Humedales "destacando su potencial valor ambiental". En ese mismo año, recuerdan desde Desarrollo Sostenible, se realizó la redacción de un proyecto de restauración ambiental de la laguna y de su conexión ecológica con otros humedales de campiña, todo incluido en el proyecto Puertas Verdes de la Oficina de Vías Pecuarias de la Junta, en coordinación con la Delegación de Córdoba. En marzo de 2020, la Administración autonómica modificó "algunos aspectos" del proyecto en relación al cálculo de volúmenes de tierra a extraer. Y un año después se encuentra pendiente y sin fecha.
¿Qué hay ahora mismo donde debería estar la laguna? Básicamente, apenas el charco con el que se ilustra esta información, tarajes y carrizos. Pájaros que anidan en las ramas secas de los árboles, alguna rapaz que sobrevuela la zona, varias casonas abandonadas, el antiguo cortijo de Jarata, aún con actividad, y una sensación de sitio remoto que tiempo atrás debió experimentar gran ajetreo por encontrarse en la confluencia de cuatro vías pecuarias claves para el desarrollo de la campiña cordobesa. La memoria de Jarata pervive, sin embargo, en el polígono industrial homónimo, en una marca de aceite y en una discoteca que también ha vivido tiempos mejores.
La mitad de los humedales cordobeses, sin protección
La provincia cuenta en la actualidad con 31 humedales, y lo cierto es que 15 de ellos carecen de protección mediante alguna figura legal que la preserve de amenazas, según consta en la información disponible en el inventario andaluz, que la Junta actualizó a mediados de 2020 mediante un nuevo formato sencillo y unificado que facilita la consulta y ofrece información actualizada y ampliada. La conclusión que se extrae con su consulta es que la mitad de esas lagunas no están amparadas por la legislación para su cuidado y mantenimiento, más allá de formar parte de ese listado. En todas ellas –en las 15– se deja claro además que se trata de espacios que tampoco cuentan con un plan de gestión.
Ese grupo lo encabeza la laguna de El Donadío, en Santaella, que ocupa una 13 hectáreas y que cuenta entre sus especies con el pato malvasía, en peligro de extinción hasta hace poco tiempo. Se encuentra incluida en el inventario desde el año 2007, hace nada menos que 13 años y su estado de conservación se califica en el informe como “alterada”. Desde el año 2007 están también en el listado las lagunas de La Quinta y el Rincón del Muerto, ambas en Baena, y la del Taraje, en Lucena. La Quinta ocupa 7,70 hectáreas y el Rincón del Muerto –también alterada– 4,64, mientras que la del Taraje (alterada) se expande por 8,87 hectáreas.
En otro grupo están los humedales incluidos en el inventario de la Junta en diciembre de 2015 y en el mismo se encuadran las lagunas de Casasola, con 1,94 hectáreas; de Cortijo Viejo con 1,4, del Curado (5,26), Laguna de la Roa (1,76); Navarredonda o de Los Arenales (12,35), Vadohondo o Laguna Salada (14,77), del Butaquillo o Cambroncillo (0,41). La mayoría de ellas se encuentran en el término de Baena y otras en los de Lucena y Puente Genil. Todas tienen el mismo patrón: carecen de un plan de gestión y su estado de conservación es “alterado” o incluso “muy en alterado” en algún caso, como la de la Roa, según consta en la actualización.
El tercer grupo de humedales que carecen de protección legal son los que se incluyeron en el listado autonómico en el año 2018. Son tres: la laguna de Jarata en Montilla, que ocupa una extensión de 8,66 hectáreas y cuyo estado de conservación es “alterada”. A este espacio se une la laguna de la Gamonosa, en Baena, que tiene una cubeta de 1,97 hectáreas y que según la propia Administración autonómica presenta un estado muy alterado. El último humedal incluido es el de San Cristóbal, en el término municipal de Cabra, que cuenta con una superficie de 2,29 hectáreas.
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