Las lagunas al fin reviven
zona sur
Las precipitaciones de las últimas semanas renacen los numerosos acuíferos que riegan la Campiña, que empiezan a recibir aves tras un año de absoluta sequía
Tras un año de extrema sequía, las lagunas del Sur de Córdoba al fin toman oxígeno y empiezan a respirar. Los suelos cuarteados de meses atrás han dado paso a láminas de agua de diferente espesor y que a estas alturas del año empiezan a recibir a especies avícolas que buscan un espacio idóneo donde nidificar. Sobre el terreno, en algunas de estas masas de agua, que motean los olivares de Luque, Baena, Santaella o Aguilar de la Frontera, ya se pueden avistar flamencos, patos reales o avocetas. Y la previsión es que, gracias a las precipitaciones recientes, sea una primavera excepcional después de que en la anterior temporada de cría algunas quedaran desiertas debido a la falta de agua, por lo que la nidificación fue imposible.
Las especies que habitualmente pasan por aquí, por tanto, tuvieron que buscar refugio en los cercanos embalses de Cordobilla y Malpasillo, recuerda el director conservador de las Lagunas del Sur de la Delegación de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía en Córdoba, Juan de la Cruz. El técnico diferencia entre las lagunas permanentes, aquellas que sobreviven a la escasez de precipitaciones, como es el caso de Zóñar y el Rincón, en Aguilar de la Frontera, y Amarga, en el término municipal de Lucena. Cuentan con la declaración de Reserva Natural por parte de la Junta de Andalucía y su protección es máxima debido a las especies que las pueblan, como el conocido pato malvasía, el emblema de la zona. En estos casos, De la Cruz explica que las lluvias de este invierno han permitido "recargar los acuíferos".
Las lagunas estacionales componen el segundo bloque, mayoritario. Algunas llevaban secas más de un año y en la pasada primaveras, cuando teóricamente deben lucir su mejor cara, estaban desaparecidas. Es el caso de La Quinta, en Baena, perdida desde marzo del año pasado y que ahora luce una lámina de agua cercada por los olivares, según la información facilitada por Ecologistas en Acción y como atestigua la foto de la izquierda.
El técnico de la Delegación de Medio Ambiente explica que para que algunas de estas lagunas se recuperen la pluviometría debe ser generosa en los meses anteriores a la primavera, con entre 150 y 280 litros por metro cuadrado, tal y como está ocurriendo ahora y no pasó el año pasado. Así que Tíscar o del Conde, en Puente Genil; el Salobral, en Luque, y Jarales, en Baena, todas ellas con la etiqueta de Reservas Naturales, empiezan a lucir su mejor rostro y parecen florecer para la primavera.
Como advierte Ecologistas en Acción, no obstante, el mayor problema reside en los espacios que carecen de protección medioambiental o de una declaración de rango inferior. En este bloque se encuentran la Quinta, el Rincón del Muerto y Casasola, todas en el término municipal de Baena. Las tres han sido incluidas en el Inventario Andaluz de Humedales, un registro que reconoce su valía ecológica pero que, sin embargo, no incluye mecanismos estrictos de vigilancia o control, como advierte el portavoz de Ecologistas en Acción en la zona, Francisco Ordóñez. Peor aún es la situación del resto de parajes sin protección alguna, como el Donadío o los Arenales, en Santaella, que pese a carecer de protección alguna ya "se han recargado" gracias al paso de los últimos frentes tormentosos, como por otra parte afirma el experto de la Delegación.
Así que para los amantes del medio ambiente y los aficionados a la ornitología o el senderismo, se espera una primavera excepcional en el Sur de la provincia. El técnico recuerda que, con la llegada de la primavera, el centro de recepción de visitantes de Zóñar, en Aguilar de la Frontera, se carga de actividades para personas de todas las edades, con rutas de senderismo y guías de avistamiento de aves los fines de semana -la programación puede consultarse en la web de la Junta-. Y quienes quieran salirse de los caminos más habituales tiene, por ejemplo, la opción del Salobral, que con sus 70 hectáreas de máxima inundación es una de las más ricas en biodiversidad por su carácter estacional. Su suelo arcilloso se cuartea en periodos de sequía y es difícil de colmatar, pero rebosa de vida cuando se recarga.
"Así que al cabo del año, si la casuística lo permite, esas lagunas temporales reciben tanto a aves limícolas -aquellas que buscan alimento en zonas pantanosas-, como a buceadoras", explica el experto. En un ciclo natural de 12 meses, son hasta 40 las especies diferentes de aves que se pueden observar, apunta De la Cruz. Ya pueden avistarse flamencos, patos reales o avocetas, y en poco tiempo llegarán cigüeñuelas o andarríos, toda una explosión de vitalidad tras el manotazo de la sequía.
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