Un libro caracteriza y refleja la diversidad de los olivares españoles
Campo
Los autores han categorizado los olivares de España en todos los tipos de paisaje
Un libro discurre por "los diferentes paisajes y zonas del olivar en España a través de un recorrido que nos ha llevado a una propuesta de clasificación pero teniendo en cuenta su morfología actual a partir de cómo se han creado". Olivares de España (Almuzara, 2020) expresa cómo "los olivares actuales son producto de toda una historia secular, de cómo los seres humanos hemos incorporado a este cultivo a nuestro quehacer", en palabras de uno de sus cuatro autores, José Ramón Guzmán Álvarez, portavoz de esta obra coral de la que también forman parte José Alfonso Gómez, Ángel Lora González y Pilar Hernández Rodríguez.
Precisamente, la obra parte del trabajo de fin de carrera hace una década como ingeniería agrónoma de Pilar Hernández en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes de la Universidad de Córdoba, que hizo una primera categorización del olivar español bajo la dirección y tutorización de los otros tres coautores.
José Ramón Guzmán señala en una conversación que "la idea del libro, aparte de presentar una caracterización de los olivares de España, es ayudar a interpretar cómo son los olivares que nos han venido desde el pasado".
Porque el paisaje del olivo en España es tan plural como el país mismo. De hecho, "olivos que se exploten productivamente hay en todas las Comunidades Autónomas, salvo en Asturias y Cantabria, en que también hay olivos".
Para Guzmán, que ejerce de portavoz de sus compañeros de edición, "teniendo en cuenta lo diverso que es nuestro país, también es comprensible la diversidad de olivares que hay tanto por el substrato de suelos y de material geológico sobre el que se encuentran, como por la diferente topografía".
Por eso, "tenemos olivares en llanura, colinas, montañas, que corresponden a la variedad de paisajes que tenemos en España", una variedad que se recoge en la forma en la que se integran en el paisaje, esa "diferencia en cuanto a zonas geográficas distintas en cuanto al medio físico", aunque "sin entrar a valorar su capacidad productiva, ni su posible nivel de productividad, ni sus características organolépticas del aceite que se pueda producir".
La publicación tiene dos partes. La inicial, explica José Ramón Guzmán, trata de "aportar información de cómo son nuestros olivares y cómo se han creado y la segunda hay un recorrido por los diferentes tipos de olivares en los que hemos propuesto en que se podría subdividir todo el conjunto del olivar español".
Por ello cree que Olivares de España, que lleva como subtítulo Recorrido por la biografía del olivar, su memoria y sus paisajes, es un trabajo que "acerca a todo el mundo a la gran variedad de olivar que tiene España, con gran soporte fotográfico y de imagen, y por otro, ofrece una propuesta de caracterización geográfica de los olivares que sí es una novedad desde el punto de vista de los estudiosos del olivar".
A él mismo le ha correspondido dentro del trabajo coral la parte "de visitas de campo y fotográficos" y de recorrido histórico. Ya tenía experiencia en el estudio de los olivares andaluces en esta línea a través de investigaciones en los aspectos geográfico, histórico, agronómico y medioambiental.
Pilar Hernández, que es especialista en sistemas de información geográficos, fue la encargada de interpretar los olivares españoles traduciendo su gran diversidad en parámetros representativos y en cartografía temática que permita mejorar su conocimiento.
José Alfonso Gómez Calero, investigador del Instituto de Agricultura Sostenible del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Córdoba, abordó el recurso más frágil del sistema productivo, el suelo, mientras que Ángel Lora González, profesor titular del Departamento de Ingeniería Forestal de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes de la Universidad de Córdoba, analiza la biodiversidad en los olivares.
Para Almuzara, la editorial que ha asumido el reto de poner en el mercado el trabajo, que comenzó a concretarse en 2011, "vivimos un momento de ruptura en la historia del olivar", aunque no desde un hito temporal concreto sino en el marco de "un proceso temporal cuyo comienzo está enraizado en la crisis del olivar tradicional y el desarrollo de una olivicultura con base científica que avanzó durante la segunda mitad del siglo XX".
En todo caso, en esta evolución "los olivares que se están creando de nueva plantación son distintos a los olivares del pasado, llevan siendo diferentes desde hace unas décadas, y el grado de divergencia no ha hecho sino incrementarse a medida que han madurado los nuevos métodos de plantación", por lo que la obra de Guzmán, Hernández, Gómez y Lora "es una memoria de los olivares heredados del pasado y de aquellos lugares donde han hundido sus raíces".
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