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Medioambiente
Hace décadas que el aullido del lobo ibérico no se escucha en Sierra Morena. Lo advierten los colectivos ecologistas desde hace lustros, y lo ratificó el proyecto Life El lobo en Andalucía: Cambiando actitudes, desarrollado entre 2016 y 2020 en las provincias de Córdoba y Jáen. Aunque lo cierto es que esta situación podría cambiar a medio plazo, porque el Canis lupus es ya una especie completamente protegida en toda España y no se le puede cazar. Para abordar el futuro de este depredador, Iznájar acoge los días 3 y 4 de diciembre las terceras jornadas formativas, divulgativas y de coordinación sobre el lobo ibérico en Andalucía, coordinadas por el Proyecto de Voluntariado para el Censo del Lobo y organizadas por el naturalista Cristóbal Cobo, responsable de la Escuela de Naturaleza Natéam.
El programa, que puedes consultar íntegro en este enlace, reunirá a numerosos expertos de todo el país para abordar asuntos como la necesidad de establecer corredores seguros e infraestructuras verdes, los parques nacionales andaluces como zonas de recepción y, sobre todo, el tema más controvertido, la posible reintroducción de la especie, desaparecida desde hace décadas de los montes andaluces. "No es un disparate. Es factible ecológicamente y en la comunidad hay zonas adecuadas donde podría hacerse ya. Pero depende de la voluntad política", lamenta el biólogo Ángel M. Sánchez, director del Proyecto de Voluntariado para el Censo del Lobo, con sede en la Universidad de Alcalá de Henares.
El objetivo prioritario del encuentro será reunir a un grupo de voluntarios que serán formados para rastrear los espacios naturales andaluces en busca de indicios de la presencia del lobo en el Sur de la Península Ibérica. Harán falta en torno a 60 persona, que en grupos de cinco o seis tardarían en torno a dos años o tres años en completar la inspección del terreno, porque se trata de una especie "muy difícil de muestrear", como asume Sánchez.
"Ojalá me equivoque, pero el resultado va a ser cero. El lobo se extinguió hace décadas en Andalucía, como constató el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) en su último censo. Quizás tengamos la oportunidad de encontrarnos con algún ejemplar aislado en las proximidades de Castilla La Mancha, pero en esas condiciones carecen de viabilidad de futuro", reflexiona.
Los indicios más cercanos de Canis lupus al Sur de Sierra Morena se remontan a 2013, cuando el Centro de Análisis y Diagnóstico de la Fauna Silvestre, con sede en Málaga, certificó la recogida de cinco excrementos de lobo, tres de ellos en la Sierra de Andújar (Jaén), y dos de ellos en el continuo de bosque mediterráneo formado por las sierras de Hornachuelos y el Norte de Sevilla. Desde esa fecha no hay otros indicios. Ni observación directa ni ningún tipo de evidencia. En otras regiones donde sí se han detectado familias, el voluntariado ha instalado cámaras de fototrampeo y realiza seguimientos, aunque el punto de partida es que en Córdoba, y por extensión en el conjunto de Andalucía, no será necesario.
Ángel M. Sánchez recurre frecuentemente al lince ibérico como ejemplo de cómo habría que actuar con respecto al lobo y defiende que la reintroducción de la especie en Andalucía, aunque polémica, es "factible ecológicamente". "Es difícil pero no imposible, porque aquí ha habido lobos toda la vida. Existen tratados de hace varios siglos donde se habla de este animal y el lobo andaluz tenía una imagen mítica. Ahora solo quedan de resina en los centros de interpretación de la naturaleza, pero intentaremos que vuelvan a los montes", se propone.
El asunto depende directamente del Ministerio para la Transición Ecológica, que según Sánchez es "muy permeable" a la reintroducción de este carnívoro. Sin embargo, al estar las competencias medioambientales transferidas a las comunidades autónomas, el apoyo de la Junta de Andalucía resultaría también clave, y hasta el momento no ha existido con independencia del color político de los gobiernos, lamenta.
El proyecto, en este sentido, apuesta por mantener varias líneas de trabajo paralelas sobre concienciación ciudadana y para la reintroducción directa de la especie, tal y como se ha hecho con el caso del lince ibérico "con éxito" en las últimas décadas, compara el biólogo. ¿Cómo se harían las sueltas de lobos? ¿Abrirían los políticos la trampilla y los animales correrían para explorar nuevos territorios, ya sea Sierra Morena, la Sierra de las Nieves o Cazorla? Más o menos, aunque existen matices. Sobre todo porque no se liberarían ejemplares aislados, sino familias de tres o cuatro individuos, porque el lobo necesita del grupo para sobrevivir. Los animales habrían de superar un periodo "de cohesión" en un sitio acotado, y a posteriori se liberarían, siempre monitorizados para seguirles los pasos.
"En Andalucía sería posible hacer esto ya, porque hay zonas adecuadas donde encontrarían alimentación suficiente", incide Sánchez, quien apela a la voluntad política para dar este paso. Y cita como ejemplo exitoso la reintroducción del lobo en el parque nacional de Yellowstone de Estados Unidos: "La llegada de estos mamíferos lo cambió todo, pues desencadenaron una cascada trófica que equilibró el ecosistema. Solo con la caza, tal y como se hace ahora, el hombre no puede resolver el desajuste que existe en el medio natural", compara.
Contar con corredores seguros para que las manadas ganen territorios es otra de las claves. Sobre todo en toda la cornisa de Sierra Morena, desde los Picos de Aroche y Aracena, en Huelva, a la Sierra Norte de Sevilla, Hornachuelos, Los Pedroches, Cardeña-Montoro, Andújar y Cazorla. El gran problema aquí, como advierte Sánchez, es la proliferación de cercados cinegéticos que impedirían el paso de estos cánidos. Aunque existe solución: "Sería tan fácil como sustituir los vallados que existen ahora, diseñados para las grandes monterías, por los muros tradicionales de piedra", explica.
Mientras, la enorme dispersión del cánido y su capacidad de recolonización empieza a dar sus frutos en España. En la actualidad, el lobo ibérico ha llegado desde el norte a Madrid a través de la Sierra de Guadarrama y existen manadas reproductoras en la sierra madrileña. Así, la esperanza de expertos y amantes de este animal es que el lobo atraviese Castilla la Mancha y alcance finalmente Extremadura y Andalucía.
Y lo cierto es que, en Sierra Morena, el lobo encontraría unos hábitats idóneos para su coexistencia con la población local. Aquí se registra una alta densidad de presas silvestres y además existen enormes y continuas extensiones sin apenas interferencia con el hombre ni aprovechamientos ganaderos, con bosques mediterráneos muy bien conservados, como inciden los expertos. Se estima que una manada de lobos necesita entre 10.000 y 50.000 hectáreas de campeo para sobrevivir, un territorio disponible al Norte de Córdoba, Jaén, Sevilla y Huelva.
Ángel M. Sánchez sostiene: "El lobo puede coexistir con los seres humanos y, de hecho, conviven en lugares como Galicia". También en Zamora, León, Asturias o Cantabria existen grandes comunidades de lobos y problemas como los ataques al ganado son "excepcionales". "Hay estudios científicos que demuestran que, si tienen acceso a ungulados, los lobos lo profieren al ganado, al que no van a atacar", expone el biólogo. En Los Pedroches, donde el vacuno o el porcino es el sustento económico de miles de familias, este ha sido históricamente el argumento esgrimido para oponerse a la reintroducción.
En la última encuesta realizada, en diciembre de 2020, dos tercios de los vecinos del área de la Sierra Morena cordobesa y jiennense consideraban no obstante que el lobo ibérico debería protegerse para evitar así su extinción, al tiempo que reconocían el papel que juega como policía sanitaria y elemento clave en el equilibrio de los ecosistemas. Por ello, un 50% de los habitantes de las localidades más cercanas al hábitat de este animal se mostraba en “total acuerdo” con la existencia de planes de conservación del mismo, un porcentaje que se eleva hasta el 63,05% en las capitales cordobesa y jiennense.
En la actitud hacia los animales silvestres, la población reflejaba una mayor conciencia ecológica y proteccionista en la segunda encuesta. Un 8,34% de la población consultada en 2020 (frente al 7,26% en 2017) considera que la actividad humana debería estar limitada cuando afecte a la supervivencia de una especie. El patrimonio relacionado con el lobo que más se reconoce siguen siendo las historias y leyendas (40,38% en los municipios y 51,95% en las capitales), seguidas de cuentos populares y anécdotas. Muchas de estas, azotadas por el paso del tiempo, están detrás de la imagen negra del lobo que parece imposible de superar.
El Proyecto de Voluntariado para el Censo del Lobo y Evaluacion del Estado de Conservación de sus Hábitats Naturales en la Península Ibérica es una inicitiva científica a medio y largo plazo basada en lo que se denomina la ciencia ciudadana, que a través de la formación y la concienciación intenta implicar a la sociedad civil en las labores de conservación de la biodiversidad y el medio ambiente, en este caso focalizados en una pieza "tan fundamental e indispensable" de los ecosistemas ibéricos como es el lobo, como explica su director, el biólogo Ángel M. Sánchez. A través de una metodología científica "estricta" y la formación "continuada" de los voluntarios que participan en el proyecto, el grupo se dedica a buscar respuestas sobre la situación poblacional del lobo en la Península Ibérica, así como a evaluar el estado de conservación de sus hábitats naturales, pasados, presentes y futuros. "De este modo, podremos influir positivamente en las diferentes administraciones, en cuanto a gestión y conservación de la especie, que podrán basar sus decisiones en la mejor ciencia disponible", expresa Sánchez.
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