El mejor escaparate de la alfarería

La organización se plantea cambiar la fecha de la exposición tras 85 ediciones en el mes de agosto para facilitar la llegada de empresarios y darle un cariz más profesional

Unos niños aprenden a manejar el torno.
Ángel Robles

09 de agosto 2015 - 05:01

De los típicos botijos de barro amarillento autóctono a vajillas de inspiración nórdica, jarrones floreados, vasijas de todos los tamaños y hechuras y objetos de decoración para todos los gustos. El sector de la alfarería y la cerámica de La Rambla, que fuera en otros tiempos motor de la economía local, exhibe hasta el miércoles todo su potencial en la edición número 85 de la exposición profesional decana de Andalucía. Y lo hace inmerso en un profundo debate sobre su futuro. A la durísima competencia del made in China se unen los cambios de hábitos de consumo y de gustos y la dificultad para introducir el producto en nuevos mercados.

De ahí que el comité organizador del encuentro, en el que se integran el Ayuntamiento rambleño, la Asociación de Artesanos Alfareros y diversos expertos, se planteen por primera vez cambiar las fechas de celebración del encuentro, que desde su primera edición ha estado vinculado a la celebración de las fiestas de San Lorenzo. "En agosto es muy complicado hacer negocio más allá de lo poco que compran los particulares que nos visitan", reconoció ayer el alcalde, Alfonso Osuna (IU), partidario de que la muestra se lleve a otoño, como el grueso de las ferias comerciales de la provincia, o a primavera. La idea -explicó Osuna- es darle un cariz más profesional para que los artesanos locales, además de exponer su trabajo, tengan la posibilidad de hacer negocio.

El comité organizador consultará el cambio de fecha con las empresas, convencido de que, de esta forma, "se conseguirá atraer a empresarios de otros países y se ampliarán los puntos de venta". Desde hace más de ocho décadas, la exposición de alfarería rambleña es una cita fija en el calendario de actos estivales de la provincia. El año pasado, fueron 22.000 las personas que visitaron los expositores, una cifra que la organización confía en mantener este año. El problema -consideró el alcalde- es que este volumen de visitas apenas tiene repercusión comercial. De ahí la propuesta de desplazar la programación a otra fecha del calendario.

Con la idea de darle a la cita un cariz más profesional, la exposición ha ampliado en esta edición su programación paralela, subrayó el alcalde. El jueves, el catedrático de la Universidad de Murcia Ángel Ruiz Gálvez pronunció en la casa museo Alfonso Ariza una conferencia bajo el título La alfarería rambleña: un patrimonio por descubrir, una historia por hacer. Y los talleres dirigidos a todo tipo de público se sucederán hasta el miércoles. Ayer por la noche, además, José Roldán, campeón de España de Panadería Artesana, protagonizó un showcooking en el que preparó un pan en maceta. "Hemos apostado por actividades interdisciplinares que aúnen la cerámica con otros campos", explicó el presidente de los artesanos, Miguel Ángel Torres. Durante su demostración, Roldán elaboró un pan dentro de una maceta y otros platos tradicionales de la zona, siempre usando la cerámica como herramienta de trabajo y modo de presentación. Hoy domingo, por la mañana tendrá lugar un taller infantil de cerámica en inglés y, a partir de las 13:00, el propio Torres dará una clase magistral de torno. Ya por la noche, a las 22:30, habrá una exhibición de cocción de rakú a cargo de Cocer (Colectivo Cerámico de La Rambla).

La muestra se estructura en dos zonas bien diferenciadas, una de ellas dedicada a la propia exposición y venta de alfarería y cerámica local, con 13 stands en el que estarán representados más de 30 talleres artesanos locales. Y otro espacio en el que se mostrarán los trabajos participantes en los concursos internacionales de alfarería y cerámica, con más de un centenar de artesanos del gremio, el 30% de ellos de procedencia internacional.

En los expositores, los asistentes tienen la posibilidad de contemplar la amplia gama de productos salidos de los tornos de los talleres locales. Fijo en la cita es Álvaro Montaño, uno de los últimos dos artesanos que trabaja el barro amarillento salido del suelo rambleño. En su expositor pueden adquirirse los típicos botijos, las jarras de cuatro picos que antaño no faltaban en ninguna mesa, huchas o los recipientes para preparar el gazpacho a la manera tradicional. La mayor amenaza para esta artesanía no es la competencia china, explicaba ayer Montaño, sino el plástico. Y, más concretamente, las garrafas para conservar fresca el agua que pueden adquirirse en ferreterías. Pese a todo, siempre hay público que se decanta por el típico botijo y su liturgia para saciar la sed y refrescarse del calor sofocante en este rincón de la campiña cordobesa.

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