Miguel Ángel Torres Ferreras: "Si no fuera alfarero, sería alfarero. Creo que no sé hacer otra cosa"
Entrevista al Premio Nacional de Artesanía
El artesano de La Rambla agradece haber sido reconocido por hacer lo que más le gusta y, a sus 64 años, asegura que no tiene pensado jubilarse pese a tener garantizado el relevo generacional
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Córdoba/La Rambla y el alfarero Miguel Ángel Torres Ferreras (La Rambla, 1960) están de enhorabuena. No es para menos, pues el pasado martes, Torres Ferreras recibió directamente del ministro de Industria, Jordi Hereu, el galardón más importante de este sector tradicional al que están vinculados más de 200.000 empleos a nivel nacional. El artesano rambleño ya tiene en sus manos el Premio Nacional de Artesanía 2024 que reconoce el conjunto de una obra consolidada y con el que el ministerio busca darle significado a la importancia de la artesanía.
"No me esperaba para nada este premio. Ni siquiera esperaba que me nominaran. Fue mi hijo quien presentó mi candidatura sin esperar gran cosa y ya fue una sorpresa quedar entre los tres mejores y tener que ir a Madrid", confiesa a el Día de Córdoba Miguel Ángel Torres Ferreras, quien, pese a estar "muy contento" y emocionado por el reconocimiento y las felicitaciones que está recibiendo, tan solo horas después de su gran día, sigue trabajando una jornada laboral más en su taller ubicado en La Rambla, Torres Ferreras: Cerámica artesanal y creativa.
En esa candidatura enviaron la documentación que acredita el trabajo de Miguel Ángel Torres Ferreras durante casi medio siglo de profesión, en el que incluyeron su trayectoria, colaboraciones con asociaciones, méritos y premios como el que la Junta de Andalucía le otorgó en 2014: nombramiento oficial de Maestro Artesano en el oficio de la alfarería, y en 2020, el Premio Andaluz de Artesanía, distinciones a aquel artesano individual que reúne méritos extraordinarios en su trayectoria profesional, mantenimiento del oficio o promoción de su actividad artesanal.
Un bagaje que no pasó desapercibido por el comité de selección compuesto por expertos del sector artesano, representantes del Ministerio de Industria y Turismo, y las comunidades autónomas, que en primera instancia seleccionaron 15 proyectos finalistas entre las 80 candidaturas recibidas. Finalmente, fue el proyecto de Miguel Ángel Torres Ferreras el elegido por la exclusividad de un producto artesano "de calidad, ligado a la sostenibilidad, la singularidad y a valores". Un Premio Nacional de Artesanía que "es lo máximo a lo que se puede aspirar en España".
"Estoy muy contento, no me imaginaba nunca que podría ganar este premio haciendo lo que más me gusta. En el premio sale mi nombre, pero este premio es de mi familia y de mis hijos, que aportan su labor en el taller conmigo a diario y trabajan conjuntamente conmigo. Desde que son pequeños me han aportado mucho mi mujer (María Fernández) y mis hijos Fran, Luis y Ángel", recalca el alfarero rambleño, quien está muy orgulloso, no solo de dedicarse a lo que más le apasiona en la vida, sino de ser un referente en la alfarería a nivel mundial.
Y eso que Miguel Ángel es sencillo. Un alfarero de los de toda la vida. A sus 64 años, recibir el Premio Nacional de Artesanía 2024 es todo un homenaje a una trayectoria que comenzó con tan solo 11 años. Aprovechó unas vacaciones en la escuela para trabajar como alfarero en su pueblo natal y se encontró con que el oficio le gustó "mucho". Al siguiente año, y dado que asegura que los estudios se le daban "muy mal", se dedicó exclusivamente a ser alfarero en un taller de su localidad: "Por entonces era habitual irnos de la escuela a esa edad para trabajar", recalca el rambleño, quien recuerda esa especial conexión que desarrolló con el torno desde bien pequeño.
Aunque tuvo que emigrar de adolescente con su familia a Cataluña, Miguel Ángel volvía a La Rambla todos los veranos por vacaciones para continuar su aprendizaje en el torno alfarero. Regresó a su tierra en 1984, año desde el que se dedica en exclusividad al aprendizaje del oficio y pronto pasó a ocupar los tornos de oficial alfarero en diferentes talleres de la localidad cordobesa. Fue en 1990 cuando dio el salto a crear su empresa: Torres Ferreras S.L. junto a tres socios; y nueve años después, Miguel Ángel inició su andadura en solitario bajo la misma marca en un nuevo taller, en el que trabaja hasta la fecha con esa mezcla de "tradición, originalidad e innovación", especializados en vajillas y menaje hechos en torno alfarero y pintados a mano.
"La alfarería me viene por la tradición que tiene mi pueblo, La Rambla, pero no por familia. Soy alfarero porque me gusta, y siempre digo que si no fuese alfarero, probablemente sería alfarero porque creo que no sé hacer otra cosa", comenta el maestro artesano bromeando. Asegura, eso sí, que, aunque no le quedan "muchos años" de profesión, no tiene pensado jubilarse ni aunque ya en marzo del 2025 vaya a cumplir los 65 años. Ni siquiera tras haber recibido ese Premio Nacional de Artesanía que no cree que influya en su trabajo diario.
"No espero que me cambie la vida, y si cambia, que sea para mejor", explica Miguel Ángel Torres Ferreras, quien desconoce por el momento si el premio nacional "tendrá reconocimiento comercial". Y en caso de tenerlo, los beneficiados serán sus hijos, que ya están preparados para hacerse con el relevo generacional. "Uno trabaja conmigo y otro aporta mucho como profesor en la escuela de arte de Jerez de la Frontera", señala el alfarero, quien, eso sí, ve el Premio de Artesanía como una oportunidad para "poner en el mapa la alfarería de La Rambla y de la provincia de Córdoba para que haya repercusión".
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