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El Ayuntamiento de Montilla suma un nuevo espacio cultural para la ciudad en uno de los edificios santo y seña del patrimonio histórico local, el convento de Santa Clara, que en 2025 cumplirá 500 años de su fundación abriendo al público el conocido como Claustro del Pretorio, cuyas obras de restauración se han dado a conocer este martes en un breve acto de presentación presidido por el alcalde, Rafael Llamas (PSOE), y la madre vicaria del convento, sor María Jesús Blanco.
Culmina ahora el proceso iniciado en 2021 con la firma de un convenio de cesión al Consistorio montillano de las dependencias del convento en su extremo posterior, en la confluencia de las calles Pozo Dulce y Benedicto XIII, un cuerpo del conjunto conventual construido en torno a un patio triangular que se encontraban prácticamente en desuso por la comunidad de clarisas dado su avanzado estado de deterioro.
La decisión del Ayuntamiento de incluir esta operación entre las inversiones a realizar con cargo a los fondos Feder de la UE, dentro del proyecto de la Edusi Imagina Montilla, ha realizado un cambio radical en esta zona del convento. Con estas obras se ha conseguido la consolidación estructural, la rehabilitación de cubiertas y la puesta en uso del patio central, conocido como del Pretorio o Enfermería, el claustro bajo y una sala con nuevo acceso por la calle Pozo Dulce a través de un edificio de nueva planta levantado sobre la antigua provisoría del convento.
En la sustitución de la carpintería se ha respetado el color azul característico de esta zona de verano del convento ocupado por las novicias. La financiación asciende a 924.000 euros y la evolución de las obras se interpreta a través de los paneles explicativos instalados en la apertura de este nuevo espacio.
Según ha afirmado el alcalde, se trata de “una intervención en nuestro patrimonio histórico muy especial por todo lo que representa para Montilla este convento de Santa Clara, que nos invita a celebrar su quinto centenario desde la responsabilidad que tenemos por ayudar en su conservación y mantenimiento para que su legado llegue intacto a las próximas generaciones de montillanos”.
Asimismo, Llamas ha recalcado también “la oportunidad, desde el punto de vista económico, que nos brinda este conjunto arquitectónico”, declarado Bien de Interés Cultural (BIC), “cuya apertura en unas dependencias que se han mantenido ocultas a los ojos del resto de la ciudad durante 500 años, supone ampliar cualitativamente el discurso turístico de Montilla con un nuevo atractivo que viene a sumarse a la estrategia de consolidación y recuperación urbana que desde hace algunos años venimos aplicando al entorno del Llano de Palacio”.
Finalizada la intervención de restauración, el Ayuntamiento pretende dotar los nuevos espacios de un carácter museístico, vinculado al origen inicial de sala de enfermería, para completar así el circuito de visitas guiadas que oferta el propio convento por el interior de sus dependencias. Esta finalidad como museo será compatible con la realización de actividades culturales, tipo exposiciones o presentaciones. Queda para futuras intervenciones, la recuperación de salas contiguas, igualmente sin uso por su mal estado de conservación, y la construcción de un cuerpo de escalera, en el lugar donde existía una originaria, y la instalación de un ascensor para acceder a los espacios rehabilitados de la segunda planta.
“Estamos en la parte del convento anexa a la zona ocupada por la imagen del Padre de Familias, un enclave muy bonito, a la altura del patrimonio artístico, histórico y monumental del resto del convento”, ha destacado el primer edil, mientras que el arquitecto municipal Carlos Cobos, quien ha descrito los trabajos realizados, destacaba que “algunas de las galerías y arcadas del siglo XVI, ahora saneadas y rehabilitadas, son de Hernán Ruiz II, el maestro del Obispado de Córdoba de la época”.
Para finalizar, el Ayuntamiento de Montilla ha dispuesto para mañana miércoles una jornada de puertas abiertas, en concreto de 20:00 a 22:00, el acceso por la calle Pozo Dulce permanecerá abierto para que todos los montillanos interesados puedan acercarse a comprobar el resultado de las obras.
De unos 6.000 metros cuadrados de planta, la fundación del convento de Santa Clara de Montilla para clarisas franciscanas tuvo lugar en 1525 por doña María de Luna Fernández de Córdoba, sor María de Jesús, hija menor de don Pedro Fernández de Córdoba, I marqués de Priego, y de doña Elvira Enríquez de Luna, prima hermana de Fernando el Católico. Contribuyó a su fundación con 500.000 maravedíes de su herencia legítima, aprovechando el convento de franciscanos que en 1512 había fundado su padre, para lo cual tuvo que solicitar autorización a su hermana, doña Catalina Fernández de Córdoba, II marquesa de Priego, casada con el conde de Feria y heredera del mayorazgo en cuyo estado había entrado en 1517.
Fue la marquesa quien tomó la decisión de que aquella fundación de franciscanos, cuyo convento de San Lorenzo se empezó a construir por entonces como contraprestación en la Huerta del Adalid, pasase a las clarisas franciscanas, por su proximidad al palacio de los marqueses de Priego y duques de Medinaceli. Hizo traer a sus dos hermanas –Isabel y María de Luna- junto a otras monjas de Baza y Andújar, iniciando así la actividad de un convento de “historia impresionante y patrimonio artístico espectacular”, como ha recordado el historiador Juan Casado, técnico de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, institución que en la actualidad mantiene vigente la labor de patronazgo de la familia de la fundadora, los Fernández de Córdoba, en un convento que, hace ahora 500 años, fue germen para la creación de muchos otros conventos en toda Andalucía.
Una visita al convento de Santa Clara no ofrece una simple ruta por un museo, es un edificio habitado por la comunidad de madres clarisas franciscanas donde las obras de arte, mobiliario y objetos están en el contexto para los que fueron creados. Destacan piezas de gran valor que abarcan desde el siglo XVI al XIX, de Baltasar del Águila, círculo de Luis de Morales, Valdés-Leal, Pedro Roldán, círculo de Pedro de Mena... Entre las reliquias que atesora, sobresale el Lignum Crucis regalado por la emperatriz María de Austria, la Espina de Cristo depositada por el duque de Feria, una parte del cráneo de Sta. Isabel de Hungría procedente de Neoburgo, la Virgen de la Leche que trajo de Jerusalén el marqués de Tarifa o los objetos personales de San Juan de Ávila, doctor de la Iglesia, y San Francisco Solano.
Como parte de las joyas que protegen sus muros se citan igualmente la devoción por Nuestro Padre de Familias, que presidió varias sesiones del Concilio de Trento, y el recuerdo de monjas que dejaron tras su vida una huella imborrable como sor Ana de la Cruz Afán de Ribera, la santa condesa de Feria, la hermana Andrea de la Encarnación y otras muchas a las que se suma el legado espiritual e histórico-artístico que depositaron San Francisco de Borja o Fray Luis de Granada.
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